26. No me sueltes.

4.6K 135 21
                                    

– Perdona, de verdad. I'm really sorry. – Le dijo a Violeta con un hilo de voz. La miraba triste y arrepentida. – No volveré a hacer algo así, es que no sabía cómo gestionar la situación. En ese momento sólo podía pensar en que todo se acababa, que todo se iba a la mierda. Sentía que me hundía y no quería arrastrarte conmigo. – La pelirroja le acariciaba la mano, sentada a su lado en la cama. – No quería hacerte más daño aún.

– Tú no me haces daño nunca, Kiki. – Respondió apretándole la mano y mirándola a los ojos. Chiara pensó que estaba preciosa a pesar de las ojeras y de la tristeza que se reflejaba en su mirada. – Me hace daño la situación, pero no tú. Tú eres lo único que me importa. Y despertarme destrozada esta mañana y no saber por qué no estabas a mi lado me ha dolido. Escucha, entiendo que necesites estar a solas, o con otra gente. No te estoy pidiendo que estés todo el rato conmigo ni mucho menos. No es eso, ya lo sabes. – Seguía mirándola a los ojos y Chiara se quería morir pensando que por su culpa aquella mujer había estado aún más triste. – Pero si me dices que te has despertado de madrugada taquicárdica, con ansiedad y que te has ido a tu cama a llorar sola para no molestarme y dejarme descansar, pues me da algo. Quiero que me despiertes, que me busques, que me llames, lo que sea, siempre que lo necesites. No te escondas de mí, nunca me vas a molestar.

Chiara dejó caer su cabeza sobre el hombro de Violeta. Quería sentirla cerca, pero si seguía mirándola se pondría a llorar de nuevo y ya no le quedaban lágrimas. Sabía que debería haberla despertado la noche anterior, al menos para avisarla de que se iba a su cama. Sus palabras y sus abrazos eran lo único que conseguían devolverle algo de calma y felicidad, pero a la vez no quería que viera que estaba destrozada para no causarle a ella más tristeza. Le generaba aún más ansiedad pensar que su chica sentía la misma nube negra que ella en el interior.

Una nube negra que había llegado hacía justo 24 horas a sus vidas. "¿Cómo coño hemos acabado las dos nominadas?" Por más vueltas que le daba, no entendía cómo habían podido tener tan mala suerte. Podía llegar a aceptar que su actuación no había estado a la altura y que verse en aquel escenario tocando el piano le había pasado factura. Reconocía que no había sido su mejor pase, aunque viendo el repaso de gala, tampoco le parecía que estuviera tan mal. "Pero es que Flowers no era nominable, for fuck's sake!"

Desde el momento en que fue consciente de que una de las dos se iba a ir en la siguiente gala, su mente dejó de estar ahí. Sólo recordaba flashes de la noche anterior. El público de plató gritando. La cara de circunstancias de Chenoa. Los brazos de Violeta rodeándola. Sus propias lágrimas corriendo por las mejillas. Y luego tener que seguir ahí un buen rato más, sin soltar la mano de Violeta, intentando aparentar que no se estaba rompiendo por dentro. Que todo su mundo no se iba a la mierda. Recordaba estar ahí, tratando de atender a lo que decía Masi, como si no acabara de empezar una cuenta atrás imparable que terminaría separándolas. Del trayecto de vuelta tampoco recordaba demasiado. Le vino la imagen de Ruslana abrazándola cuando por fin salían de plató.

– Lo siento mucho, Kiki. – Le había dicho con lágrimas en los ojos. – Estoy para lo que necesites, ¿vale? En cualquier momento, lo que sea. – La abrazó aún más fuerte y le dio un beso en la mejilla. – No quiero que te vayas. Ya sé que tú no estás mal por irte o no irte. Es una mierda esta situación, me parece súper injusto, como tantas cosas en este concurso. Y ya no te digo nada más negativo. Aquí estoy para lo que sea. – Le dijo forzando una sonrisa mientras le cogía las dos manos. – Y Kiki, si no te veo en toda la semana, lo entiendo también. Te quiero mucho.

Las palabras de su amiga aún resonaban en su cabeza cuando se metió en la cama con Violeta un poco más tarde. Pensó entonces que ella ni siquiera tenía eso. Ya no estaban allí ni Denna ni Salma. No pudo augantar más las ganas de llorar al darse cuenta de que probablemente Violeta lo estaba pasando aún peor que ella. La motrileña la abrazó, le besaba la cara, como si pudiera contener sus lágrimas con los labios. Chiara la miraba con tristeza, queriendo decirle muchas cosas, pero incapaz de encontrar las palabras. Sólo quería cerrar los ojos y que, al abrirlos de nuevo, la situación fuera otra. Violeta tampoco parecía poder decir nada. Terminaron durmiéndose sin apenas haber hablado, abrazadas. Pensándolo ahora, no le extrañaba haberse despertado a las pocas horas con un ataque de ansiedad.

SE APAGA LA LUZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora