Capítulo 14

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Había sido agradable poder pasar una tarde relajante y cálida junto a Naruto.

No recordaba con exactitud cuando se había quedado dormido, ni siquiera si la película había terminado previamente, pero despertó de un momento a otro mirando la oscura habitación.

El reloj marcaba las ocho de la noche y uno que otro mensaje de su madre al que contestó con rapidez. Luego de eso, decidió permanecer en aquella posición para no molestar al mayor.

Había despertado con los brazos de su compañero rodeándolo por la cintura en un abrazo apretado, mientras que él, parecía aferrarse a su cabeza al sentir el rostro del rubio casi enterrado en su pecho.

¿Se avergonzó? Por supuesto, pero no pensaba desperdiciar la oportunidad de poder estar así con el chico que le gustaba. Sus piernas enredadas entre si y acariciando con sus manos el cabello del más alto.

Aún así, sabía que ya era momento de irse, pero no quería interrumpir el sueño de su compañero, por lo que se había levantado con cuidado y con la luz de la pantalla de su teléfono, alumbró a duras penas el lugar en busca de sus pertenencias.

Lo complicado llegó cuando debía ponerse su bendito calzado, el cual, luego de encender la luz y resignarse a que el rubio se despierte, lo encontró poco después debajo de la cama.

Un suspiro resignado y aliviado escapó de sus labios. Casi veinte minutos le costó no encender una luz fuerte para que el chico se despierte, mismo chico que babeaba sobre su almohada mientras soltaba suaves ronquidos.

Su mirada se había centrado en el blanco y perfectamente ordenado escritorio.
El sello que había llamado su atención una vez, se encontraba en un lugar diferente con las barras de lacre a su lado y pudo notar que una de ellas, tenía la punta derretida.

Tomó el sello entre sus manos, decidido a observar la base que marcaba con el y por fin pudo ver el sol.
Un sol tallado con delicadeza y lo que simulaban ser los brillos que iluminaban, se hondeaban con elegancia sobre el metal. Un sol que pudo reconocer al instante, porque era el mismo diseño que se encontraba en el lacre que mantenía sus sobres sellados.

No debía hacerlo y lo sabía, pero se negaba a creer que todo eso pudo haber sido una simple coincidencia.
Había comenzado a darle más atención a los detalles desde que apareció "anónimo" para entregarle sus cartas, aún cuando sentía que había fallado en muchos intentos.

Sus manos se movían con cuidado sobre los libros y cuadernos, hojeando cada uno en silencio mientras se guiaba por los suaves ronquidos del rubio para asegurarse de que se encontraba durmiendo.

Allí, entre las hojas de matemática, había podido encontrar la misma hoja amarillenta y con bordes rotos que simulaban su antigüedad.

"Itachi:

¿Ha llegado la hora? Quiero creer que si, aún cuando temo haberme precipitado con esto, porque soy consciente de que si me rechazas, debo permanecer a tu lado como amigo.

¿Estoy en lo correcto? ¿O tendré que alejarme de ti permanentemente?

He querido acercarme a ti con pasos sutiles. No quiero asustarte o quizás, decepcionarte cuando te diga que yo soy quien te envía sus cartas.
Aún así, mis amigos me han comentado que debo ser algo más... ¿Atrevido? Aunque no de mala manera, sino en el hecho de poder acercarme a ti como lo deseo y no como un simple amigo. Porque no quiero confundirte y que pienses que son tan simples mis emociones.

Soy quien te envía las cartas, como también quien te presentó a sus padres.
Soy quien ha intentado protegerte de los idiotas que te molestan y quien te ha regalado los dulces que tanto amas.

Cartas (NaruIta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora