Y comienza el plan

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El atardecer marcaba la hora de regresar al recinto de las amazonas, la mayoría de las veces le gustaba pasear por las orillas del mar antes de volver pero hoy estaba particularmente agotada, había sido un entrenamiento exhaustivo

-Es hermoso eI atardecer en la playa...- un suspiro escapó de sus labios sin que se diera cuenta

Retiró la máscara para sentir la brisa marina en su rostro, se trenzó el cabello lentamente y jugueteo con las olas que humedecian sus pequeños pies, ella de verdad amaba los pequeños detalles de la vida pero para ser quien era tenía que olvidarse de todo

-Es curioso verte aquí, caballero de plata- la inconfundible voz de ese muchacho la hizo levantarse de un salto

-Tenías que arruinarlo todo...- dijo apenas en un susurro, una sonrisa se dibujó en el Escorpión

-Nunca me había fijado en esos hermosos ojos verdes que tienes- Shaina cayó en cuenta que no traía puesta su máscara, el pánico amenazo sus nervios

Estaba totalmente consciente que no podía medirse en batalla con un caballero dorado y menos con Milo de Escorpión; en el santuario se decían muchas cosas de el, dentro de las cuales que era un asesino desalmado y sádico sin contar que era un Don Juan empedernido

-Eres más hermosa de lo que pensé- la joven recogió su máscara lo más rapido que pudo y se la colocó, trató de calmarse pues no sabía que hacer, las reglas eran claras: El honor de una amazona estaba pisoteado cuando un hombre miraba su rostro

-Se que no puedo ganarle en una batalla pero prefiero morir a tener que amarlo- su voz carecía de emoción, la joven maldecia a Zeus por su mala suerte

-Estoy de acuerdo contigo, no puedes matarme como lo ordena tu ley pero podemos llegar a un trato- Milo dejó escapar una pequeña sonrisa de suficiencia

-¿Que clase de trato, caballero de Escorpión?- La chica apretó los puños hasta dejar sus nudillos blancos por la fuerza, comenzaba a imaginarse las intenciones del arácnido

Templo de Acuario

El caballero de hielo tomaba medidas de su pared, colocaba el metro por aquí y por allá tratando de decidir donde se vería mejor la pantalla

-¿Mmmmmm, y si mejor la meto a mi habitación?- Camus hacia graciosos gestos mientras se alejaba para seguir midiendo

Su templo era sumamente frío, realmente nadie sabía como seguía vivo ante tanto frío, para evitar resfriarse, el ardiente caballero de la octava casa había colocado una campanilla a la entrada del recinto de su amigo, hizo sonar la campana y el francés acudió a su llamado

-¿Vienes a avisarme que vaya por la pantalla?- Milo levantó una ceja incredulamente, soltó un pequeño suspiro y acomodo su cabello en su hombro

-Sólo venía a contarte que la primera fase de mi plan esta lista, hoy saldré a cenar con Shaina-

Camus tragó saliva con dificultad, se imagino a su mejor amigo ahogado de borracho en la cava y con un montón de botellas de excelente calidad rodando por el frío suelo de su sótano

-Debes estar bromeando, la cobra no puede ser tan tonta para caer tan rápido- el escalofrío que recorrió su espalda fue evidente

-Vamos a ir a Sapphira, esto lo vas a perder y esa cava que tan bien has conseguido caerá en mis garras-

Templo del patriarca

Shion revisaba cada uno de los pagos del santuario, su vista había disminuido un poco con los años por lo que usaba unos pequeños lentes redondos que lo hacían ver gracioso

-Necesito unas vacaciones, tal ves Athena se comparezca de un veterano-

La habitación era amplia, el color de las paredes era un tono sutil de beige, tenía algunas lámparas en mesitas color chocolate y su escritorio al fondo de la habitación, dió un pequeño salto cuando llamaron a la puerta

-Adelante- el cansancio era notable en sus ojos

-Perdone maestro, pero quisiera hablar con usted- el apenado rostro de Aioria presentaba un ligero rubor en sus mejillas

-Espero que sea algo muy importante como para que me interrumpas, caballero de Leo-

El muchacho se encogió de hombros, sabía que Shion era muy estricto en las cuestiones de las salidas del santuario

-bueno pues... es que... yo quería....- ,

-¡Habla ya muchacho!- Shion comenzaba a desesperarse

El siempre se había caracterizado por ser demasiado tímido, aún cuando su casa infundiera valentía cuando se trataba de hablar era sumamente introvertido

-Quiero pedirle permiso para ir a cenar al rodorio- El patriarca lo examinó detenidamente, se retiró con lentitud sus dorados anteojos y se cruzó de brazos, no sabía si sus nervios soportarían más

-¿Has venido hasta aquí, a interrumpir mi trabajo, aún sabiendo que por ser fin de mes, estoy más atareado que de costumbre con la única finalidad de que te de permiso de ir a cenar al maldito rodorio?-

-Disculpame maestro Shion, pero usted sabe mejor que nadie que no puedo ir en contra de las reglas del santuario, por eso mismo vine hasta aquí para pedir su autorización- el leon se arrodilló y colocó su puño cerrado en el pecho solemnemente

-Entiendo que sea así muchacho, y me agrada tu actitud, anda al dichoso rodorio y cuando se te ocurra ir a cenar... vete, confío en ti-

-Gracias maestro- y con una enorme sonrisa Aioria salió de la habitación

Olimpo

-Quiero un nuevo cuerpo- la diosa se cruzó de brazos e hizo un puchero

-Me temo que no puedes reencarnar así como así, tiene apenas 300 años que lo hiciste- el padre de los dioses estaba un poco aburrido

-¿Me estás negando un favor?- su rostro comenzó a ponerse rojo lentamente

-Esto no es un favor Afrodita, es otro de tus caprichos para conseguir un amante- la serenidad con que se expresó inquietó a la belleza andante

- ¿No crees que te estas pasando en tus acusaciones? te recuerdo que soy una mujer casada-

-Pero eso no quita que seas la diosa del amor y tu amor por el sexo es increíblemente grande-

-Esa es una grave acusacion; Zeus, si no quieres hacerlo esta bien, no volveré a hacer mi trabajo- la diosa se dió la vuelta y salió del salón dejando al padre de los dioses con la palabra en la boca

La otra cara de MiloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora