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Era el segundo día del nuevo año y, como había hecho el día anterior en la mañana, Fort se encontraba observando a Noeul mientras éste dormía tranquilamente en el sofá. Empezaba a preguntarse a qué se debía que el alto durmiera ahí y no en la habitación, hasta que recordó que él había compartido la cama con él por varios meses. Además de que algunas veces la habían usado para otra cosa que no fuera solo dormir.

Recordó su encuentro con Boss.

El chico no era malo; aunque eso lo pudo notar por la buena acción que había hecho antes de navidad, y empezaba a lamentarse de que el azabache no aceptará su trato. ¿Acaso; todos esos días, había ideado su plan de manera tonta y en vano? Empezaba a creer que sí. Por supuesto; si hubiera sido alguien más, iba a costarle algo de trabajo llamar la atención de todos los chicos anteriores pero con Boss no hubo necesidad de eso. El chico podía verlo y eso solo era un peso menos de encima.

—¿Cómo hacer que ustedes dos se conozcan sin que parezca forzado? —Se preguntó y se sentó en el suelo con las piernas cruzadas. Puso uno de sus codos sobre su rodilla y apoyó una de sus mejillas en su mano. Unos golpes en la puerta lo hicieron apartar la vista del alto, luego su mirada se posó sobre el reloj; que habían colocado cerca de la televisión, y se extrañó un poco de ver que apenas iban a ser las ocho y cuarto de la mañana—. Qué raro, ¿quién puede ser a esta hora? —Se preguntó y volvió a mirar a Noeul.

Éste seguía durmiendo tranquilamente, como si realmente tuviera el sueño pesado aunque realmente no fuera así. Los golpes en la puerta volvieron a escucharse y, antes de que Fort pudiera salir para ver quién era, una voz infantil le dio la respuesta de inmediato.

—¡Tío Noeulie, abre la puerta! —Thitipong supuso que se trataba de Sunny. Aunque nunca lo había visto en persona, Noeul le había hablado mucho de él y lo adorable que podía llegar a ser cuando se encontraba de buen humor.— ¡Tío Eul!

—Uhm... —el alto por fin despertó y talló un poco sus ojos para tratar de quitarse la pereza un poco. Se levantó del sofá y trató de acomodar un poco su cabello; todo alborotado, mientras se acercaba a la puerta.

—¡Tío!

—¡Ya voy, ya voy! —Tuvo que gritar para que el infante pudiera escucharlo y suspiró pesadamente para después abrir la puerta.— ¿Qué hacen aquí tan temprano?

—Sunny quería verte lo más pronto posible —respondió su hermano y entró al departamento con el menor sin haber pedido permiso.

—Claro, pasa como si no fuera una casa ajena —cerró la puerta del lugar y sonrió levemente al ver que su hermano se encontraba algo avergonzado—. Solo bromeo, sabes que estás como en tu propia casa y... lamento que tengas que ver el desorden —se acercó a la mesa de centro para agarrar la caja de pizza y algunas latas de cerveza vacías—. No me avisaste que vendrías a esta hora, James —le aclaró y fue a la cocina para tirar la basura en el bote.

—Lo lamento, se supone que vendría como a medio día a traerte a Sunny pero me necesitan en el trabajo y quieren que llegue antes de las nueve —el menor de los adultos sonrió de lado para después darle una mirada a su hijo, quien se encontraba jugando con un par de carritos que había llevado—. Le hubiera dicho a Nara que lo trajera pero también tuvo que ir a trabajar y, bueno, mamá no se encuentra en la ciudad porque fue a ver a papá.

—Espera, espera, ella... ¿fue hasta Gyeonggi, solo para ver a papá? —El mayor se cruzó de brazos y ambos rieron al respecto—. ¿Sabes que ellos no solo van a hablar, cierto? Discutieron hace, ¿qué? ¿Casi dos semanas?

—Sí, él día que te dije que papá se iría por esa tonta pelea fue hace casi dos semanas —afirmó—. Realmente me sorprende que estuvieran más de cinco días sin dirigirse la palabra.

El chico perfecto para mi ex // Bossnoeul - FortNoeulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora