Después de la muerte de sus padres, Eliza Swan fue acogida por su hermano mayor, Charlie, y desde entonces vive con él en Forks.
A sus 18 años, lo único que Eliza quiere es disfrutar de cada momento de su juventud, y preferiblemente con cierto médic...
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"La cacería, parte II"
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Nadie dijo una palabra más durante el camino a la casa de los Cullen. Eliza ocasionalmente miraba a Carlisle, pero él nunca miraba hacia atrás.
El patriarca estaba demasiado ocupado reprendiéndose a sí mismo por ser tan descuidado en ese momento.
Edward permaneció en silencio mientras conducía, aunque quería decirle al hombre a su lado que nada de esto era culpa suya. James es un maníaco, cualquier otro vampiro se retiraría y avanzaría viendo la línea de defensa que seguramente formarían para proteger a Eliza. Pero no lo hace. James parecía sentirse aún más excitado por lo difícil que era conseguirla.
Cuando Edward estacionó en el garaje de los Cullen, Eliza fue la primera en salir del auto, sin esperar a los demás entró a la casa, pero se sobresaltó cuando vio a uno de los vampiros que estaban en el claro antes.
Laurent. El nombre le vino a la mente sin esfuerzo. Cuando pensó en dar un paso atrás, Carlisle ya estaba frente a ella, Edward apareció poco después y Bella segundos después, detrás de su novio.
— ¿Qué está haciendo aquí? — Carlisle casi gruñó. Eliza nunca lo había visto así, como si pudiera atacarlo en cualquier momento. El doctor siempre parecía muy tranquilo, centrado y pacífico.
— Vino a advertirnos sobre James. — dijo Jasper.
— Esta no es mi pelea. Estoy cansado de sus juegos. — comenzó Laurent. — Pero tiene unos sentidos incomparables, absolutamente letales. Nunca he visto a nadie como él en mis 300 años. — él contó. Eliza abrazó a Carlisle por la cintura, como si pudiera desaparecer de allí y estuviera protegida de todo daño. — Y la mujer, Victoria, no la subestimes. — concluyó antes de finalmente irse.
Eliza levantó la vista para ver el rostro preocupado de Carlisle mirándola.
— No te preocupes, todo estará bien. Resolveremos esto. — Carlisle intentó tranquilizarla, pero ni siquiera sus palabras parecieron tener ningún efecto en la chica.
— Está bien. — Eliza respiró hondo, de cara a toda la familia. — ¿Alguien tiene un plan?
— Lo mataremos. — Emmett se encogió de hombros.
— Está bien, pero ¿cómo?
— Es un rastreador. — dijo Edward. — Tenemos que encontrar una manera de alejarlo de ti y matarlo. En teoría está en desventaja.
— ¿Y Charlie? — preguntó Eliza. — Mi olor está por toda la casa y si va tras él, no sé, ¿quiere usarlo como moneda de cambio o algo así? — ella comenzó a desesperarse. — Alguien tiene que estar con él, por favor. Vigilar la casa lo mantendrá a salvo. No me perdonaré si le pasa algo.
