9. Tango

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Narradora

Alastor solo pudo irse de la habitación, sin hacer caso a ninguno de los trabajadores. Su amigo felino lo agarro del brazo para detenerlo y su mirada cambió a una de sorpresa.

El estaba llorando, ojos rojos y sus orejas abajo. El agarre se detuvo, no se dijo nada ese día.

El ciervo como sombra se fue donde su amiga. La campana de bienvenida a la boutique sono.

Oh, querido viniste ¿qué- No pudo terminar de preguntar, el locutor la estaba abrazando. Y eso que no era de mucho contacto físico por cosas.

Y los minutos pasaron, se convirtieron en horas, días. Los únicos que sabían dónde estaban eran sus conocidos en vida, los demás solo podían asumir preocupación sabiendo que no les iban a decir nada del socio del hotel.

Pero había una en particular que todavía insistía. Y acomo siempre todo tiene un límite, u el del bartender ya estaba a tope.

Princesita, con todo respeto la más alta lo miro, si sabes que es el respeto, asume lo ahora mismo y deja esta mierda de lado Vaggie se puso al frente de su novia.

El felino solo agarro una botella de cerveza y se dirigió a la puerta, hay cosas que muchos no quieren recordar, como para que venga una curiosa y mande al carajo todo hablo saliendo del lugar.

La cíclope lo siguio sacando la lengua a las contrarias. Al parecer se habían quedado sin bartender ni personal de limpieza.

Por otro lado estaba el gobernante dle infierno.

Lucifer se encerró en su torre, no podía hacer nada más ¿verdad? O al menos eso pensaba.

Yo nunca debí haberte amado esas palabras retumbaba en su cabeza, inclusive algunas más que lo atormentaban desde hace milenios.

Ja, te amo tanto Lucifer.

¿No me abandonarias verdad? Olvidalo estoy sobrepasando mucho. Era un recuerdo triste.

El lo había agarrado por la cintura para acercarlo más a el, profundizó ese débil abrazo. En esos instantes solo pensaba en hacerlo feliz.

¿No es una broma, verdad? El nego con la cabeza, entonces claro que acepto, ven vamos a darle la noticia a los demás el locutor tenía una sonrisa en sus labios cada vez que pronunciaba la palabra matrimonio, novios, esposos.

Y ¿para que? Termino mandando toso al abismo dejándolo solo el día de su boda.

Nos sabes cuanto lo siento mi vida.

Saco de sus labios, recordando cada momento de vulnerabilidad que solo el socio de su hija le mostró a él en vida. Ahora era el causante de ello.

Era un poco similar a lo que ocurría con el primer humano de la creación. Solo que la forma en la que se conocieron no era tan romantica como se diga.

En esos tiempos había pedido permiso a su padre para visitar un rato el mundo humano y pues, porque no disfrutarlo.

Ahi se podía decir que el bartender tenía a dos clientes regulares, solo que a uno lo soportaba más que a otro.

Era su lugar frecuente para sacar las pensaba con una copa o dos. El dueño del lugar se había convertido en su psicólogo profesional.

Con una conversación a otro, llena de infidelidades.

-Que te digo todavía extraño a Lilith y Eva me traicionó -hablo el joven sentado en la baranda-

-Ahora solo falta que te llames Adam -dijo con una sonrisa limpiando sus utensilios-

Amores Prohibidos Pero No ImposiblesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora