Después de la muerte de sus padres, Eliza Swan fue acogida por su hermano mayor, Charlie, y desde entonces vive con él en Forks.
A sus 18 años, lo único que Eliza quiere es disfrutar de cada momento de su juventud, y preferiblemente con cierto médic...
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"Barbie gruñona"
Eliza estaba decidida; ese sería un buen día. No importaba si el día había amanecido con una lluvia más fuerte de lo normal, o si había quemado su tostada para unos segundos de distracción, tal como quemó su abrigo favorito cuando fue a plancharlo.
Lo único que había hecho en los últimos días era fingir que todo estaba bien y pensar en confirmar sus sospechas sobre su probable cáncer e incluso su casi inminente muerte.
Esa no era ella. Eliza era una chica alegre, espontánea, vivaz… no estaba acostumbrada a forzar sonrisas, mentirle a las personas que amaba, usar bromas como vía de escape y mucho menos ser pesimista ante cualquier cosa.
Todo lo que solía hacer era espontáneo. Nada planeado ni planeado, sólo desviar la atención, por lo que decidió ser ella misma, sin restricciones ni filtros.
— ¡Eliza! ¡Ten cuidado! — advirtió Charlie a la Swan mayor cuando saltó sonriendo con un paraguas en su mano derecha y su mochila en la izquierda hacia la camioneta roja descolorida.
Bella estaba justo detrás de la chica, pero a diferencia de Eliza, con cierta precaución. Ella era torpe y con el hielo aún más y estaba casi segura de que su tía no era muy diferente.
Lo cual se confirmó cuando la niña resbaló, casi cayendo boca abajo al suelo, si Charlie no la hubiera agarrado.
— ¿Ya ves? — gruñó Charlie, ayudándola a mantener el equilibrio nuevamente, mientras la chica reía. — ¿De qué te ríes, Eliza? Podrías haberte lastimado.
— Lo siento, Charlie. — se ajustó la mochila a la espalda y volvió a levantar su paraguas, intentando no mojarse mucho.
Isabella pasó junto a la chica que esperaba junto a la camioneta.
Charlie sacudió la cabeza y levantó su propio paraguas.
— Bella, cuida esa cabeza vacía, por favor. — pidió el hombre, recibiendo un asentimiento de la menor como confirmación.
Eliza puso los ojos en blanco.
— No necesito una niñera, Charlie. — gimió la morena.
Eso estoy viendo. Pensó el mayor, sin llegar a verbalizarlo.
— No olvides que te recogeré más tarde para que podamos ir al hospital. — advirtió Charlie, dejando un beso en la frente de la chica. — Pórtate bien.
Se despidió de Eliza y luego de Bella y esperó a que las chicas subieran a la camioneta y se fueran a la escuela antes de irse a su trabajo.
— Parece que hoy estás de buen humor. — observó a Bella mientras conducía. —¿Puedo saber el motivo?
— Hmm... — fingió pensar, con una gran sonrisa. — ¡Por fin voy a ver al Dr. Guapo otra vez! Ya hace un tiempo que no lo veo. — Liza sacudió la cabeza y suspiró con nostalgia.
