14. Querer

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Y así pasaron los días, y lo menos que se esperaban era tener a alguien más en el hotel.

Como iba a lograr estar tranquilo, bueno... Ahora reciba cartas de amor de parte de Adam que Lute por desgracia tenía que hacer de mensajera para que nadie los descubriera.

La puerta sonó, estaba echando de menos a su querida compañera de jazz. Pero era por un bien mayor luego ya ella volvería para que le quitara sus problemas de encima.

Se acercó para abrirle siendo abrazado por una mujer aún más alta que el. Su cabello rubio tan largo que fácilmente pronto llegaría al suelo. Un vestido de color morado y una característico collar de perlas.

Cuanto tiempo querido... hablo la hermosa dama en su oído.

No se movió.

Sus orejas estaban caídas, solo pudo corresponderle el abrazo con una sutil tembladera.

Estaba asustado. Pero... ¿Por qué?

Ya luego empezaría a recordar, farsas, contratos, maldiciones, delirios. Eran un dolor de cabeza.

Solo pudo agarrarla de los hombros y hacerla retroceder, para verla y darle una de sus mejores sonrisas.

-Es un gusto volver a verte mi reina -pronuncio para agarra su mano y darle un beso en la misma-

La mayor solo río gustosa.

No te emociones querido, luego hablaremos de nuestro lindo trato.

Un escalofrío recorrió su espalda, miró a todos lados, al parecer tenía un poco de suerte nadie estaba alrededor, ni Husk menos Niffty.

Esa pequeña ya estaba al tanto de la pérdida de su alma, inclusive intento morder la cadena que dejaba claro su trato, por un momento lo logro.
El mismo creyó que lo abría logrado pero aquella formada de tonalidad verde solo volvió a unirse, dejando llorando a la cíclope.

Lo intentaste querida, enserio, de corazón te lo agradezco.

Solo podía consolarla sabiendo que sería casi imposible cambiar sus acciones.

-Mi dulce reina, ¿no quisiera dar una visita a la princesa? -pregunto, la mayor alargo su sonrisa-

Escucharon unos pasos acelerados por la escalera.

Ambos voltearon.

Mamá... pronuncio una señorita de cabello rubio.

La más alta solo pudo correr a abrazarla, como si de una madre se tratase, y era verdad, ella amaba a su hija.
Pero, podía decirse que no era ella en esos momentos, volteo para mirar a su alma reclutada, puso un dedo en sus labios mientras la princesa estaba distraída hablando sobre todos los años sin convivencia.

Alastor a regañadientes sonrió, un hilo volvía a coser sus labios, y no le agradaba la idea de ser un muñeco vudú.

Dejemos lo de lado, hoy viene de nuevo Adam como un pecador más, no dejaría de ninguna manera que ambos se tocarán entre sí.

Era de noche, lo único que quedaba en el lugar era su cadena brillando mientras el se dirigía a su habitación a descansar. Ojalá solo fuera una pesadilla por las noches sin conciliar el sueño.

Adam ven pronto... te necesito hablo subiendo a la cama y abrazando su almohada, para sacar pequeñas lágrimas de sus ojos.

La ventana sonó, ahí estaba. Su querido agarrándose de la madera para no caerse por el poco equilibrio que podía mantener. Rápidamente se sobo los ojos para desparecer las gotas de agua de su rostro, abrió la ventana y como si no se hubieran visto desde hace siclos, el humano lo abrazo.

Lo abrazo tan fuerte, que parecía que nunca fuera a separarse. Sus manos llegaron a su rostro, un tierno beso se deposito en su frente, y el solo pudo mostrarle una de sus más sinceras sonrisas, se sentía amado y protegido, como si estando con él, no le pasaría nada.

Que tan equivocado estaba...

Era de mañana, el exorcista lo tenia agarrado por la cintura, su barbilla en su cuello, y el... pues acostado en su pecho. En esos instantes lo único que se vería sería a su persona, pero admitamos, la forma de despertar de los trabajadores del hotel no es nada amable.

Alastor! ¡Levántate! ¡Hay reunión! Grito su felino amigo, al parecer estaba de mal humor.

¡Cállate, deja dormir! Le contesto su acompañante en la cama.

La botella de licor cayó al piso, ahora si estaba en graves problemas. Su primera reacción era agarrar la frezada y taparlo para que no se notará quien era.

Y lo hizo.

-¿Un ángel? -pregunto el mayor-

-Si... -respondió el ciervo un poco apenado, siendo abrazado por la espalda por su pareja-

-¿Lo conozco? -dijo mirando fijamente al tercero en la habitación-

-Tal vez... -se sentía como si lo estuvieran regañando-

-Veinte botellas de licor y me callo -pero que se esperaba, de todas maneras Husk sacaba provecho de todo-

-Diez y es mi oferta final -río un poco, de todas formas conocía las mañas de su amigo cuando veía la oportunidad-

-Trato, ahora baja a desayunar -dijo para cerrar la puerta-

¡Alastor baja de una vez! ¡Y trae al pendejo de tu novio, que lo vimos entrar por la ventana ayer! Grito Vaggie desde el primer piso, al parecer tampoco había podido dormir por su novia que le contaba su emoción por el regreso de su madre.

El humano se mostró indignado.

¡Para empezar me llamo Adam! Le respondió, primero había que presentarse.

El locutor solo pudo llevarse una mano a la cabeza.

Lo que menos esperaba para este día le ocurría. Solo pudo soltarse del abrazo, darle un beso en la frente y ayudarlo a cambiarse para que no lo reconocieran.

Dejo al humano en el comedor, mientras los demás escuchaban el canto de la reina.

Es Lilith, el canto de la reina es hermoso dijo Fred sentado en la mesa.

Alastor solo refunfuñando llego a la habitación de su reina y toco la puerta. ¿Para qué lo hizo? Solo termino siendo el juguete de desahogo de la reina, quedando con signos de ahorcamiento y uno que otro moretón en la piel.

Mamá ¿y Alastor? El fue a buscarte pregunto la princesa, viendo a su madre que bajaba sola.

Oh mi niña, al parecer no tenia mucho apetito le respondió sentándose a su lado, mientras el rey la miraba como si dudará de su persona. Alastor al parecer era muy cercano a Lilith, no lo veía capaz de saltarse una comida cuando de por si veía a cada rato obligar al felino a comer cuando no quería, tanto que una vez tuvo que abrirle la boca para que tragara.

Amores Prohibidos Pero No ImposiblesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora