IX

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Larsen permaneció varios minutos observando aquella puerta.
Hughes no había vuelto a husmear ni siquiera intentar desviar de dirección cada vez que pasaba por cerca de aquel lugar.
¿Y si aquello era una señal para que no lo descubriera? Tal vez no era tiempo aún o no era su responsabilidad hacerlo sabedor de aquello.
‒Ya está listo, señor ‒la voz de Radiel lo sacó de sus pensamientos una vez más.
Volvió a verlo para asentir y darle un último vistazo a la misma antes de salir.
“Supongo que no será hoy tampoco” pensó alejándose por el pasillo, seguido del más alto.
Del otro lado de la puerta, Hughes oyó los pasos alejarse y acabó por avanzar al cuarto de baño para tomar una ducha fría, evitando siquiera el pensamiento sobre el porqué se había quedado allí.


‒¿Por qué no decírselo usted mismo?
‒Parece que has pasado mucho tiempo con él estos días, se te ha pegado lo entrometido ‒comentó el mayor cogiendo su ropa de cama para cambiarse, aunque al no oír respuesta, una vez tuvo la suya, se detuvo y regresó a su ayudante‒ Hay cosas que necesitas descubrir por ti mismo, para tener opciones ‒aquello último pareció murmurarlo al meterse en el cuarto de baño.
Para cuando regresó a la habitación, Radiel ya no se encontraba allí y sin más, se metió bajo las cubres para intentar dormir.
Su mirada se encontraba clavada en el techo y sus pensamientos vagaban de aquí para allí como era usual, hasta que se estancaron en la expresión de Hughes; aquella, lo había arrastrado aún más atrás, a aquel momento que procuraba ignorar a la vez que no podía dejar de repasar, la última vez que lo había podido ver como su amigo.
¿Qué habría pasado si no hubiera sido cómo fue?

-Flash back-

‒Quién sabe, quizás terminemos siendo compañeros ‒un muy campante Hughes se adelantaba sujetando los brazos de la mochila que llevaba puesta.
‒Claro, ¿por qué no? ‒la voz del joven Larsen se oyó incrédula con cierta pizca de sarcasmo.  
‒¡Oye! Lo digo enserio. Imagina esto ‒deteniéndose de pronto, para apoyar una mano en el hombro ajeno y la otra extenderla hacia el horizonte‒ Tú y yo, una noche o atardecer, con un par de cervezas, una buena Feinwerkbau, compitiendo por quién obtiene el mejor puntaje… ‒el brillo en la mirada del menor consiguió desviar la suya, haciendo que fuera a parar a aquel punto imaginario que este señalaba delante.
‒Viejos con cirrosis, deberías agregar.
El joven Hughes lo vio con notorio desencanto, chasqueando los labios para volver a alejarse de él.
‒Arruina momentos ‒soltó el menor adelantándose un poco más.
Larsen no pudo evitar sonreír ante la reacción ajena, más no dejó que lo notara, por lo que con un leve meneo de cabeza en negación, cabizbajo, retomó su paso observando el camino y al que tenía en frente de vez en cuando.
“Por lo menos se incluyó” eran los pensamientos de Aghat, quien seguía fingiendo estar molesto por la respuesta del contrario.
Era su primer viaje a Escocía juntos, si eso no era cosa de personas que por lo menos tenían algo afín, no sabía qué lo era.


‒Cuando dije que no era necesario que me dijeras qué sitio escogiste para quedarnos, lo dije porque creí que siendo tú, sería un sitio tranquilo y aun así elegante… ‒comenzó un joven Hughes, volviéndose hacia su compañero con una sonrisa sarcástica en el rostro‒ No que terminaríamos en un sitio prácticamente deshabitado en la nada de Escocia.
El contrario solo le dedicó una mirada de soslayo y se regresó, sonriendo internamente divertido por la reacción.
‒¿No te agrada?
‒Mira este sitio ‒aunque no lo viera, levantó su brazo señalando el hermoso paisaje, distrayéndose un instante en las aguas del lago a un lado de ellos, en cuyo centro se encontraba una isla, en apariencia aún más deshabitada que el paraje donde se encontraban‒ ¿Cómo podría no gustarme? Pero seamos sinceros, ni siquiera tengo señal aquí, si no fueras tú estaría comenzando a preocuparme.
‒Quizás porque soy yo, deberías hacerlo ‒dedicándole la más sepulcral de sus expresiones con sus palabras, recibió un empujoncito de reclamo, acabando por reír con el otro.
Cuando llegaron a la cabaña en la que se quedarían, Hughes se dio un momento para apreciar lo rústica y abandonada que se veía, mientras Larsen se adelantaba a su interior para dejar su mochila.
El clima era frío y la luz del ambiente sombría, aunque por momentos las nubes se apartaran levemente para dejar pasar algunas entonaciones más cálidas.
‒No se nos caerá el techo mientras dormimos, ¿verdad?
El interior se encontraba mejor acondicionado que el exterior. Las camas, la cocina y la sala compartían el mismo espacio, aunque bien dividido, y solo el baño se encontraba apartado; los muebles de madera, las alfombras y decoraciones de lana con tejidos tradicionales, le daban un aspecto muy cálido.
‒No debería ‒Larsen se reincorporó de frente a la chimenea, observando cómo la leña que les habían dejado comenzaba a arder.
Hughes hacía de lado su mochila, depositándola sobre una de las camas sin dejar de observar el lugar, para sacar su cámara fotográfica de uno de los tantos bolsillos que esta traía.
‒¿Crees que tenga sótano?
‒No me lo dijeron, pero ¿por qué no lo descubres por ti mismo? ‒aun de espaldas a su compañero, enfocado en la llamarada de aquella pequeña fogata.
El menor chasqueó los labios, bajando la cámara para acercarse a ver las decoraciones con mayor detenimiento‒ Lo haré, seguramente.
Ahora, Larsen se dirigía a la cocina y a la bonita alacena que yacía sobre aquella. Decidió revisar dentro, encontrando queso en conserva y botellas de whisky escocés. Sonrió para sí cerrando el mueble, mientras conducía su mirada a una de las ventanas que tenía cerca, notando como una posible tormenta se avecinaba.
‒Al parecer tendremos un ambiente ideal esta noche… ‒dijo para sí, pero lo suficientemente claro como para lograr captar la atención del menor, quién se acercó tan pronto como oyó las palabras ajenas, quedando casi pegado a él observando el horizonte.
‒Solo dime que encontraste alcohol y podré morir sin arrepentimientos ‒dijo de pronto Hughes, con cámara en mano, sin dejar de ver el panorama; aquella ventana daba al lago y en consecuencia, a la desolada isla del centro, más el cielo que comenzaba a teñirse de diferentes tonos de gris con lejanos refucilos silenciosos.
Al no obtener respuesta, volvió a verlo para encontrar a Larsen señalando el contenido de la alacena abierta.
Una gloriosa expresión de felicidad apareció en el rostro del menor, haciendo que el contrario no pudiera evitar sentirse orgulloso por la decisión que había tomado, al permitirse elegir un lugar para pasar sus primeras vacaciones de invierno juntos.


‒Bien, ya tenemos el alcohol, la chimenea, una cabaña que rechina, una tormenta y la alfombra ‒dijo sirviendo el par de vasos entre ellos sin contenerse en la cantidad, luego de sentarse frente a la chimenea, y notando que el mayor se encontraba viéndolo como a un espécimen raro, sin imitarlo, lo invitó con un gesto y una sonrisa a la alfombra‒ A esto le faltan cartas.
Suspirando al ver aquel gesto, Larsen acabó por acercarse y sentarse frente al otro, como si no terminara de entender porqué el suelo cuando tenían el sillón y la mesa a los lados.
‒¿Has traído?
‒¿Tú no las has hecho? Reservaste una cabaña en el medio de la nada, ¿y no pensaste en cartas?
‒… He traído libros.
Hughes hizo una mueca al oír aquello, como si la palabra le hubiera recordado un mal sabor.
‒No podemos leer y beber- respondió sin creerse tener que decirlo‒ ¿Qué haremos? ¿Jugar a que bebe el primero que termina de leer la página? ‒a pesar de la ironía en su tono, al ver en la expresión contraria que se encontraba considerándolo, negó y bebió el contenido de su vaso de un trago, lleno de incredulidad, aunque pareció arrepentirse al momento‒ Esto es fuerte…
Frente a él, el mayor sonrió arqueando su ceja ante aquella reacción, tomando su vaso para beber solo un poco.
‒¿Qué tal “Yo nunca”? ‒sugirió al bajarlo nuevamente, tomando la botella para rellenar el vaso ajeno. De hecho, no era un juego que conociera de mucho antes, solo desde que hizo los preparativos para el viaje.
La sugerencia hizo que Hughes lo viera con extrañeza, como si no terminara de creerse que él lo sugiriera, pero conociéndolo, decidió obviarlo y ahorrarse la negativa.
‒Lo había olvidado, suena bien, hagamos eso. Yo empiezo ‒fingiendo pensárselo, tomó su vaso y lo levantó‒ Yo nunca he jugado yo nunca ‒y con una sonrisa, terminó sus palabras bebiendo, dejando expuesto sin luchas al contrario, que soltó una pequeña risa y ni siquiera se molestó en tomar el suyo.
El mayor permaneció unos cuantos segundos planeando qué preguntar, si bien había tenido varias ideas cuando lo consideró en un comienzo, ahora su mente parecía estar en blanco. Quizás el ambiente era demasiado placentero como para amagar siquiera arruinarlo.
‒Sí, realmente se nota que no lo has hecho ‒la voz de Aghat lo sacó de su cuestionamiento mental, que si bien no duró más que unos segundos, fue suficiente para captar la atención de su compañero, el cual había comenzado a abrir uno de los frascos de vidrio que contenían quesitos cuadrados en aceite de oliva con tomillo y romero.
Larsen se reincorporó, mientras observaba al contrario.
‒Yo nunca he disparado una metralleta ‒levantando su vaso sin prisa para dar un nuevo trago.
‒… ¿Acaso conociste el mercado negro? ‒lanzó Hughes, viéndolo de pronto como si lo hubiesen puesto en pausa.
El mayor bajó el vaso, esquivando la pregunta.
‒Tu turno.
‒Responde ‒dijo el menor.
‒…
La risa del joven Aghat inundó el lugar, incluso haciendo contraste con la fija expresión del mayor y la tormenta que se había desatado fuera.
‒Solo bromeo. Hoy en día cualquiera lo conoce ‒retomó luego de calmar su risa tentada, probando un poco del manjar que tenía enfrente.
‒¿Tú has estado ahí?
‒Yo no soy cualquiera ‒lanzándole un guiño, mientras se llevaba otro trocito de queso a la boca.
Esta vez sí, aquella respuesta consiguió hacer que Larsen bufara en una media sonrisa, admirando de alguna manera al hombre que tenía enfrente; tan despreocupado y seguro de sí como en su vida había conocido.
‒De acuerdo, entonces… Yo nunca he perdido mis prácticas de tiro contra nadie.
Aunque ambos tomaron sus vasos para beber, el mayor vio al otro con incredulidad.
‒No has visto a mi abuelo tirar cuando su vista no estaba tan echada a perder. Siempre sabía dónde iba a terminar la bala… Bueno, aun ahora creo que podría dejarme en vergüenza.
‒Ah, creí que te referías a la academia ‒viendo con más consideración sus palabras, bebió de su vaso con calma.
‒¿Qué? ¿Te sorprendió que otra persona fuera mejor que tú? ‒al ver una sonrisa que decía ‘culpable’ en el rostro ajeno, rió negando al beber.


Las gotas golpeaban gruesas y pesadas contra el techo de la cabaña, emitiendo el mismo sonido que pequeñas piedras, pero los dos hombres en su interior ya habían bebido demasiado como para que les importara, aunque probablemente tampoco lo habrían hecho si no fuera así.
Las llamas de la chimenea habían menguado hasta ser solo carbón ardiente, que les daba solo suficiente luz como para que pudieran ver lo que tenían enfrente.
‒Yo nunca he… ‒ya terminando la segunda botella, las frases de Hughes se habían convertido en una excusa para continuar bebiendo, por lo que al ver a través de la ventana el lago iluminado por la luz de un rayo, encontró cómo continuar‒ … Me he bañado en un lago ‒y bebió de su vaso, pero el otro frente a él solo lo vio divertido.
‒¿Nunca has nadado en un lago? ‒quizás más lúcido no le habría resultado tan sorprendente, pero ese no fue el caso, y al ver a Larsen negar, abrió más sus ojos antes de reincorporarse en su sitio‒ Te reto a meterte en el lago.
‒Espera, ¿has visto la tormenta que hay afuera? ‒imitándolo, se puso de pie para detenerlo. Ya había entendido qué tipo de ebrio era‒ ¿Acaso quieres que nos caiga un rayo?
‒Vamos, es como meterte a la alberca cuando llueve ‒le restó importancia con un gesto de su mano, aunque al ver la expresión opuesta, regresó a su expresión de incredulidad‒ ¿Tampoco lo has hecho? ‒chasqueando su lengua con reproche, tomó la mano del mayor para comenzar a caminar hacia la puerta‒ Vamos a solucionar eso.
Detrás de él, aunque Larsen no lo detenía, una gran discusión se encontraba teniendo lugar en su cabeza, que pareció resolverse cuando la puerta se abrió y el fuerte, frío y húmedo viento los azotó.
‒¡No sé nadar!
Un rayo pareció encontrar el momento perfecto para caer, iluminando la extraña expresión que le dedicó Hughes luego de oírlo, pero aun así no lo interrogó para confirmarlo, no hacía falta.
‒Debiste decirlo antes ‒su voz se oyó pequeña contra la gran tormenta, y protegido por el calor del alcohol, se regresó a admirar el paisaje como si de un día soleado se tratase, dejando sin problema el tema a un lado, cosa que el mayor apreció en silencio.
Aunque se encontraban debajo del reparo fuera de la cabaña, la lluvia era arrastrada por el viento, mojándolos lentamente como una llovizna, de la que ninguno de los dos sintió la necesidad de huir.
La calidez de la palma del menor hizo que Larsen, sólo entonces recordara que aún le sujetaba la mano, por lo que volviendo su mirada al contrario, dirigió la suya libre al hombro ajeno.
‒Lo haré algún día. Ahora iré a limpiar nuestro pequeño desastre ‒dijo consiguiendo que Hughes, tambaleándose al volverse de lado, le dirija una expresión perdida. El alcohol había conseguido marearlo lo suficiente como para que este pudiera ahora sentirse sedado, como si estuviera envuelto en niebla y nubes.
Larsen negó suavemente con la cabeza, para soltarse del agarre del contrario sin que lo notase, ayudándolo a volver a entrar a la cabaña como si de un hombre herido se tratase.
En su mente, Aghat creía ver a su abuela llevándoselo a dormir ya que era tarde, por lo que ni siquiera se enteró que estaba equivocado, incluso cuando el mayor se le quedó viendo luego de sentarlo en una de las camas del lugar, al escucharlo decir “No es justo, aún no he acabado de ver mi maratón de casos policiales.”
Solo cuando el menor se acomodó en el colchón ya descalzo y sin su abrigo, perdido en sus sueños, Larsen se apartó de la cama para juntar las botellas, lavar los frascos que habían utilizado y pasar un trapo húmedo en el sector donde había algo de whisky derramado.
“En verdad esperaba que se pusiera peor,” pensaba mientras secaba sus manos, observando a su compañero dormir. “Aunque…” dirigiendo su mirada a la puerta, la cuál aún yacía abierta. “Quizás no lo hubiese sido realmente.”

-Fin del Flash Back-

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