Día 36

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Soobin despertó un poco tarde, lo último que recordaba fue un beso en la mejilla que Yeonjun dejó una vez las cámaras estuvieron encendidas, se arregló el cabello en el baño, de nuevo le dolía la cabeza, escuchó a Yeonjun quejarse por el dolor de espalda pero no quería negar que le daba risa, al parecer si era un anciano decrépito.

Una vez duchado y vestido buscó algo entre sus cosas, marcó el día en el calendario cuando una foto cayó de este.

"Promete que nunca te desharás de ella"

Nunca lo hizo, quizá porque esperaba que la promesa de amor siguiera en pie, aunque eso implicaba que ella estuviera hecha pedazos, que él fuera quien lo provocara aún, que nada estuvo bien nunca, dejó la foto de nuevo en su sitio y guardó el calendario.

Bajó a la cocina que estaba muy bien ordenada, una semana antes Yeonjun lo obligó a ayudarle con la limpieza ya que él era quien más ensuciaba dejando gotas de soda, pedazos de frutas congeladas, postres medio tirados y platos vacíos por todo lugar disponible.

Buscó los materiales llevando en mano su celular, por suerte en la casa había de todo para hacer todo lo que quisieran, una vez con los utensilios listos comenzó a sacar las demás cosas, desde las verduras hasta el dulce que necesitaría.

En aquella casa lo único que se escuchaba era aquel chico joven de cabello negro trabajando arduamente en la cocina, con unos cuantos gritos por miedo a quemarse con el aceite, el asco de tocar la carne cruda y su textura lisa y extraña, hasta los tarareos y celebraciones cada vez que algo salía bien.

—No de nuevo! — gritó cuando la carne se quemó de nuevo, dejó el pedazo a un lado y comenzó desde cero.

Llevaba casi dos libras entre carne quemada, muy llena de condimento, salada, cruda y medio tostada, ninguna con el punto que debía, eran casi las doce y media pero Soobin no se rendiría.

Casi lo hace cuando se le quemó la línea de galletas que había horneado, pero volvió de nuevo a hacerlas, lavó, cortó y batió todo una y otra vez tantas veces como fueron necesarias para que todo saliera bien.

Si había algo que Choi Soobin desconocía era el rendirse.

Terminó por fin sirviendo todo en orden y con sumo cuidado, Yeonjun llegaría a almorzar, lo sabía porque salía de trabajar a las once y media de la mañana, se sorprendería al ver todo lo que había preparado y quizá también por los miles y miles de utensilios que estaba sucios esperando ser lavados.

Se fue a la sala a ver televisión, Yeonjun aún no llegaba y eran las dos de la tarde, revisó el reloj una y otra vez, la comida estaba fría pero si llegaba se dedicaría a calentar todo de nuevo para que pudiera comer de la mejor manera sin importar qué.

A las cuatro de la tarde Soobin lavaba lo que había ensuciado, la sorpresa sería mejor si todo estaba en orden, sabía que Yeonjun amaba el orden así que era lo mejor que podía hacer, lavó y lavó hasta que sus dedos estaban como pasas pero todo relucía limpio de nuevo.

Las siete de la noche, Yeonjun quizá cenaría lo que había preparado, solo esperaba sentado en un peldaño de las escaleras frente a la puerta, jugaba con sus manos esperando el momento en que llegara con una sonrisa, se disculpara como siempre que llegaba tarde y pudiera abrazarlo sin importarle nada, llegaría, diría un "lo siento" iría al comedor viendo todo lo que había preparado y se emocionaría al verlo.

Y allí teníamos a un Soobin sonriente de nuevo, que no perdía sus esperanzas por nada del mundo, imaginando su mente se dispersaba y creaba su sonrisa angelical aunque él mismo no pudiera verla.

A eso de las diez de la noche se dedicó a guardar las cosas en orden, Yeonjun quizá se quedaría trabajando, quien sabe... seguro estaba muy ocupado, dejó un plato por si llegaba con hambre y subió a la habitación a dormir.

Acomodado en su cama, viendo sus propias manos y contando una y otra vez sus dedos esperaba que al menos llegara a dormir a su lado, le hacía falta verlo, escuchar sus quejas y regaños, contó por enésima vez sus dedos y se quedó dormido con un poco de melancolía, con un poco de angustia y sobre todo... con sus esperanzas abajo.

El movimiento del colchón hizo que abriera sus ojos de nuevo, se había dormido viendo hacia donde generalmente Yeonjun estaba, sus ojitos detectaron que el mayor había llegado, trató de moverse pero estaba demasiado agotado, ni siquiera había comido en todo el día esperando llegara y ahora que allí estaba no podía moverse bien por la pesadez, el sueño y el cansancio.

Yeonjun abrazó su cuerpo moviendo los dedos entre los mechones de su cabello, vio la nota que le dejó con el plato, incluso lo probó, y eso, solo destruyó más su interior.

"Compré flores pero se secaron ¿no las viste?

Esas no me gustan además estaba trabajando en un guion lo siento"

Por qué siempre te las arreglas para hacer pedazos a otros Yeonjun...

Soobin dormía tranquilamente, supuso que lo hizo con todo su esfuerzo, el día anterior notó en su celular que veía una receta pero creyó que era para que la ensalada no quedara tan mal de nuevo, nunca imaginó que haría todo su esfuerzo por un platillo que le quedó de maravilla, todo... para que Yeonjun ni siquiera llegara a tiempo.

Besó su frente acomodando los mechones rebeldes que iban por esta, murmuró un te quiero que deseaba no poder escuchar.

—Por qué me haces esto Soobin? ¿por qué no puedo olvidarte ni dejarte?

Eran las doce y media de la madrugada, Yeonjun se acomodó en su sitio contemplando cada parte del rostro del menor, acarició su mejilla con sumo cuidado, delineó en el aire la forma de sus ojos, las pestañas que caían sobre esas lindas mejillas esponjosas, sus labios tan suaves, tan carnosos y rosáceos, todo de él hasta quedarse dormido sin saberlo.

Acción...

Marriage StoryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora