La gracia del destino.

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Disfrutaba de las noches de lluvia. Casi nada malo irrumpía la paz de su pequeño departamento. A excepción de las goteras, y la falla eléctrica que volvía con cada tormenta.

Fuera de eso, era una noche lluviosa como cualquier otra en la ciudad.

Pero aquella calma se vio interrumpida por el sonido de su teléfono. Aquel lujo que un tanto odiaba.

-Llaman.- anunció Archie.

Había sonado más veces de lo normal, pero aquello no parecía meterle apuró al mago.

Al cuarto llamado, el gato negro, cansado del aparato sonando descontrolado, decidido atender.

-Diga.

-¿Hablo con el señor caspera?- preguntaron del otro lado.

El gato se estaba por negar, pero por el tono de voz de la señorita del otro lado parecía indicar malas noticias.

-Él habla ¿Sucede algo malo?

Se hizo una pausa del otro lado, y se oyó como aclaraban la voz.

-Hola, soy Mara, amiga de Olivia, ella.- se frenó.

El gato se estaba impacientando, más aún porque del otro lado parecía que estuviera por llorar.

-Por favor, señorita Mara, le pido que se calme y me diga que ocurre con ella.- insistió, tratando de no sonar irritado.

-Ella sufrió un accidente, esta en hospital.- respondió con un inevitable llanto.

En cuando lo puso al corriente, el familiar corto, y noto que Hisirdoux lo veía.

-¿Quién era? Espero que esa llamada lo valga.- dijo un tanto burlón.

Archie se quitó los lentes, y los limpio. Le iba a costar decirle al mago de la mala nueva noticia, más aún al saber cómo se ponía este cada vez que a su única hija le ocurría cualquier cosa.

-Llamaron del Hospital, Olivia sufrió un accidente.- dijo con rapidez.

Siguió hablando, pero Hisirdoux dejo de escuchar. Era como si una parte de él hubiese sufrido junto con su hija. Ya le había comentado a Archie sobre un extraño presentimiento durante el día.

Buscó donde sentarse porque sus piernas se aflojaron ante la mala noticia, y su flujo sanguíneo parecía hacer cosquillear nervioso todo su cuerpo.

Estaba haciendo un esfuerzo sobrenatural para contener el llanto, y así evitar que su corazón se siguiera rompiendo con cada palabra.

De algo estaba seguro, es que no podía salir en ese estado a la calle, con cualquier brisa fría terminaría en el suelo, y ahora debía ser fuerte, más aún porque le debía contar a Circe.

Al llegar al hospital, y decir que era el padre de Olivia, solo pudo llevarse malas miradas por partes de las enfermeras. Hasta que, por mucho que odiara decirlo en voz alta, se presentó como el hermano mayor de ella.

Lo guiaron hasta su cuarto, y entro apurado al escucharla gritar con desesperación. Con ella estaba Zoe quien trataba de contenerla, pero su fuerza era mayor que la bruja.

La sostuvieron entre dos enfermeras mientras otra le daba un calmante, e Hisirdoux paralizado viendo como su hija se rompía en mil pedazos más.

-Déjenla, le hacen daño.- exclamo abriéndose camino.

Se sentó al lado de Olivia, y esta lo vio con la mirada llena de lágrimas, que lento se iba apagando a causa del calmante.

-Papá.- balbuceó.

Las Memorias de Olivia J.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora