Después de la muerte de sus padres, Eliza Swan fue acogida por su hermano mayor, Charlie, y desde entonces vive con él en Forks.
A sus 18 años, lo único que Eliza quiere es disfrutar de cada momento de su juventud, y preferiblemente con cierto médic...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
"Familia"
Al entrar a la casa, Eliza se sintió aliviada al notar que ni Charlie ni Bella habían llegado todavía. Eliza le había enviado un mensaje a Bella diciéndole que no necesitaría recogerla del hospital antes de ir a la cita con Carlisle, por lo que la Swan más joven no debería llegar tan pronto.
Subió directamente a su habitación y luego fue al baño para darse una ducha y tratar de sacar toda esa tensión de su cuerpo. Cuando se metió bajo el agua caliente, Eliza deseó que el baño le quitara todo el peso de encima, pero desafortunadamente nada pareció ayudar.
Estaba confundida y tenía un millón de cosas ocupando cada centímetro de su mente. Además de su nuevo descubrimiento sobre el hombre - que ahora sabía que era un vampiro - de quien estaba completamente enamorada, todavía estaba confundida sobre su enfermedad y los nuevos exámenes.
Se sentía bien, como lo había hecho antes de enterarse de la enfermedad, pero tenía miedo de que su condición empeorara y Carlisle y el Doctor Shepherd le ocultaban la verdad hasta tener la confirmación.
Eliza odiaba que la gente le ocultara cosas. Su mente era demasiado fértil y paranoica para aceptar respuestas a medias, por lo que siempre terminaba creando el peor escenario posible si no le daban una respuesta concreta.
Y eso era exactamente lo que estaba pasando en ese momento.
Después de una larga ducha, Swan regresó a su habitación, se puso la sudadera más cómoda que tenía y se arrojó en su cama, mirando al techo mientras cientos de imágenes y pensamientos burbujeaban por su mente.
Ya casi había anochecido cuando Charlie Swan llegó a casa. Todo estaba en silencio. Demasiado silencioso. Pensó el Swan mayor, subiendo las escaleras. Caminó hasta la habitación de su hija Isabella, encontrando que la joven no estaba allí, su siguiente destino era la habitación de Eliza.
La puerta estaba entreabierta y pudo verla acostada inmóvil en su cama. Con un aumento considerable de los latidos de su corazón por el terror creciente, Charlie irrumpió por la puerta del dormitorio hacia la chica.
— ¿Eliza? — se acercó alarmado.
La chica se movió y se volvió hacia él con el ceño fruncido.
— Hola, Charlie. ¿Todo bien? — preguntó la Swan, encontrando extraña la reacción de su hermano mayor.
El hombre puso su mano sobre su pecho, respirando aliviado. Eliza se sentó en la cama, todavía confundida.
— Quién debería preguntar eso soy yo. — replicó el hombre. — Casi me matas del susto, niña.
Eliza se rió débilmente.
— Pero yo no hice nada.
— Exactamente. — murmuró, sacudiendo la cabeza en señal de negación. — Pero dime, ¿cómo estuvo la quimioterapia? ¿Te sientes bien? Hubo alguna reacción negativa.
