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— ¡Vete a la mierda! — Le gritaste a tu madre furiosa mientras apretabas tus puños y mandíbula

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¡Vete a la mierda! — Le gritaste a tu madre furiosa mientras apretabas tus puños y mandíbula.

Apenas habías llegado a la casa y te estaba regañando, no te dejaste y así fue que aquella "suave" discusión llegara a un grado más alto.

¿¡No lo entiendes?! ¡Me decepcionaste! — Tu madre te grito mientras caminaba hacia ti.

¡¿Yo te decepcione?! ¡Tu solo me utilizaste, me usaste como tu maldita marioneta! — Golpeaste la mesa con bastante enojo a la vez que fruncías el ceño.

¡Está era nuestra única oportunidad para salir de la pobreza y tú la arruinaste, solo trataba de ayudarnos! — Se veía bastante furiosa, al punto que estabas segura que probablemente los gritos y toda su pelea se escuchaba hasta la casa de tus vecinos.

Ante sus palabras te detuviste en seco y la volteaste a ver.

¡No te atrevas a decir eso! — La apuntaste y unas cuantas venas se resaltaron en tu rostro y brazos. — ¡Ni siquiera fuiste para preguntarme si estaba cómoda con este plan! ¡Ni siquiera te importo si en verdad amaba a ese hombre o no!

¡Tienes razón, no me importa! ¡Y no me importo porque pensé que tú también querías salir de la pobreza! — Grito la mayor, te indignaste ante sus palabras y apretaste aún con más fuerza tus puños.

¡Pues la verdad eso no me importaba si estaba contigo! Pero... veo que a ti solo te interesa la riqueza y no lo que piensa tu hija... — Te quedaste callada, tú expresión comenzó a cambiar de una enojada a triste.

Te alejaste de ella y retrocediste mientras mirabas al suelo indecisa.

Eres de no creer, madre, y si tanto te interesa ser rica, intenta tú hacer lo mismo! — Le dijiste, antes de darte la vuelta y caminar hacia tu cuarto.

Tu madre solo se te quedó viendo, sin poder creer lo que acababa de pasar, seguía molesta, muy molesta contigo.

[••••]

Todos en aquel lugar estaban callados, había un silencio tan tenso que hasta se podían escuchar las respiraciones de alguien si estabas lo suficientemente cerca.

Tengo miedo... — Informó una trabajadora, se le podía notar temblando levemente. — El señor Michikatsu no ha salido de su oficina en todo el día.... Pensé que pronto se le pasaría pero ya está llegando al extremo.

Y todo por culpa de la chica que entró a trabajar hoy. — Un chico torció los ojos con clara molestia. — Es su culpa, es su culpa que el jefe esté así, si no fuera por ella estaría aquí ayudándonos.

Tampoco debemos juzgarla... — El menor mencionó, antes de poner una expresión con lastima. — No sabemos quien inició la pelea, ¿qué tal si fue nuestro jefe? En ese caso no tenemos ningún derecho de criticarla, en tu caso.

Máquina de dinero | Michikatsu Yandere Donde viven las historias. Descúbrelo ahora