Isabella odiaba llegar tarde a clases, menos si sería durante su clase favorita, la de inglés.
No había dormido muy bien ayer, le costaba pegar ojo en la noche y terminó leyendo sentada en su cama, despertándose más tarde de lo acostumbrado. Cruzó la entrada, esquivando ágilmente a los estudiantes en el pasillo para llegar al salón. Un pequeño pensamiento le llegó.¿Dónde estaría Billie O'Connell?
Hizo una mueca, sin entender muy bien el por qué debía pensar en ella. Desde el inicio de clases le sucedía, de vez en cuando la castaña de ojos mieles acudía a sus pensamientos. Era absurdo, ella no se implicaba directamente con la chica, simplemente observaba a Claire fastidiarla a ella y sus amigas. Además, O'Connell era de cierta manera... irritante para Isabella, su presencia la alteraba. Por ello no la defendía de las constantes burlas que recibía, igual la ojiazul podía defenderse. Y también, no quería perderse el adorable rostro que hacía Billie cada vez que peleaba con Claire.
Se detuvo en pleno pasillo.
¿Qué acababa de pensar?.
Sacudió la cabeza, debía de ser el sueño. Fue nuevamente en camino a su clase, ahora rezando para no cruzarse a la perdedora de O'Connell en todo el día. Pero la mala suerte le dio una patada mental, al entrar por la puerta y pedir disculpas por su retraso, allí estaba. Suspiro fastidiada, no entendía el por el, pero en verdad no quería ver a Billie. El único asiento libre era uno junto a la ojiazul, la castaña estaba pensando en simplemente dejarlo ser, ni que fuera a hablarle. Solo la tendría que soportar esta clase, era al parecer la única que compartirían hoy.
Mientras caminaba varios chicos la miraban embobados, ella sonrío coquetamente ya que en secreto disfrutaba un poco al saber que la encontraban linda. Se fijó brevemente, no quería darle importancia, la ojiazul estaba con el rostro escondido tras un libro alzado. Isabella arqueó una ceja ¿Qué pretendía? Tomó asiento mirando al frente, captando todas las explicaciones de la profesora Aurore. Anotaba los apuntes limpiamente en su cuaderno.
Después de unos veinte minutos, por la vista periférica, observó un pequeño movimiento a su izquierda. El asiento donde estaba Billie. Sin querer parecer interesada le lanzó una mirada de reojo, abrió los labios sorpresivamente al verla. El libro que cubría el rostro de Billie había resbalado en la mesa, dejando ver a una ojiazul dormida. Isabella se sorprendía ¿Quien podría dormir en clase de inglés? Si la materia era maravilla, Isabella no podía.
Aún sabiendo que Billie no le veía le lanzó una mirada de reproche, se sentía indignada, lo demostró apartando su rostro y mirando a la clase. Pero una pequeña curiosidad le hizo volver a verla, quería asegurarse que en verdad la chica dormía.
La ojiazul había cambiado de posición entre sueños, estaba con los brazos cruzados sobre la mesa y la cabeza recostada en ellos, con el rostro hacia Isabella. La castaña la observaba sin darse cuenta, aún con parte de su atención en la clase. Billie dormía con los labios entreabiertos y su cabello ligeramente revuelto por el movimiento, un mechón castaño cubría su frente. Respiraba lentamente y parecía muy tranquila.
Después de una hora, toda la atención de Isabella se la había ganado la imagen durmiente de la ojiazul, ni ella misma se había percatado de aquello. De lanzarle miradas fugaces había pasado a observarle fijamente, con la barbilla apoyada en su mano.
Un pensamiento tonto llegó a la castaña: Billie O'Connell era muy linda. Al menos al dormir, Isabella se justificó. La observaba descaradamente, su rostro, cejas, labios y ese adorable mechón de pelo cruzándole el rostro.
Detuvo su respiración rápidamente al ver a Billie arrugando la nariz, sintió un incómodo cosquilleo en su estómago, al pensar que la ojiazul la pillaría mirándola, pero se removió un poco hasta que finalmente cambió de posición escondiendo la cara entre sus brazos. Inconscientemente la castaña frunció el ceño, rápidamente frustrada, por no tener más la visión del rostro de Billie dormido.
Después se dio cuenta de lo tonto que era aquello y decidió volver a ver la clase, un poco confundía por su actitud. Abrió los ojos al ver la pizarra repleta de oraciones y conjugaciones que no entendía muy bien, había perdido el hilo de la clase y por ello no comprendía que tema estaban viendo. Maldijo interiormente e intentó guiarse por su libro de texto.
–Señorita Crawford .– la llamó la profesora, sonriendo. Isabella era una de sus mejores estudiantes y necesitaba que fuera el ejemplo. –¿Podría pasar a la pizarra para completar la siguiente oración?–
Isabella tragó fuertemente, mirando lo que decía en el pizarrón sin tener idea alguna.
–Yo... disculpe, profesora. No... entiendo muy bien, no sabría como ¿Podría volver a explicarlo, por favor?– dijo con el rostro ardiendo, todos la observaban sorprendidos y la profesora Aurora se mostraba igual.
–Por supuesto, veamos si esta vez puede lograr comprender, señorita Crawford.– dijo amablemente dirigiéndose a explicar la conjugación en el pizarrón nuevamente.
Isabella asintió, copiando todo y queriendo dejar de sentir vergüenza por lo ocurrido. A su lado Billie hizo un pequeño ruidito entre sueños, Isabella se obligó a si misma a no voltear a verla.
Ya a pocos minutos de terminar la hora de inglés, la peor clase que había tenido hasta ahora, volvió a ver a Billie que, increíblemente, seguía dormida. Isabella le fulminó con los ojos, recogiendo sus cosas y queriendo salir lo más pronto posible. Culpando a Billie de lo sucedido en clases, todo era culpa de ella, por ello la ojiazul le caía tan mal.
Al escucharse la campana salió de primera, sin importarle ver si la ojiazul despertó, estaba enojadísima con ella. Todo era su culpa, idiota O'Connell. Aquel pensamiento la acompaño todo el día, incluso aquella noche minutos antes de dormir. Le fue mal en su clase de inglés todo por culpa de Billie O'Connell y su tierna forma de dormir, arrugando la nariz y haciendo ruiditos adorables ¿Que estudiante dormía durante clases?
Si la ojiazul hubiera estado despierta en la clase, nada de eso hubiera sucedido. Si, todo era culpa de ella. Lo que Isabella no comprendía era que no tenía sentido echarle la culpa a Billie. Era de ella misma por lo que, sin ser consciente, comenzaba a sentir por la ojiazul. De todas formas, Isabella empeoraría con el pasar de los días, solo quedaba desearle suerte.
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rivales: billie eilish
Romance"tanto tiempo, tantas cosas, tantas personas y pensar que todo este tiempo yo solo te buscaba a ti." le doy todos los créditos a la autora original de esta historia