Capítulo 20

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Su cuerpo se sobresaltó en cuanto sintió la humedad en su mejilla.
Aún a pesar de haber pasado el tiempo, no lograba acostumbrarse a la forma en la que su mascota lo despertaba y es que Amaya parecía amar pasar su lengua por la mejilla de su dueño.

Talló sus ojos y sintió como el colchón se hundía cuando el animal subió sobre la cama. Poco parecía importarle que ya no tenía el mismo tamaño que cuando él despertó en el hospital. El can había crecido bastante para solo contar con unos cuantos meses y a pesar de que seguía siendo una cachorra, sus mente parecía negarse a aceptarlo.

Amaya amaba poder sentir el calor corporal de su amo en invierno y poco cambiaba cuando su dueño parecía a punto de derretirse como helado al sol, tal como se encontraba en esos momentos.
Le gustaba pasear en brazos de Itachi aunque no solía cargarla mucho. Muy distinto a cuando estaba Naruto, quien la alzaba como si todavía fuera la misma cachorra que dormía en la almohada sobre la cabeza del azabache.

Solía despertarlo con lametones en sus mejillas en el instante en que la alarma del joven comenzaba a sonar y no veía rastros de que Itachi quisiera levantarse. Aquello, que era más que nada por el fuerte dolor que podía causar en sus oídos aquella melodía tan molesta, había pasado a ser una costumbre para el pequeño animal, quien parecía saber que con aquella simple y cariñosa acción, su amo saldría de su cama para comenzar el día.

—Es muy temprano, hija.—Susurró Itachi con sus ojos cerrados. Su ceño se frunció cuando sintió a su mascota pegarse aún más cerca de sus costillas.— Me siento aplastado y estoy todo pegajoso.

Se sentó en su cama con clara molestia. Aquel apenas era el primer día de las vacaciones de verano y nada podía odiar más. 
No lo malentiendan. Amaba el hecho de saber que no tendría que levantarse temprano para presentarse en sus materias o pasar noches sin dormir para finalizar un trabajo, pero odiaba el calor y sudar.

No le gustaba sentirse sofocado por el calor que hacía en la ciudad o el hecho de acabar de secarse luego de una ducha fría para sentir como su cuerpo comenzaba a transpirar nuevamente. Lo hacía sentirse sucio, cansado y demasiado molesto.

Restregó sus ojos y observó el brazo en su cintura que apenas había notado. Claro que se sentía aplastado. Estando allí, en una cama en la que solo cabía una sola persona y donde él se había dormido solo la noche anterior, ahora se encontraba su pareja junto a su mascota.

Una sonrisa se asomó en sus labios cuando notó las muecas que hacía Naruto al sentir el pelaje del animal rozar contra su rostro y poco a poco, sus ojos azules comenzaron a mostrarse.

—¿Puedo saber que haces en mi cuarto?

Un fuerte tirón en uno de sus brazos lo hizo caer hacia un lado, justo sobre el pecho del mayor quien parecía hacer todo el esfuerzo por despertar completamente.

—¿Ni siquiera un saludo me darás? —Intentó acercarse al contrario, viéndose obligado a detenerse por la mueca de desagrado en el rostro del menor.— ¿Qué hice ahora?—Preguntó con tono resignado.

—Nada, tonto, es que aún no me he lavado los dientes.—A duras penas se levantó de la cama y tomó la camiseta de su novio que se encontraba tirada.— Pero de verdad quiero saber ¿Cómo fue que te metiste a mi casa?

El gesto ofendido del rubio casi lo hace soltar una carcajada. No le molestaba haber despertado entre sus brazos, aún cuando su cuello y espalda parecían dolerle horrores por la incómoda posición en la que descansó, pero el hecho de no haberlo sentido llegar e incluso como fue que ingresó a su hogar, le daba curiosidad.

—No soy un delincuente si es lo que te preocupa.—Refunfuñó mientras acariciaba la cabeza de Amaya.— Vine a buscarte para ir a correr y fue tu madre quien me abrió. Me dijo que te despertara, pero ni siquiera abriste los ojos.—Estiró una de sus manos y tomó la de su pareja en cuanto se aproximó a la cama una vez más.— Tu dormías y a mi ya no me dieron ganas de salir, así que me acosté contigo.—Finalizó elevando sus hombros para restarle importancia.

Cartas (NaruIta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora