20. Por fin.

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– ¿Qué me parece? – Violeta la miraba casi suplicando una respuesta, con los ojos clavados en los suyos. – Me parece la mejor idea del mundo. – Pudo sentir el alivio de la pelirroja tanto en su mirada, que se relajó al instante, como en sus manos, que habían aflojado un poco la fuerza que ejercían sobre las suyas. – Entonces... Entonces si ahora por ejemplo me acerco y te beso, no estaríamos haciendo nada malo, ni te sentirías mal por ello, ¿no? – Chiara no podía más y había decidido ir con todo. Tenía la sensación de que llevaban hablando años, saltando de drama en drama y, ahora que su mente por fin estaba en calma, lo único que quería era besarla y sentirla muy cerca.

– Para nada. De hecho, estaríamos haciendo algo muy bueno y me sentiría muy bien si pasara. – Podía notar la mirada de Violeta en sus labios. El corazón se le iba a salir del pecho en cualquier momento. Aún no se creía lo que le acababa de contar, que realmente estuviera todo bien, que por fin pudieran ser ellas mismas, sin tener que pensar en nadie más. Se había preparado para casi cualquier cosa, pero ahora que sabía qué había pasado de verdad, le parecía que no podía haber mejor opción. Y allí sentada en el suelo de las duchas, intuyendo lo que estaba a punto de pasar con aquella mujer, pensó que era la persona con más suerte del mundo.

Empezaba a dolerle el labio y se dio cuenta de que se lo había estado mordiendo por dentro desde que había dejado de hablar. Agarró a la pelirroja por el cuello de la camiseta sin dejar de mirarla, mientras llevaba la otra mano a su cara y le colocaba un mechón detrás de la oreja. Tiró suavemente de ella, para que se acercara más y Violeta no opuso ningún tipo de resistencia. Sentía la respiración de aquella chica, ya sin ataduras, mezclándose con la suya. No debía haber más de dos centímetros entre sus bocas. Odiaba y amaba a partes iguales aquel vértigo que le provocaba la anticipación. Quería ser capaz de esperar unos pocos segundos antes de besarla y a la vez sentía que llevaba esperando aquel momento toda la vida.

– Por fin... – Le pareció que decía Violeta justo antes de que sus labios se rozaran. Notó el calor de su aliento y la suavidad de sus labios. Pronto empezó a sentir también la humedad de su lengua, que le recorría el interior los labios. Aún la tenía agarrada por la camiseta y ahora tiraba con algo más de fuerza para atraerla hacia ella. No soportaba esa poca distancia que separaba sus cuerpos. Violeta, sin dejar de besarla ni un segundo, se sentó sobre ella, rodeándole el cuerpo con las piernas. Ahora la sentía justo encima y quería notarlo todo, tocarla entera. Había empezado a recorrer la lengua de Violeta con la suya, pasándola también por sus labios suavemente. Podía sentir como la motrileña le acariciaba la cara y el pelo, mientras que con la otra mano le reseguía peligrosamente el contorno del hombro y de la clavícula.

– Si algo te molesta, dime, ¿ok? – Le dijo Violeta con un hilo de voz a escasos milímetros de su boca. "Buah, como me susurre así otra vez, no aguanto ni un minuto." Las dos eran conscientes de que cada vez estaban más excitadas y por fin se estaban dejando llevar sin miedo. Violeta había vuelto a besarla enseguida después de hablar, con más intensidad, como para compensar haber dejado de hacerlo durante un segundo. Chiara la sujetaba por la cintura y, lentamente, llevó la mano derecha por la cadera hasta su culo. Violeta aprovechó para bajar sus caricias desde la clavícula hasta el pecho, tocándola suavemente por dentro de la ropa. A Chiara cada vez le costaba más respirar con normalidad, y no podía evitar agarrar aquel culo impresionante con más fuerza. Empezó a mover ligeramente las caderas y la pelvis debajo de Violeta. Enseguida sintió que ésta se dejaba llevar y comenzaba a moverse al mismo ritmo. Chiara era consciente de las capas de ropa que separaban sus cuerpos pero aun así, estaba sintiéndolo todo de una forma que no había imaginado nunca.

­– Me vuelves loca, Violeta. – La morena había conseguido separar los labios de aquella boca con la que tantas veces había fantaseado, y los había posado cerca de la oreja de su compañera, para decirle eso al oído. Ahora seguía besándole esa zona, pasándole la lengua por el cuello y mordiéndole el lóbulo de la oreja. Notaba cómo la otra se estremecía y apretaba aún más los muslos, que rodeaban su cuerpo. Se les entrecortaba la respiración y el movimiento de las caderas se aceleraba por momentos. Violeta seguía acariciándole los pechos, cada vez de forma menos delicada. Chiara le pasaba los dedos por la espalda y la arañaba suavemente por debajo de la camiseta, para luego bajar hasta su culo. 

Ambas se movían al ritmo que marcaban sus pelvis. Chiara se estremeció al sentir que Violeta le pasaba las yemas de los dedos por un pezón, notó como se endurecía al instante y se le escapó un gemido. Reaccionó mordiéndole con algo más de fuerza en el cuello y volviendo a besarla en la boca, ahora directamente buscando su lengua sin espera. Cada vez se movían más deprisa. Le fascinaba tener a Violeta encima, sentir cómo se movía, oír los sonidos que se le escapaban, ver cómo cerraba los ojos por la excitación... Era demasiado. Sentía sus nalgas en las manos, aquellos dedos que jugaban con sus pezones, sus lenguas encontrándose...

– Creo que no aguanto más... – Le dijo la pelirroja, justo cuando ella estaba pensando lo mismo, separando sus labios un momento. Apoyaba la frente en la suya, mirándola desde arriba a los ojos, sin dejar de moverse al mismo ritmo encima de ella. "No es ni medio normal lo que me pone ver tu cara de excitación mientras me miras. ¿Cómo podemos estar así estando completamente vestidas? ¿Cómo puedo sentirte tanto a través de la ropa? Me voy a correr de un momento a otro por cómo respiras, por cómo te mueves, por lo que siento al besarte..."

– Pues no aguantes, por favor. – Consiguió decirle a la vez que la cogía con las dos manos de las caderas y empujaba hacia abajo, para sentirla aún más, aumentando el ritmo con el que se movía su pelvis. Violeta la besó con una pasión que no le había conocido hasta ese momento, sujetándole el pelo en la cabeza con una mano, mientras la otra seguía perdida en el interior de su camiseta. Continuaron así unos instantes, sintiéndose cada vez más, cada segundo con mayor intensidad. Separaban por momentos sus labios para respirar, para mirarse a los ojos brevemente, para besarse el cuello y la cara. Chiara notó que ya no podía más, que los movimientos de Violeta sentada encima de ella eran demasiado y se abandonó a aquella sensación, se perdió en aquella mujer que rodeaba su cuerpo. Apretó los dedos en su espalda, con fuerza, mientras la miraba a los ojos un segundo, antes de hundir la cara en su cuello y exhalar todo el aire que había en su interior mientras se corría.

Consiguió seguir moviéndose unos instantes, notando que Violeta aún lo necesitaba, hasta que sintió cómo llegaba también al orgasmo, mientras la besaba. Ambas pararon por completo, con la respiración pesada. Exhaustas, se fundieron en un abrazo, dejándose caer del todo al suelo. Se quedaron echadas en silencio, con miedo a que las palabras pudieran sacarlas de aquel sueño. Abrazándose y acariciándose, pero sin decir nada. "Definitivamente, soy la persona con más suerte del mundo." Pensó mientras se perdía en los ojos de Violeta. 

SE APAGA LA LUZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora