3. Molestia

1K 124 5
                                    

Narradora

La princesita del infierno tenía una gran proyecto de redención, como podría no estar metido en ello.
Ver a los operadores intentar y luego caer se le hacia divertido.

Alastor, papá vendrá al hotel, puedes... la menor ya se le había acercado de favor para la limpieza del hotel.

El solo le dio unas palmadas en la cabeza y con un chasquido de dedo habían más personas ayudando a Niffty a que aquel edificio esté presentable.

Pero al parecer no era solo eso por lo que la pequeña le había hablado.

—Alastor, no se como voy a actuar cuando mi padre venga -hablo la princesa que aun seguía a su lado-

—Tranquila, se tu misma -respondió para captar la mirada de la contraria- y muéstranos aquella sonrisa llena de positiva del hotel.

Ella le sonrió en respuesta.

—Gracias, no se que haría sin ti -pronuncio para abrazarlo-

—Mi estimada soy su socio, es mi deber -hablo el cervatillo correspondiendo el abrazo-

Se tenían que separar, Charlie se despidió de el y fue corriendo a buscar a su pareja. El solo río por la reacción de la menor, dispuesto a irse a su habitación ya que su sombra no paraba de reírse por el apego que ya estaba teniendo hacia la menor.

No digas nada que tu también te encariñaste con esa pequeña niña de Lilith hablo dirigiéndose a los pasillos sin luz para desaparecer.

Escucho la puerta abrirse, sus sentidos se agudizaron, esa voz... Se le hacia muy conocida.

Ignoro ese pensar, bajo y se dispuso a presentarse con el rey del inframundo, obviamente burlándose un poco de aquella altura tan común que tenía el monarca.

Su hija los presento, el era idéntico al Lucifer que conocía en vida. Quería pensar que en verdad no era el, que se habia equivocado de persona pero era la maldita realidad.

Aquel sujeto era su ex-pareja, entonces... El tenía una familia y el mismo fue solo un amorío del rey del inframundo. Quería reclamarle, tal vez ¿abrazarlo? Sus emociones se estaban mezclando, muy en su interior quería creer que había una respuesta para todo esto pero no encontraba cual. Todavía lo amaba.

Ja, entonces por eso desapareciste sin dejar rastro, tenias que volver con tu dulce familia pronuncio para sus adentros.

Decidió seguir su actuación, de todas maneras el fue el único de ambas partes que no se olvido del otro.

Jódete fue lo que salio de su boca antes de que la contraria los detuviera de que empezará una pelea. Niffty solo podía reírse y acercarse para pronunciar jeje, chico malo, me encanta... ya nadie del hotel creía que iba a irse con la misma salud mental que cuando entró.

El no dejaría de ese modo la pelea con el socio de su hija, primero le dice a su hija, su hija que lo puede llamar papá. Que acaso está muerto o que, no ¿verdad? Bueno puede ser que entro en depresión haciendo patitos, dejó a Charlie que se valiera por si misma y no tuvo contacto con ella desde que su ex-esposa se fue de su pequeño hogar, el castillo.

Admitía que le estaba incomodado un poco la mirada puesta en el por parte del socio de su manzanita. Lo dejó de lado y la mayoría fue a acompañarlo para enseñarle el lugar. De igual forma una vieja amiga de ese cervatillo apareció de la nada y no quería estar con ella en una misma habitación.

Charlie se fue con su novia a traer los archiveros con sus planes de trabajo, se habían quedado solo los dos, el y el miserable del locutor.

¿Sucede algo su alteza? No a parado de mirarme por los últimos veinte minutos pregunto el ciervo con cierta risa.

—Te iba a preguntar lo mismo -respondió el más bajo-

—¿Yo? -pregunto con un tono de inocencia- jamás haría una tontería como esa.

El de menor estatura lo miro con el ceño fruncido y los brazos cruzados en señal de que no le creía nada.

—Por favor su alteza, no soy de mentir como nuestra reina -pronuncio el más alto con la manos a los costados- aunque parece que se a olvidado bastantes cosas que hizo en el mundo de los vivos.

—De que mierda hablas -su tono empezaba a sonar molesto-

—Nada -respondió para acercarse más al contrario- que podría hacer una humilde alma en contra de su rey.

Pareces un rey Lucifer, todo de ti parece de la realeza. Justo ahora tenían que venir le esas palabras a la cabeza.

En la mente del gobernante con ello algo hizo clic, ¿rey? Nadie lo llamaba asi a excepción de.... aquel locutor de Nueva Orleans. Volvió a mirar al más alto que mostraba una sonrisa, se notaba que era fingida.

¿Alastor eres tu? Pronuncio cuando se dio cuenta de aquella similitud del socio se su hija con su viejo amor. Se quizo acercar y tomarlo de la mano pero este lo aparto.

—Su alteza ¿de que habla? Esta claro que mi nombre es Alastor -dijo para mirarlo fijamente- pero al parecer esta viendo a otra persona en mi.

Todo.
Todo, sus acciones, sus facciones, sus reacciones, todo era idéntico al locutor que conoció en vida.

Se quedó en silencio, y corrió en dirección de la puerta al ver al socio de pequeña retirándose del lugar. Necesitaba hablar, alguien como el, un vil pecador no podía parecerse a ese joven que lo enamoro.

—Prometo amarte en la salud y en la enfermedad -empezó a recitar el más alto con la mano en la perilla- en la riqueza y en la pobreza.

Seguía recitando esos mismo versos mientras miraba al soberano del inframundo. Vio como su cara expresaba pena, y no contuvo las ganas de reírse.
Si lo odiaba, dejar plantado a alguien en el altar no es nada lindo.

Pero había otras razones, Lucifer tenía una familia, y el fue el amante, el que destruyo esa armonía familiar y el cariño del mismo.

No cometería los mismos errores, era mejor dejar al ángel caído en ese cuarto, que siguiera esperando a su hija. Ya tenía suficiente por hoy.

Amores Prohibidos Pero No ImposiblesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora