34. Se apaga la luz.

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Chiara pensó que nunca había disociado tanto como aquel día que parecía que por fin terminaba. Se veía desde fuera, sonriendo a todo el mundo, contestando a cientos de preguntas, haciéndose la fuerte, pretendiendo ser una adulta funcional. Afortunadamente, había conseguido descansar bastante la noche anterior, con su madre en la cama de al lado. Antes de dormirse, Emma le había puesto al día de prácticamente todo. Flipó con la que habían liado sus fans aquella semana, para intentar que se quedara en la academia. También le explicó que había estado en contacto con Violeta desde que la expulsaron y la repercusión que tuvo el único tuit que se había dignado a escribir desde que salió, pidiendo que la gente votara para salvarla. Chiara notó una sensación extraña en el pecho al oír que su madre pronunciaba aquel nombre. Llevaba sintiéndose bastante estúpida desde que habían llegado al hotel y en ese momento, mirando al techo de la habitación, no pudo evitar esconder la cara bajo sus manos y frotarse la frente, mientras seguía escuchando lo que le decía. Aunque no se lo confesaría nunca a nadie, había albergado la esperanza de encontrarse a su pelirroja esperándola esa misma noche.

Solamente había podido hablar con ella unos minutos por teléfono en el trayecto hacia el hotel. Un escalofrío recorrió su cuerpo al oír aquella voz de nuevo. Apenas le dijo nada, sólo le recomendó que descansara mucho esa noche porque el día siguiente iba a ser muy movido, con entrevistas a todas horas. Antes de pasarle a Salma, que por lo visto estaba con ella, le dejó flotando un "Nos vemos pronto. Te quiero." Chiara intercambió un par de frases con la malagueña y colgó. Se quedó mirando por la ventanilla del taxi, preguntándose por qué no le decía exactamente cuándo se verían. Por qué estaba con Salma en algún lugar de Madrid y no allí con ella. No verbalizó nada. No iba a plantearle ese tipo de cosas a su madre y menos en ese momento en el que necesitaba ponerse al día de todo para poder afrontar las preguntas que le haría la prensa en unas horas.

Antes de dormirse, agotada por las emociones de la gala, no pudo evitar pensar que Violeta ya no sentía lo mismo por ella. "Igual tres semanas fuera son como tres semanas dentro, que da tiempo a que tu mundo cambie varias veces. Puede que se haya dado cuenta de que lo que creía sentir por mí no era más que su mente exagerando las emociones por todo lo que estábamos viviendo. Quizás al salir ha visto que no soy más que una niñata que se ha enamorado de ella y que en realidad no siente lo mismo por mí." Había entrado en una espiral de la que era muy difícil salir. No dejaba de pensar que ella habría estado allí, esperándola a la salida de plató o en el hotel o donde fuera. Notó que los ojos se le llenaban de lágrimas y, como si aún siguiera en la academia, hundió la cara en la almohada para no hacer ruido. A pesar de la tristeza y la angustia con la que se durmió, logró descansar más horas que cualquier noche de aquella última semana. Sin embargo, varios sueños sofocantes en los que Violeta besaba apasionadamente a Salma o la miraba a ella sin reconocerla hicieron que al despertar se sintiera confundida y agobiada.

Y ahora de nuevo eran altas horas de la noche y otra vez estaba en aquel hotel. Aunque ni la situación ni su estado de ánimo tenían nada que ver con los de la noche anterior. Cerró la puerta de la habitación y apoyó la espalda en la madera. Se quedó mirando a la mujer que tenía de frente, incapaz de decirle nada ahora que por fin estaban a solas. Aún no se creía que hubiera aparecido ahí de repente en el plató. Casi se le sale el corazón del pecho al verla. Casi la besa al abrazarla y sentir su olor. Casi se le escapa un "si tú supieras" al leer la carta de aquella niña. Casi se olvida de que estaban en directo, con Xuso a un metro de ellas, mientras cantaban Creep. Cada pocos minutos se obligaba a mirarla fijamente para convencerse de que estaba realmente allí, acompañándola en lo que le quedaba de trabajo aquella noche.

El trayecto hacia el hotel, con su madre sentada a su derecha y Violeta a su izquierda, había sido entre tenso y surrealista. Chiara apenas había abierto la boca mientras Emma y su pelirroja no dejaban de hablar, como si fueran viejas amigas que se están poniendo al día. Ella movía la cabeza de un lado al otro, tratando de enterarse de lo que decían. Pero era incapaz, Violeta hablando en inglés le provocaba demasiadas cosas. Le cogió la mano tímidamente, no soportaba tenerla al fin tan cerca y no tocarla. Enseguida notó sus caricias en los dedos y se quedó mirándola, pensando que estaba aún más guapa. Se le hizo eterno aquel trayecto de apenas diez minutos. Seguía sin decir nada cuando bajaron del taxi y entraron al hotel. Subieron las tres al ascensor y Chiara, al verse en el espejo, se dio cuenta de que tenía cara de susto o de estar flipando y trató de sonreír, cruzando una breve mirada con Violeta, que continuaba hablando con su madre.

SE APAGA LA LUZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora