27. ¿Qué somos?

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Violeta era incapaz de apartar la mirada de las luces que se colaban por la ventanilla. Algo tan cotidiano como ver a la gente pasear por las aceras o a los coches parados en un semáforo le parecía asombroso. Pensaba en la capacidad que tenía el ser humano para adaptarse a una situación nueva. Su mundo hasta ahora se reducía a una academia, a unos pocos profesores y miembros del staff y a sus compañeros. Pero, sobre todo, a una guiri morena que la volvía loca con cada cosa que hacía. Intentaba prepararse mentalmente para lo que se le venía encima. Entrevistas, prensa, quizás alguna fan que la reconociera por la calle. Poder hablar con su familia y con sus amigas. Volver a ver a los compañeros que ya estaban fuera. Salir para siempre de aquella burbuja. Dejar de ver día y noche las mismas caras. No poder estar con Chiara, no poder ni siquiera hablar con ella. "No sé cómo lo voy a hacer, joder."

- ¿Estás bien? - Martin la miraba desde el asiento de enfrente de aquella furgoneta que les llevaba de vuelta a la academia. "Aún no te has ido. Vuelve al presente y aprovecha lo que queda." - Ay, Violeta, no llores. - Su amigo estiró los brazos para poder acariciarle las rodillas, incapaz de nada más por el cinturón. Álvaro, callado en el asiento de al lado, le pasó el brazo por los hombros.

- Jo, perdonad, que soy una aguafiestas. - Violeta se secó las lágrimas y se obligó a sonreír. - Estoy bien, de verdad. Me ha encantado poder ir a ver la obra con vosotros, salir un rato y ver el mundo. - Les dijo sinceramente. - Es que a veces me paro a pensar y me puede la emoción.

- No tienes que disculparte, a saber cómo estaría yo en tu situación. Probablemente insoportable y llorando por las esquinas todo el día. - Le dijo Álvaro. - Aún tenéis unos cuantos días por delante, aprovechadlos. Y luego seguro que el tiempo pasa más rápido de lo que imaginamos y en nada es la final y estamos todos juntos de nuevo. Eso va a ser muy fuerte. - Violeta sonrió y pensó que ojalá el sevillano llevara razón y el tiempo pasara rápido a partir del martes. Sin saber por qué, se imaginó que Chiara ganaba el concurso y que, al ir a felicitarla, ni siquiera la reconocía. Sintió cómo los ojos se le volvían a llenar de lágrimas. No entendía por qué su mente la boicoteaba de aquella manera de vez en cuando.

- Es que no quiero perderla. No quiero estar sin ella. - Dijo sin poder contener un sollozo. Sintió la mano de Martin apretándole la rodilla y la de Álvaro en el brazo y recordó dónde estaba. Miró enseguida hacia Masi y Pablo, que les acompañaban en el trayecto. Los dos le devolvieron una sonrisa triste y una mirada comprensiva. "Si es que lo sabe todo el mundo, ¿para qué me voy a esconder?" Pensó entoces que tendría que prepararse bien para afrontar las preguntas de la prensa. Pero en ese instante era incapaz de pensar en algo que no fuera ver de nuevo a Chiara. - Ay, joder, perdón. De verdad que ya paro.

- Vio, que yo estaría igual, no te preocupes. - Le dijo Martin. - Y no la vas a perder. Van a ser unas semanas. Un mes como mucho. Eso no es nada. - "Tiene razón. Estoy siendo una dramática. Todas estas noches repitiéndole a Chiara que todo va a ir bien, que sólo van a ser unas pocas semanas, y a la que estoy dos horas sin ella, me derrumbo."

Violeta se obligó a calmarse y a disfrutar de la tranquilidad de la noche mientras recorrían los pocos kilómetros que quedaban para llegar. No quería que su guiri intuyera que había estado llorando. Pensó que había perdido unas horas muy valiosas de poder estar con ella pero que, a la vez, le había venido bien para entrenar lo que sentiría el lunes, después de la gala. Se dio cuenta de que llevaba toda la semana centrada en preparar a Chiara para cuando se fuera, para que tuviera todas las herramientas posibles y pudiera sobrellevar mejor su ausencia. Sin embargo, apenas se había preparado a sí misma para salir de allí sola. Había dedicado los pocos ratos en los que no estaba con ella a escribirle. Le resultaba muy difícil concentrarse en nada que no fuera ella.

Apenas una hora después del trayecto en furgoneta más dramático de su vida, Violeta se encontraba mil veces mejor. Sonreía mientras le explicaba a Chiara que más gente de la que hubiera imaginado les había reconocido en el teatro y que unas chicas hasta le habían regalado mayonesa.

SE APAGA LA LUZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora