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— Enserio, Michikatsu, no es necesario que vayamos a mi casa y te lo digo yo

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Enserio, Michikatsu, no es necesario que vayamos a mi casa y te lo digo yo. —a pesar de que ya llevaban más de la mitad del camino, seguías intentándolo convencer de que se detuviera y se diera la vuelta. — Mira, mejor podemos ir a algún restaurante y después por un helado! ¿Que te parece? ¿Es buena idea, verdad?

Kioko.... —te llamo, sin dejar de conducir, a los segundos lo escuchaste como suspiro. — Ya te había dicho que no te preocuparas por eso, ¿tienes miedo de que vea tu casa?

Así es, me da vergüenza, algo que tú no conoces. —te cruzaste de brazos antes de apoyar tu cabeza en la ventana, y fruncir el ceño. — Solo te pido...que por favor te devuelvas.

No pasó mucho cuando sentiste que te tomo de la mano y la apretó entrelazando tus dedos con los suyos, esto hizo que lo miraras.

No me burlaré de tu hogar, de hecho estoy ansioso por conocer tu de seguro hermosa casa. No tienes nada de que preocuparte. —trato de tranquilizarte, aunque, tenías que admitirlo, pero no funcionó nada.

Eso espero, que después no me arrepienta. — soltaste un reprochó antes de dejarte caer en el asiento cansada.

Como no, por dentro estabas mal diciendo a tu madre por hacer esa invitación, pero, también a ti por tenerle en voz alta y no darte cuenta, ahora por culpa de estas dos cosas vas a perder la poca dignidad que te quedaba.

*****

No te quedaba de otra, le tuviste que decir tú dirección a Michikatsu, y no tardaron mucho cuando llegaron a tu respectiva casa.

Estaciónate aquí. —le dijiste, este se detuvo obedeciéndote pero te miró confundido.

¿Y eso como porque? —preguntó.

No quiero que me vean que estoy contigo, sin ofender.

¿Te avergüenzas de mí acaso?

No! Pero por favor...te lo pido. —lo tomaste de las mejillas y le hiciste una expresión algo "suplicante" pues ya sabías que iba a aceptar.

Está bien. —sacó las llaves pero con algo de molesta se bajo. — Anda, bájate tú también.

No pudiste evitar sonreír al ver que había aceptado, eso te causo una gran sensación de alivio, lo único que pudiste pensar era que ya no tenías nada de que preocuparte, esto mientras te bajabas del asiento.

¿Que esperas? Guíame hacia tu casa. —se encogió de hombros impaciente.

Ah, cierto, lo siento mucho. —hiciste una pequeña reverencia antes de rodearlo y empezar a caminar.

Máquina de dinero | Michikatsu Yandere Donde viven las historias. Descúbrelo ahora