11. Sin aplausos.

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Tumbada en la cama, sin poder dormir, Violeta pensaba cómo era posible que el día que acababa de terminar hubiera sido a la vez el mejor y el peor desde que había entrado en la academia. Era algo que en su vida real no le había sucedido nunca. Pasar, en muy pocas horas, de sentir la emoción de algo nuevo, de que todo se coloca en su sitio, a ver cómo se derrumba tu mundo, un mundo que aún estás construyendo. Llevaba un buen rato pensando en cómo afrontar la nominación. Le jodía especialmente porque consideraba que era injusta. Si hubiese salido nominada con Padam Padam, lo habría podido entender. Tuvo imprecisiones y vocalmente estuvo regular, le pudieron los nervios de la primera gala. Pero la actuación de esa noche no le había salido mal. Sabía que había bailado bien, no había desafinado en ningún momento y a ver quién se atrevía a decirle que no había conexión con su compañera...

"Joder, tres besos en tres horas. Ojalá más". Estaba orgullosa de haberle propuesto de nuevo a Chiara ensayar el beso. Los nervios casi se lo impiden. No era normal la velocidad a la que le había latido el corazón y cómo le había temblado todo el cuerpo, tanto al proponérselo, como durante el beso. Los besos. "La verdad es que yo lo hubiera ensayado un par de veces más antes de ir a plató. Pero bueno, así cuando ha pasado allí ha sido casi tan nuevo como la primera vez. Qué locura. Quiero más. Igual soy una mierda de persona." Se sentía mal porque en aquellos besos no había nada de acting. Al menos por su parte. Había sentido cada milímetro de la piel de Chiara en la suya, había notado cómo se derramaba algo en su interior cada vez que sus labios se tocaban. Había flipado al sentir la lengua tímida de la otra rozando la suya, casi imperceptiblemente, bajo los focos, con las bailarinas rodeándolas y centenares de personas aplaudiendo. Parecía una película. Una película que habría visto mucha gente. Julia, por ejemplo.

Una lágrima recorrió su mejilla derecha y ahogó un sollozo con la mano. Se sentía fatal pensando en cómo se podría estar tomando todo aquello su novia. Lo último que quería era hacerle daño. Quería hablar con ella, explicárselo todo y que pasara lo que tuviera que pasar. Pero imaginarla ahí fuera, sola, sin respuestas a sus preguntas, leyendo teorías en Twitter, imaginándose vete a saber qué... Eso le hacía sentir como una mierda. Porque la verdad era que sí que había algo. Físicamente no había pasado nada más allá de esos 3 besos televisados. Pero ya no se atrevía a negarse a sí misma la atracción que sentía por Chiara. Y no era sólo física. Le fascinaba todo su mundo y muchas veces se daba cuenta de que no podía dejar de mirarla y escucharla. Cuando la oía cantar lo que ella misma componía, al piano o a la guitarra, se le removía todo por dentro. Y esta última semana no había ayudado. Quería más de todo con ella.

Y aquí estaba ahora, sintiéndose ilusionada y culpable a la vez. Emocionada y triste. "¿Cómo coño voy a sobrellevar esta semana, que además puede ser la última aquí?" Había hablado con Denna un rato antes de acostarse. Su amiga también nadaba en un mar de emociones contradictorias, contenta porque se había quedado Álex, pero hecha una mierda porque igual se iba ella en la siguiente gala. Y si no se iba ella, se iba Violeta. Las dos se habían puesto a llorar y se habían prometido apoyarse en todo durante esa semana. Un poco antes, en la cocina, Chiara había estado animándola, sin muchas palabras, casi en silencio. Se había limitado a decirle que estaba ahí para ella incondicionalmente, agarrándole fuerte la mano. Nunca la había visto tan triste. Había pasado de la euforia de IKAG al bajón de verla nominada.

Violeta contuvo la respiración y se concentró en los sonidos de la habitación. No era la única que lloraba en silencio. A lo lejos se oía un leve llanto, muy contenido. Ruslana. "Jo, pobre. Qué putada también. Echaremos de menos a Omar, pero ella más." Chiara había estado un rato con la ucraniana, consolándola, pero hacía ya una media hora que la había visto subirse a su cama. Se la imaginó dormida, completamente desnuda bajo el edredón, respirando pausada y profundamente. Nada le hubiera gustado más en ese momento que estar a su lado, sólo dormir abrazada a ella, nada más.

SE APAGA LA LUZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora