Capítulo 10

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Sus manos se apoyaron sobre sus rodillas cuando su cuerpo se inclinó.
Podía sentir sus piernas temblar y su pecho ardía como si una hoguera se extendiera desde sus pulmones.

Necesitaba aire y a Naruto parecía importarle poco.

—No seas aburrido, continuemos.—El rubio saltaba a su lado sin querer parar su actividad.

—Recuérdame...—Jadeó.— ¿Por qué acepté el acompañarte... Para hacer tus ejercicios?

Naruto se quedó quieto y extendió la botella de agua en su dirección. Acarició con cuidado la espalda de su acompañante cuando lo vio enderezarse con esfuerzo.

—Te ofendiste cuando dije que eras un debilucho.—Sonrió.— Y no hay nada mejor que salir a correr por la mañana.

Itachi volteó sus ojos. Naruto se encontraba a su lado completamente fresco, como si no hubieran estado corriendo durante media hora, aún de madrugada.

—No estoy acostumbrado al ejercicio.—Habló más tranquilo.— Además, son las cinco y media de la mañana, Naruto, apenas me he levantado.—Itachi frunció el ceño.— No voltees los ojos, solo quiero un café o algo.—Su frente se apoyó contra el hombro del mayor y lloriqueó ahí un momento, sintiendo las palmadas que el contrario le daba en su cabeza.

—Te prometo que descansarás cuando terminemos esto.—Susurró.— Iremos al gimnasio y podrás recuperar un poco el aliento.

Una suave carcajada se escuchó de parte del rubio cuando vio el gesto horrorizado que el azabache tenía.

—¿Tengo que hacer más ejercicio allí?—Preguntó rogando por una negativa.

—No, pero yo si.

Con un último asentimiento junto a un profundo suspiro, ambos continuaron el camino que había trazado Naruto.

Itachi se maldice por haber hablado y es que ¿Desde cuándo a él le molestaba que le dijeran debilucho? Bien sabía que el rubio no lo decía enserio, pero toda esa tontería lo había llevado a donde se encontraban actualmente.

No es que le moleste, le agradaba pasar su tiempo con Naruto.
Una nueva faceta del chico se permitió ver frente a él en la cena que tuvo con sus padres y fue asombroso oír a Naruto y Fugaku charlar de diferentes temas.
A su madre se la había ganado desde que los saludó amablemente en aquel restaurante.

Naruto se había marchado realmente tarde la noche anterior, aunque agradecía que lo ayudara a limpiar lo que se había utilizado. Sin embargo, habría creído que al marcharse casi entrada la madrugada, el chico olvidaría el entrenamiento del que habían hablado.

Y es que Itachi no sentía anhelo por despertarse solo para ir a correr. Sus músculos no estaban acostumbrados al ejercicio, al igual que sus pulmones. Aún así, Naruto se había presentado unos minutos antes de que dieran las cinco, con un pantalón de algodón gris y una camiseta debajo de un chaleco que hacía juego con la primera prenda.
Era la primera vez que no lo veía vestir el color negro o las remeras que se amoldaban a su cuerpo siempre que iba a la universidad.

Claro que Naruto no le dedicó la mejor mirada cuando lo vio con su pijama y el cabello revuelto, además de que uno de sus ojos se cerraba por la suave luz que ingresaba desde la calle.
Sin embargo, lo esperó pacientemente sentado en su cama, apresurándolo de vez en cuando para poder salir a tiempo.

—Esta será... La única vez.—Murmuró observando la espalda del chico que corría frente a él.

Sabía que Naruto no estaba dando su mayor esfuerzo. El hecho de que su respiración no esté agitada ni su rostro empapado en sudor, era un buen indicio.
El rubio solo estaba llevando un ritmo tranquilo para no dejarlo tan atrás.

Cartas (NaruIta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora