Legacy Of Shadows "Amor y Secretos en las Sombras" [+18]

Capitulo 5

Gwen

Al cabo de un par de horas ya quería irme de alli asi que propuse salir y Dante aceptó sin dudarlo. Juntas, nos dirigimos a una piscina cercana. Aunque estaba cerrada, pagué para que pudiéramos entrar.

Sin pensarlo dos veces, me despojé de los zapatos junto a la chaqueta, y me zambullí en el agua helada. Mientras que Dante, más cautelosa, se quedó en el borde.

—El agua está helada —murmuró.

—Entra —Dante negó con la cabeza y nade hacia ella—, no está tan fría.

—No traigo cambio de ropa.

—Quítate la que llevas puesta —sugerí, con una chispa traviesa en los ojos.

Podría haberle dicho que quería verla desnuda, pero decidí jugar un juego más sutil. Aún no estaba lista para revelar todas mis cartas.

—No tengo traje de baño —insistió Dante.

—Solo entra, luego resolvemos lo de la ropa —respondí.

Finalmente, Dante se sumergió en el agua. El frío la hizo maldecir, pero la animé a esperar un momento.

Me sentía extrañamente cómoda con ella, como si su presencia disipara las sombras que me rodeaban.

—Tus ojos brillan en la oscuridad —dijo Dante, observándome.

—¿Qué? —eso me sorprendió.

—Sí, tus ojos brillan.

Alguien olvidó ese pequeño detalle.

Salí del agua de inmediato, dirigiéndome a la parte más iluminada de la piscina. Ella me siguió, y cuando me volví, observé que la camisa blanca que llevaba puesta se volvió transparente con el agua, adherida a la silueta de su cuerpo.

Joder, se veía increíblemente sexy. Su sujetador blanco con encaje se delineaba perfectamente a través de la tela.

Una mancha en su costado derecho atrajo mi atención. ¿Un tatuaje? Sí, era un tatuaje. La última vez que la vi, no lo tenía.

Cuando notó que la estaba mirando, se cubrió rápidamente.

—¿Qué es? —pregunté, rompiendo el incómodo silencio.

—No es nada —murmuró, temblando por el frío.

—Toma —le ofrecí mi chaqueta para que se cubriera—, cambiate esa camisa.

Lo pensó un momento y se dio la vuelta, despojándose de la camisa, mientras yo observaba las gotas de agua deslizarse por su cuerpo.

—¿Puedo hacerte una pregunta? —inquirió con una mezcla de curiosidad y cautela.

—Ya lo has hecho —respondí con una sonrisa socarrona.

—No estoy jugando, Gwen —gruñó, frunciendo el ceño en señal de frustración.

—Está bien. Pregunta —cedí, ofreciéndole mi atención completa.

—¿En qué momento marcaste el libro?

—Desde antes que fueras a comprarlo —confesé.

—¿Entonces ya sabías que iría por el? —asentí con la cabeza— ¿Pero como?

—Es mi secreto.

—O vamos, sabías que me gustaba esa canción de Rihanna y ahora dices que ya sabía que me llebaría ese libro —murmuró—. ¿Como sabes tanto de mí?

—Eso no te lo puedo revelar ahora —confesé—. Pero pronto lo sabras.

—¿Que hay de tus ojos? ¿Usas lentes de contacto para cambiarlos de color?