"tanto tiempo, tantas cosas, tantas personas y pensar que todo este tiempo yo solo te buscaba a ti."
le doy todos los créditos a la autora original de esta historia
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Septiembre. Inicio de clases.
Un largo verano, sesenta y dos días en las cuales se habían divertido con sus amigas, y como no, Isabella Crawford había interrumpido en sus pensamientos cada vez que podía.
Billie había planeado olvidarla pero, ¿cómo hacerlo? Sólo podía pensar en el beso, la atormentaba todos los días y en las noches soñaba con el sabor de sus labios.
Sus labios, su sabor, su tacto, todo seguia en su memoria y lo añoraba aún más, pero sus amigas siempre le recordaban que Isabella tenía novio y que en todo caso, estaba jugando con ella.
Billie sabía que tenía razones pero, la forma en que Isabella la había besado, era diferente.
Igual le alegraba que ahora su amiga Bee no pudiese reñirla, ya que ella también estaba colada por la capitana del grupo de las plásticas, Claire.
Cuando alguna de las dos caía en depresión siempre se consolaban entre ellas. Brooke durante el verano lloro varias veces y paso la noche en casa de Billie, las dos juntas mirando películas románticas y comiendo helado mientras se abrazaban.
Billie amaba a Bee y Bee a ella, sufrir de amor por unas idiotas había fortalecido aún más su amistad. Grace lamentaba el momento en que sus tres amigas cayeron rendida por unos idiotas, Riley no podía parar de hablar de Flint tampoco.
Estaba en el carro de Landon, hablando tranquilamente, y listas para su primer día de clases.
Brooke estaba nerviosa, pero tenía en claro que iba a ignorar rotundamente a Driscoll.
–Te apuesto que al final del día, está hablando con ella.– dijo Riley a Grace y las apostaron.
–Pues perderán, no le voy a hablar. Está decidido, la superaré a como de lugar.– dijo muy decidida desde el asiento trasero, junto a Billie, Riley estaba de copiloto con su hermano.
–Descuida, chica. Cuando tú superes a Driscoll, será el mismo día que Billie deje de babear por Crawford .– dijo alegremente Landon, causando las risas de su hermana y Grace, las otras dos no estaban muy felices.
Billie bufó, frustrada. Ella también tenía su lucha interna, ya que después de dos meses del beso con Isabella, la iba a volver a ver.
No estaba segura de si la castaña actuaría como si nunca hubiese ocurrido o se vengaría de ella, haciéndole la vida imposible.
Llegaron hasta el estacionamiento y se bajaron del coche. Brooke dió un portazo, aún furiosa, mientras sus amigas se reían de su reacción.
–Vamos, Brooke. No te enojes.– le decía Grace colgándose de su cuello y Brooke la ignoro.
–Billie, ¿vamos entrando?– pregunto Brooke a su amiga con una cálida sonrisa, ignorando por completo a Grace, quien chillaba.
–Claro.– respondió Billie y los cinco comenzaron a caminar hasta la puerta.
