Capítulo 1

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Un suspiro escapó de sus labios mientras colocaba los libros en su casillero.

Podía escuchar los murmullos de sus compañeros junto a las risas de los mismos. No estaba de ánimos para tener que lidiar con aquellos idiotas que lo molestaban siempre que tenían oportunidad.
Apenas si fue capaz de lograr dormir una miserable hora por quedarse estudiando durante la noche. El estrés por la semana de exámenes se intensificaba en su cuerpo y temía no ser capaz de aprobar alguna de las asignaturas correspondientes.

Su promedio era perfecto y a pesar de que todos creyeran que solo aprobaba porque le resultaban fáciles los exámenes, la realidad era que se quemaba las pestañas durante semanas completas para poder mantener las notas perfectas de las que sus padres estaban orgullosos.

Habría deseado que su vida universitaria fuera distinta a la de su escuela secundaria. Sin embargo, el hecho de que muchos de sus antiguos compañeros estén en su mismo edificio, solo lo habían hecho lamentarse.

Y es que no podía negar que había pensado en que más de uno de los idiotas que le hicieron la vida imposible en sus días escolares, habrían abandonado sus estudios antes de lanzarse por la tercer parte de la vida.

Dios o quien sea que se encontrara en el lugar del ser divino, parecía adorar que su vida estudiantil sea una mierda.
Aquellos compañeros no habían quedado atrás. Ahora compartía sus clases con la mayoría de aquellos que le jodieron la vida en aquellas épocas y los profesores eran peores, porque si en el secundario apenas y los castigaban por la manera en que lo trataban, los docentes universitarios parecían ni siquiera ver por el bienestar de sus alumnos. Sabía que debían tomar responsabilidades como los jóvenes-adultos que eran, pero no iba a negarse a una pequeña ayuda.

—¿Cómo estás, amigo?

Itachi frunció el ceño.

Uno de los muchachos que lo molestaba constantemente, se encontraba justo a su lado. El chico de cabello teñido de color gris lo miraba con una sonrisa y el azabache no estaba seguro de si comenzar a llorar antes de que el contrario le diga lo que quiere o simplemente, llevar su puño hasta impactar con la boca sonriente de su compañero.

¿A quién engañaba? El estrés y cansancio parecían hacerlo pensar tonterías.
¿Cómo alguien como él iba a lograr golpear al sujeto que se encontraba en frente? Apenas y le haría una cosquilla. Por otro lado, no pensaba soltar una miserable lágrima y humillarse de aquella forma.

—¿Qué quieres, Hidan?—Su tono de voz era hostil.

La sonrisa del mencionado se expandió y su cuerpo se recostó junto al casillero de Itachi.

—Tienes que hacer mi examen.—Comentó como si le estuviera hablando del clima.— No he tenido tiempo de estudiar y tu eres un cerebrito.

El joven volteó su mirada nuevamente hacia el interior de su casillero, intentando recordar que asignatura tenía en la primer hora.
Negó con su cabeza a la petición de Hidan y se vio obligado a retirar su mano con velocidad en cuanto notó que el chico iba a cerrar la puerta.

El sonido pareció hacer eco en el lugar aún cuando los alumnos se encontraban yendo de un lado al otro y el bullicio no se detenía.

Giró su mirada con el ceño fruncido, enfrentándose al joven que le sonreía de lado. El idiota parecía no dimensionar en el daño que podría haberle causado el cerrar la puerta de hojalata sobre su mano.

—¿Piensas que aceptaré? No voy a reprobar por tu maldita culpa.

Una suave carcajada se escuchó de su compañero. Itachi estaba seguro de que el cansancio no le permitía ver las señales de peligro que su cabeza le enviaba.
Sabía que era mejor quedarse callado y no continuar la conversación, aún cuando se haya negado. Si Hidan quería, podía acabar con él en un parpadeo.

Cartas (NaruIta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora