29. Amantes.

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A Violeta le parecía surrealista estar echada en su cama de siempre, en casa de sus padres. Era ya la segunda noche que pasaba allí, aunque la primera se había acostado tan tarde y tan sumamente cansada, que ni la contaba. Le parecía que todo lo que estaba viviendo era como un sueño, una especie de fantasía en la que ella se dejaba llevar de un lado a otro sin ser del todo consciente de dónde estaba y de lo que hacía. Aún se abrumaba al pensar en toda la gente que había ido el día anterior al Ayuntamiento a recibirla, a pedirle una firma, un abrazo. A ella. La habían avisado del impacto que estaba teniendo la edición y de la cantidad de fans que tenía, pero su mente no era capaz aún de interpretar todo lo que eso significaba. Se sentía un poco saturada, incapaz de verse como una persona conocida y mediática.

Necesitaba descansar. Necesitaba tiempo para procesar todo lo que estaba viviendo, para ordenar sus sentimientos y sus emociones. Pensó que aquel era el primer momento de paz que vivía desde que la expulsaron. Notó su respiración tranquila, acompasada a la de la chica que tenía a su lado. Le agradecía mentalmente que estuviera allí en la cama con ella, todavía poniéndola al día de muchas cosas. No se había dado cuenta de cuánto la había echado de menos y de lo importante que era para ella, hasta que se habían reencontrado. Aunque la había visto hacía apenas tres semanas, le parecía que habían pasado meses. "Supongo que he estado tan centrada en Kiki, que casi no he pensado en nadie más. Y en realidad, a ella también la necesito en mi vida." Mientras la escuchaba hablar, pensaba en cuánto la quería y en cómo lo iba a hacer para poder pasar tiempo con ella los próximos meses.

La cabeza le iba de un lado al otro, sus pensamientos eran como hilos que se iban cruzando y cada vez era más difícil deshacer el lío. Repasaba ahora mentalmente las primeras horas fuera de la academia. El resumen que le había hecho su padre, destacando las cosas buenas, para levantarle el ánimo. Y luego todo lo que le contó Julia, ya en el hotel. No podía dejar de agradecerle que hubiera ido hasta allí para apoyarla y explicarle cosas que quizás a su padre se le escapaban o le costaban más.

– No sabía si al final vendrías. – Le dijo Violeta cuando se quedaron solas en aquella habitación, a saber a qué hora de la madrugada. – Muchas gracias, de verdad. No sabes cuánto me ayuda tenerte aquí ahora mismo. – Le dio un abrazo, sin saber muy qué decirle o qué preguntarle primero.

– No me tienes que dar las gracias. Te dije que vendría y aquí estoy para ayudarte en todo lo que pueda. – Le dijo Julia sentándose en la cama. – Sabes perfectamente cuánto te quiero y no te voy a fallar en este momento tan importante. Tengo que contarte varias cosas y algunas no te van a gustar.

No hizo falta que le preguntara nada. Le puso al día de todo lo que se había visto de ella con Chiara y de lo que se comentaba en redes. Le explicó cosas que le sorprendieron y otras que no tanto. Se dio cuenta de que había mucha más gente apoyándola de lo que pensaba, que tenía un montón de fans que habían estado devastadas desde la nominación. Se quedó sin palabras cuando le enseñó un par de vídeos de Salma, llorando y contando las cosas de una forma un tanto rara. Pensó que tendría que hablar con ella pronto, a ver qué le decía.

– Básicamente, la mitad de la gente piensa que estás liada con Salma y la otra mitad que lo estás con Chiara. En cualquier caso, que me has estado poniendo los cuernos durante semanas. – Le dijo con una media sonrisa. – Es cierto que cada vez que yo comentaba algo en Twitter o ahora al saber que venía aquí, mucha gente se quedaba un poco descolocada. Vaya, siento decírtelo así, pero creo que es en gran parte por culpa de todo esto por lo que te has ido. Sobre todo por lo que ha ido soltando Salma, que además nunca lo ha negado fuera.

– Siento que hayas tenido que vivir esto por mi culpa, Julia. – Le dijo sentándose a su lado, cansada y triste. – Que tanta gente haya estado opinando sobre ti, sobre nuestra relación. Joder, de verdad que en ningún momento he querido ponerte en esta situación.

SE APAGA LA LUZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora