14. Como agua de mar.

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El trayecto de vuelta desde plató se recorría en un par de minutos, aunque a Chiara le hubiera gustado alargar aquellos breves instantes de paz y hacer que durara toda la noche. Imaginó que se iban de allí, que el autocar salía de aquel recinto y seguía circulando toda la noche, hasta amanecer en alguna playa desierta en la que por algún motivo sólo estaban ellas dos. "¿Cómo será estar a solas con ella? Sin cámaras y sin nadie cerca. ¿Pasará eso alguna vez? Cantarle alguna de las canciones que he escrito pensando en ella sabiendo que nadie más la está escuchando, que nadie nos observa. Susurrarle cosas al oído porque me apetece, no porque no queda más remedio." Notó que Violeta le apretaba suavemente la mano y salió de aquella ensoñación.

– Mira, la luna. Está preciosa. – Le dijo señalando por la ventanilla. "Tú sí que estás preciosa." Aún no se creía que la gala hubiera terminado y que todo hubiese salido bien. No se creía su suerte. Estaba ahí sentada al lado de esa chica maravillosa que le acariciaba suavemente la mano. Esa chica impresionante que, hacía apenas 24 horas, le había confesado lo que sentía por ella. – ¿Cómo estás? No me dices nada.

– Perdona, es que estoy disociando aún. Sigues aquí y yo me he librado de la nominación y me parece que la vida no puede ser más bonita. – Consiguió decir mirando a Violeta a los ojos. "¿Cómo puedes tener esos ojos, esa mirada? ¿Qué ve una persona tan perfecta como tú en alguien como yo?"

– Me dijiste que todo iba a salir bien y llevabas razón. Vamos a seguir aquí juntas por lo menos unas semanas más y quiero disfrutarlo. Espero que tú también lo hagas. Quiero que hablemos cuando lo necesitemos, ¿vale? – Le dijo apretándole un poco más la mano, sin soltarle la mirada. – Nada de evitarnos y nada de llorar a escondidas. Quiero estar para ti, si me necesitas.

Chiara asintió con la cabeza, pero no tuvo tiempo de responder. Ya habían llegado y tenían que bajar del autocar. Sin soltarse de la mano, recorrieron los pocos metros que había hasta la puerta de la academia, llenándose los pulmones con el aire fresco de la noche.

Poco después, tumbada en la cama mirando al techo casi a oscuras, supo que no iba a tener la suerte de la noche anterior. Salma estaba destrozada, se la oía llorar en la cama. Naiara había estado un rato con ella, tratando de animarla. Era una situación difícil, estaba nominada y se había quedado sin Denna. Y ahora era el turno de Violeta. Chiara vio cómo se levantaba de su cama y se sentaba en la de la malagueña.

Decidió darse la vuelta e intentar dormir. En su mente se había quedado grabado el instante en el que Chenoa por fin había pronunciado el nombre de Violeta tras haber estado lo que le parecieron horas mirando el contenido del sobre. En aquel momento Chiara sintió un alivio y una felicidad aún mayores que los que había sentido semanas antes al saber que entraba en la academia. Sabía que eso significaba que, como mínimo, iba a estar tres semanas más con Violeta. Y con la Navidad y la gala especial de por medio. "Buah, qué fantasía. Podremos celebrarlo aquí, cantar villancicos, decorarlo todo, comer cosas ricas..." La tranquilidad de saber que no habría más nominaciones hasta dos semanas después hacía que su mente, acostumbrada ya a vivir semana a semana, imaginara miles de escenarios posibles con Violeta.

Se reconoció a sí misma que, en parte, la nueva situación le generaba ansiedad. Violeta le había dejado claro que no podía pasar nada más hasta que hablara con su novia, y ahora Chiara veía que quizás eso no iba a suceder hasta que terminara el programa. "Y cuando la vea y hable con ella igual toma una decisión que no es la que a mí me gustaría, precisamente. Que aquí estamos en una maldita burbuja y todo se magnifica. ¿Le gustaría yo a Vio si nos hubiéramos conocido por ahí de fiesta? ¿O si nos hubiese presentado una amiga? ¿O si hubiésemos coincidido en algún trabajo? Probably not. Pero a ella sí que la eligió en su vida normal."

Sabía que no llevaba a ningún lado pensar todo eso. Y recordaba las palabras de Violeta la noche anterior. Y sus miradas, y sus abrazos. No servía de nada darle vueltas y vueltas a lo que podía pasar en el futuro. Quería centrarse en el ahora, en la suerte que estaba teniendo y vivirlo todo al máximo. O al menos hasta donde se pudiera. La incertidumbre de lo que podía pasar una vez fuera no era ni la mitad de importante que este presente que le había regalado el destino y la gente que había votado: más tiempo con Violeta. De la forma que fuese. Y además sabiendo que sus sentimientos eran correspondidos.

Aquel nudo en el estómago que le acompañaba desde que, semanas antes, había empezado a sentir cosas por la pelirroja ahora mismo se parecía peligrosamente a una mariposa que revoloteaba en su interior. Se dio cuenta de que le habría encantado contarles lo que estaba viviendo y sintiendo a sus mejores amigas. Incluso a su madre y a su hermana. Le resultaba difícil tener que guardarse sensaciones tan bonitas y no poder compartirlas con nadie. Ni siquiera había tenido ocasión de poner al día a Ruslana y a Martin tras los acontecimientos de la noche anterior. Se moría de ganas de hacerlo y esperaba encontrar algún momento de privacidad al día siguiente. Pensó entonces que no sabía si Violeta habría estado hablando con alguien de todo esto. Quizás se lo había contado a Salma y a Denna. O quizás su situación y el hecho de sentirse culpable le impedía poder hablar con la misma libertad del tema. "No quiero que se sienta culpable. No quiero que me asocie a algo negativo. Fuck, me va a costar la vida, pero tengo que hacer todo lo posible por no ponerle las cosas más difíciles. No podemos volver a liarnos si eso significa que Violeta se siente luego como una mierda."

Pero nada ni nadie le impedía pensar en ella e imaginársela desnuda en su cama. Ahora que sabía que el crush era mutuo, ya no se sentía mal si su mente fabricaba escenas que no tenían nada de inocentes ni de platónicas. El mero hecho de recordar sus besos, incluso sus miradas o cómo la había tocado algunas veces ensayando IKAG, hacía que sus pulsaciones aumentaran y que no pudiera evitar moverse inquieta en la cama y contraer ciertos músculos. En su mente, casi siempre partía de algo que había sucedido y se imaginaba el resto. Imaginaba que la otra noche en la cama de Violeta, no habían parado al sentir que querían mucho más que un beso. O que un día, cuando habían ido a las duchas a hablar, habían acabado duchándose juntas.

Chiara estaba desnuda, echada medio de lado en la cama mirando hacia la pared, con la cara hundida en la almohada. Deslizó la mano izquierda entre sus piernas. "Oh fuck, ya estoy así y ni siquiera me he tocado." Su cuerpo le pedía velocidad, que imaginara algo ya. Y enseguida le vino la imagen que había dejado antes a medias. Ellas solas en una inmensa playa. Una playa de arena casi blanca en la que no había nadie más. Imaginaba que se metían desnudas en el agua, que estaba algo fría y que se abrazaba al cuerpo de Violeta para sentir su calor. Que la acariciaba y empezaban a besarse y que ya no había vuelta atrás. Que acababan tumbadas en la orilla, que podía sentir todo el cuerpo de la pelirroja bajo el suyo, que por fin podía tocar cada milímetro de su piel sin miedo. Que se fundían en una. Que eran como agua de mar. Imposible contenerlas. "Fuck, me corro..." Chiara acababa de ahogar un gemido en la almohada, a la que seguía abrazada. "Espero que nadie me haya oído, qué vergüenza, por favor."

Cuando consiguió estabilizar sus pulsaciones y recuperar el aliento, oyó a lo lejos el sonido de una cama que se movía rítmicamente y lo que le pareció una respiración acelerada. "Vale, no soy la única. Aunque aquello suena a dúo." Pensó que sería Martin con Juanjo y se alegró por ellos. Aunque a la vez sentía cierta envidia. Le encantaría poder estar algún día en ese punto con Violeta. Juntas. Y que todo el mundo lo supiera. A poder ser sin testigos en los momentos de intimidad, eso sí. "Ok, stop, ya vale de fliparse. Ahora a dormir." No tardó en hacerlo, exhausta, feliz y expectante por todo lo que había vivido en las últimas horas.

SE APAGA LA LUZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora