31. Bisexual.

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Violeta se sorprendió un poco al notar que le gustaba la sensación de rodear aquellos hombros musculados con sus brazos. Casi tenía que ponerse de puntillas para poder abrazarle, mientras él la agarraba por la cintura. Bailaban al ritmo de una canción que no conocía, seguramente había salido cuando aún estaba en la academia. No había bebido mucho, pero la falta de costumbre hacía que aquel par de copas le hubiera subido un poco y ahora sonreía como una adolescente que sale de fiesta por primera vez. Le vino el recuerdo de estar abrazada a Chiara, bailando con ella en las duchas, poco después de haberse dicho que se querían. Hacía unas tres semanas de aquello, pero sentía que había pasado en otra vida.

Más allá del baile agarrado, en poco se parecía su situación actual a aquel momento tan íntimo que había compartido con la menorquina. Ahora estaba rodeada de gente y la música casi no le permitía oír lo que le decía aquel chico. "Madre mía, será el alcohol, pero llevo tanto tiempo saliendo con mujeres, que se me había olvidado lo diferente que es estar así con un hombre y sentir su altura, su fuerza, su olor..." Pensó Violeta, dándose cuenta de que estaba algo borracha.

– Seguro que les haría gracia saber que estamos aquí los dos bailando. – Por fin logró entender algo de lo que le decía Omar. Había terminado aquella canción y ahora bailaban con el resto de sus compañeros. – Igual hasta están ahora juntas, hablando de nosotros. ¿Te imaginas? – Violeta pensó que su amigo también iba un poco borracho. No había dejado de hablar de Ruslana en toda la noche.

– Bueno, son casi las dos de la mañana. Sinceramente, espero que estén durmiendo o mañana van a tener un día difícil. – No estaba muy segura de que Omar hubiese oído todo lo que le había dicho. – Igual están soñando con nosotros. – Le dijo casi gritando mientras sonreía.

Aquella misma tarde, antes de ir a una premier, había estado en casa de Denna con algunos de sus compañeros. No se acostumbraba a lo que estaba viviendo esos días. Le abrumaba un poco estar en Madrid yendo a alfombras rojas, que la prensa le hiciera las mismas preguntas constantemente y que tanta gente la reconociera por la calle. Estar con sus amigos, con gente que estaba viviendo prácticamente lo mismo que ella, era lo que más le ayudaba a normalizar esa nueva realidad. Siempre había alguien con quien podía hablar, con quien compartir inseguridades y miedos. Ese día, había conectado especialmente con Omar, más incluso que en la academia. Habían estado un buen rato charlando mientras descansaban en el sofá de Denna, ya vestidos para salir. Violeta le había contado cuánto le echaba de menos Ruslana y le había puesto un poco al día de lo suyo con Chiara. En un momento de la conversación, Omar le había preguntado si quería echarse unas risas, señalando su móvil. Violeta asintió, sin saber muy bien qué esperar.

– Es que hay alguno que es buenísimo, que hasta me hace dudar y todo, joder. – Le dijo riendo, después de haberle enseñado unos cuantos edits en los que parecía que Chiara y Ruslana podían tener algo más que una amistad. – Mira, aquí, por ejemplo, me queda muy claro que mi chica es bisexual y siempre lo seguirá siendo. – "No sé muy bien qué quiere decir con eso, pero no me apetece mucho ponerme a hablar ahora sobre ser bisexual, la verdad." Pensó Violeta, mientras Omar seguía riendo, sin dejar de mirar la pantalla de su móvil. Violeta sólo sonreía, incapaz de reír del todo, no porque pensara que realmente hubiera algo entre ellas, si no por el simple hecho de ver a Chiara allí sin ella.

Hacía pocos días que había empezado a ver vídeos de ella y todavía le costaba no emocionarse. Antes de eso, sólo había sido capaz de escuchar lo que le contaba Tana, una especie de resumen diario de cómo le estaba yendo a su morena. Sin embargo, el lunes, horas antes de la gala, se había armado de valor y le había pedido que le mandara cosas. Estuvo viendo en bucle cuatro vídeos cortos que le envió y luego le pidió más, diciéndole que se veía preparada. Se quedó helada al darle al play a un edit en el que Chiara cantaba una canción que no conocía, a medio componer. Empezaron a caerle las lágrimas al oír su voz mientras las imágenes de ellas dos juntas se solapaban con las de Chiara sola esa última semana. La letra de la canción hacía que se le erizara la piel, se la cantaba directamente a ella. Se le escapaba una sonrisa triste entre los sollozos cuando aparecían las dos abrazándose y se le rompía el corazón en el siguiente fotograma, al ver a su chica llorando sin poder hacer nada para consolarla.

SE APAGA LA LUZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora