Capítulo 8

230 34 4
                                    

Itachi observaba la nueva carta que se encontraba en sus manos. Tan idéntica a las anteriores, pero con un significado completamente diferente.
Su nombre estaba escrito en el frente con la misma letra prolija que siempre utilizaba en cada escrito y a pesar de querer reconocer la escritura, no podía porque nunca había visto los cuadernos de sus compañeros.

El lacre de color bermellón mantenía el sobre cerrado con el diseño de un sol bien marcado encima de la cera.

La imagen de los mismo objetos encontrados el día anterior sobre el escritorio de su compañero, llegó a su mente y en ese momento quería golpearse a si mismo por no haber visto que era lo que se encontraba en la base del sello que le pertenecía.

Recostó su espalda contra su casillero y se deslizó hasta sentarse en el suelo con su mirada fija en el hermoso trabajo de lacre.

Naruto le había mencionado que le gustaban algunas cosas antiguas y entre ellas estaban aquellos bonitos productos para sellar las cartas en sus tiempos de antaño.

Quizás su mente le estaba jugando una mala broma y todo era por pura casualidad, porque el rubio también le había contado sobre la colección de discos de vinilo que tenía junto a su padre. Los había visto y había colocado uno en el toca discos, relajándose en una extensa charla mientras se oían las canciones de Queen de fondo.

No obstante, el hecho de creer que podía ser su temible compañero, lograba que una pequeña sonrisa se asomara en su rostro.
Porque había conocido más del chico en un solo día que en todo el tiempo de estudios donde compartieron clases.

Había podido conocer su lado coleccionista y la ambición que tenía por que creciera, como el hecho de hacerle saber que estaba en la búsqueda de una máquina de escribir solo para tenerla porque si.
Había podido conocer a sus padres y la maravillosa relación que tenía con ellos, como también, descubrió que en su hogar no se comportaba de la misma manera que lo hacía en la institución.

Conoció las bromas que le hacía a su padre, Minato, y presenció los abrazos que le otorgaba a su madre cuando la encontraba a medio camino en algunos de sus quehaceres.
Conoció el orgullo de sus padres hacia el rubio cuando hablaba sobre lo bien que le iba en la universidad y los regaños cuando les comentaba que había peleado. Claro está que nunca entró en detalles e Itachi no pensaba abrir su boca con respecto a ello.

Conoció su deseo por poder hacer un viaje familiar y que esa había sido la razón principal de tomar el trabajo de mesero en el que se encontraba actualmente.

El hecho de imaginarse que podría ser él quien escribiera sus cartas de manera anónima, hacían latir su corazón con velocidad. Porque a pesar de no conocer a quien se encuentre del otro lado, no podía negar que le encantaba recibir esos detalles.

Naruto era la clase de persona que no se llegaba a conocer a menos que se encuentre en su ámbito familiar o con sus amigos. No podía decir que no era la clase de chico romántico cuando bien había presenciado las muestras de afecto que le tenía a sus padres o el simple hecho de que sonreía constantemente cuando en la universidad apenas y miraba a alguien.

Pudo imaginarse al rubio en las mismas situaciones en las que había leído en las cartas.
Pidiéndole una oportunidad luego de decirle lo mucho que lo amaba. Abrazándolo de la cintura mientras lo observa a los ojos con un brillo en su mirada azulina.

Podía imaginárselo tomando su mano con la misma delicadeza con la que curó sus heridas o besando sus labios mientras acaricia sus mejillas con sus pulgares.
Podía verlo en su mente, trayendo chocolates caseros o entregándole los dangos a la vez que le decía que le costó aprender la receta a pesar de que su madre le decía como hacerla correctamente.

Cartas (NaruIta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora