Capítulo 9

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Los tres estudiantes que se encontraban sentados en su mesa, se levantaron a la vez.
Uchiha parpadeó, porque apenas y se habían saludado como para creer que se conocía, por lo que no podía comprender la razón para cerrar sus cuadernos y marcharse de la biblioteca en fila.

Itachi observó confundido el cuenco que fue puesto frente a él. Un pequeño plato con tres onigiris ocupaban parte de su libro y al girar su cabeza, pudo encontrarse con la mirada de su compañero.

—No quisiste salir a comer, así que supuse que tenías hambre.—Susurró.

Naruto se encontraba con una mano apoyada sobre el respaldo de la silla y su cuerpo inclinado hacia el frente, logrando que se asome por encima del hombro del azabache.
Itachi inspeccionó el rostro del contrario un segundo antes de volver su mirada al frente, sintiendo el calor que invadía sus mejillas por la cercanía que el rubio había ocasionado.

—Te agradezco, pero no debiste molestarte.

Un suave suspiro escapó de la boca del contrario. Un suspiro que golpeó contra la piel de su cuello, logrando que todo su cuerpo se erizara.

—¿Por qué? No me resulta ninguna molestia.—Naruto tomó el lugar a su lado y se sentó de costado, mirándolo como si esperara alguna reacción de su parte.— ¿Tienes algo que hacer luego de las clases? Hoy me dieron el día libre.

Itachi sonrió.

—Debemos hacer la tarea de biología para mañana.

Naruto tarareó.

—Perfecto, te espero a la salida.—Sentenció.— ¿Podemos ir a tu casa? Hoy es el aniversario de mis padres y querían pasar la tarde juntos así que...

Uchiha mordió sus labios, reprimiendo la sonrisa que amenazaba con aparecer al verlo arrastrar su dedo índice sobre la mesa. Con uno de sus dedos, picoteó la mejilla sonrojada del menor para atraer su atención.

—Supongo que no hay problema.—El rubio sonrió, mostrando la misma sonrisa que le dedicaba a sus padres.

—Genial, te espero a la salida.—Se levantó y antes de marcharse, apuntó el platillo frente al azabache.— Come, no quiero que te desmayes si no lo haces.

Uchiha tomó uno de los onigiris y le dio un mordisco mientras observaba la silueta del rubio alejarse del lugar con pasos relajados.

Debía admitir que le resultaba intrigante y fascinante en partes iguales. Le gustaba el hecho de poder convivir con alguien dentro de aquella institución y qué mejor que sea el chico al que todos le temen.
No había mentido cuando le dijo a Hidan que Naruto no lo protegía, porque el chico no andaba pegado a él con la intención de evitar los golpes de esos idiotas.

Sin embargo, le alegraba saber que era capaz de frenar eso, aunque sea por un corto periodo de tiempo y él iba a aprovechar la oportunidad. No obstante, no era el único motivo por el cual cruzaba palabras con el rubio.

Naruto le resultaba enigmático en todos los aspectos, tanto dentro como fuera de la universidad y ahora que sabía que iría a su hogar, vería una nueva faceta de su compañero.

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Sintió el suave pellizco en su ceño que lo obligó a abrir sus ojos. Su amigo lo observaba con aburrimiento desde su altura.

—¿Te parece bien estar acostado como si fuera tu cama?—Preguntó mientras señalaba la banca.— Vámonos, Hinata nos está esperando.

Naruto se sentó en su lugar y volteó su mirada hacia la chica que lo saludaba a la distancia.

Cartas (NaruIta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora