Cuando se dio cuenta, estaba despierta viendo al techo. Parpadeó un par de veces, buscando que sus ojos comenzaran a ver con mayor claridad. El sol apenas iluminaba el cuarto con una luz blanquecina y fría, pese a la primavera.
Giró hacia un lado, y notó en el reloj sobre la mesita de noche que aun faltaban unos minutos para que sonara la alarma. No estaba muy segura de por qué se despertó así, si siempre lo hacia con el sonido del celular.
Giró al otro lado, y se topó con la espalda de quien dormía muy profundo a su lado. Olivia se sentó, sin hacer muchos movimientos, pero él volteó hasta quedar boca arriba. Creyó en ese momento que despertaría, por haberlo visto fruncir el ceño, sin embargo, se relajó. Una vez más, sus gestos se suavizaron.
La habitación pareció haberse hecho más cálida. La luz se tiñó de dorado, y Olivia sonrió. Bien, pudo asegurar en ese instante, que verlo dormir, fue lo que más extrañó del tiempo en que estuvieron separados. Marius tenía tanta paz reflejada en su mueca, que ella no supo como hizo para pasar tanto tiempo sin verlo antes de salir a enfrentar un nuevo día.
Se había acostumbrado a esa pequeña parte del día antes de comenzarlo.
Aunque si destacaba, que con su falta, no deseaba pasar ni un minuto de mas en la cama que habían compartido desde que fueron novios, hasta días previos a la ruptura.
Lo miró un poco más. Reparó en cada detalle. En sus cejas despeinadas, en su boca apenas abierta, y su suave respiración. Hasta los rizos oscuros y rebeldes que caían sobre sus ojos cerrados. El movimiento de su pecho, apenas perceptible, y esa pequeña mueca en sus labios que aparecía por unos segundos hasta volver a ser una linea a penas recta.
Olivia sonrió, y le dio un suave en su sien. Sin tardar más, salió de la cama. Se puso su remera (la cual dejó de su lado la noche anterior) y sin hacer muchos más movimientos en el cuarto, se marchó a hacerse el desayuno. Antes, agarró sus pantuflas en la entrada, y le dio una ultima mirada a Marius.
Sonrió una vez más.
En la cocina, puso el agua para tomarse un té, y revisó la alacena en busca de algunas tostadas para calentar.
—Vamos, ¿Dónde están?
Tanteó con la mano, sin asomarse, pues no llegaba a ver del todo, y dio un soplido de frustración. Se alejó unos pasos, y miró enojada al mueble.
—No creo que te hable —dijeron a su espalda.
—Debo saber un hechizo para que lo haga —respondió Olivia—. Estoy segura que me diría donda las escondió.
Volteó y se encontró con Marius y su rostro adormilado. Se acercó, y frente a él, se estiró para darle un suave beso en los labios. Él, bajo aquel manto de sueño, sonrió por la delicadeza en que hacía sus movimientos, y llevó las manos a su cintura. Olivia apena se retorció por las sutiles cosquillas de su tacto.
—Buen día —murmuró Olivia.
—Despertaste antes que la alarma —dijo Marius—. ¿Todo está bien?
"No sé", quiso responder Olivia. Quería decirle que algo le inquietaba, pero como no estaba segura de que se trataba, se lo guardó para ella. Aun sabiendo que la última vez que se guardó algo que la inquietó demasiado cortaron. Agitó sus pensamientos, y forzó un poco más sonrisa.
—Mejor que nunca —respondió—. Bueno, no sé dónde están mis tostadas, pero no creo que eso arruine mi día.
Marius vio en dirección al mueble, y sin soltar su cintura, la hizo dar pasos hacia atrás, siendo su guía. Llegaron a hasta la mesada, y apenas presionó a Olivia, mientras se estiraba para buscar las tostadas. Unos segundos tanteando, hasta que las encontró, y se las ofreció. Aunque no cedió ni un paso.
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Las Memorias de Olivia J.
Romance120 años para un mortal es mucho. Para un mágico (entre brujas y trolls) podía ser poco. Y para Olivia Julia era uno largo camino repleto de historias. Llena de romance. Con muchos momentos felices, y otros que dejaban marcas mas allá de su piel...