32. Bollodrama.

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– Venga, te prometo que el peor momento es este. Luego todo mejora, créeme. – Le dijo Chiara mientras la abrazaba, sentada en su cama. – La primera noche sin Violeta casi me voy de aquí mientras dormíais. De hecho, si no me fui, fue porque ella me había pedido explícitamente que no lo hiciera. Pero de verdad que, aunque la sigo echando de menos todo el rato, no he vuelto a pasar una noche tan horrible.

– A ver, sé que no es lo mismo. – Respondió Bea secándose las lágrimas con las manos. – Pero es que Álvaro era con quien más tiempo pasaba aquí, a quien le contaba absolutamente todo. Y pensaba que le iba a tener hasta el final. – Aunque trataba de evitarlo, los ojos se le llenaban de lágrimas de nuevo. – Perdona, Kiki. Te acaban de nominar y yo aquí montando el drama. – Le dijo pasándole un brazo por los hombros a la menorquina.

– Don't worry. Estoy bien. Y te entiendo perfectamente. – Dijo con sinceridad. – Es mucho peor que se vaya tu persona a que te nominen. Bueno, al menos para mí. Esta vez no se puede comparar a cuando me nominaron con ella. Y ni se acerca a lo mal que lo pasé cuando se fue. No es que esté contenta, preferiría no estar nominada ahora que ya no queda nada para que esto termine, la verdad. – Su amiga la miraba tratando de calmarse un poco. – Pero si me voy ya, pues en parte mejor. Así veo antes a Violeta.

El resto de sus compañeros fueron entrando a la habitación y, por primera vez en muchos días, estuvieron hablando todos juntos. Empezaron tratando de animar a Bea, pero pronto se pusieron a hablar de lo raro que se hacía ser sólo la mitad. Chiara miraba a su alrededor, fijándose en que la mayoría de las camas ya no las usaba nadie. Pensó que le parecía hasta grande la habitación, ella que tantas veces había deseado poder tener más espacio e intimidad. Hablaron de las firmas, de la cantidad de gente que había ido a verles, de cómo era posible que tantas personas quisieran hacer cola durante horas sólo para saludarles. Chiara aún seguía un poco shock por lo que había vivido el sábado. Todavía sentía la emoción de ver a toda esa gente, mucha claramente allí por ella, vestida con su sudadera y llevándole regalos. Había hecho todo lo que estuvo en su mano para que no se le notara mucho el gay panic cada vez que le mencionaban a Violeta.

Los ocho seguían hablando a pesar de que estaban agotados y bastante bajos de ánimo. Bea no parecía remontar por mucho que ahora Martin le dijera que en tres semanas volvería a ver a Álvaro. Lucas y Naiara apenas decían nada, estaban sentados lado a lado, de la mano, ambos con la mirada perdida. Chiara no pudo evitar que le recordaran a Violeta y a sí misma la noche que las nominaron, incapaces de hablarse. Se preguntó qué habría realmente entre el uruguayo y la maña. Siempre estaban juntos y hasta dónde ella sabía compartían cama casi todas las noches. Pero nunca había visto ni oído nada como para estar segura de que estuvieran liados. Aunque si se paraba a pensarlo, probablemente ellos tampoco sabían lo que había entre Violeta y ella. "¿Cómo puede ser que estemos todo el día juntos y aun así podamos ocultarnos este tipo de cosas?"

Empezó a imaginarse cómo sería la vida cuando estuvieran todos fuera. Pensó en salir de fiesta con ellos, en la gira, en si seguiría habiendo buen rollo entre todos. Imaginó que ya no habría secretos en ese momento, no veía que hubiera necesidad una vez terminado el concurso y sin cámaras apuntándoles todo el rato. Se vio por un instante bailando con Violeta en la pista de una discoteca, con el resto de sus compañeros cerca, cada cual sintiéndose libre de hacer lo que quisiera. Imaginó que se besaban sin dejar de bailar y nadie se sorprendía. Que todo el mundo sabía que se irían juntas cuando acabara la noche. Su mente seguía divagando, pensando en cómo sería compartir habitación con ella durante la gira, de ciudad en ciudad, de hotel en hotel, sin separarse de ella de nuevo.

– ¿Y esa cara de idiota? – Ruslana se había levantado de la cama en la que estaban Martin y Juanjo y se acababa de sentar a su lado. – Bueno, no me lo digas, que ya me lo imagino. Tía, que estoy llevando yo peor que tú la nominación. – Chiara se fijó en su amiga y vio que tenía los ojos hinchados y rojos.

SE APAGA LA LUZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora