8. Promesa

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Ya han pasado varios días de lo ocurrido, Alastor no salía de su torre nueva y su amigo felino se fijaba que nadie entrará al lugar.

Cabe aclarar que no es como si le tuviera miedo al rey de esas tierras, hay que creer, si hasta el mismo Lucifer le tiene miedo al ciervo, que podría esperar de un simple pecador como el.

Aunque clara mente lo dejo claro cuando tuvo la oportunidad.

Ese mismo día luego de la construcción había agarrado una botella roja y se puso a corretear al gobernante del infierno para saldar cuentas. Si no fuera por obra del locutor que los detuvo el rey no tendría cuello.

Créeme que estoy tan enojado como tu Husk, luego lo matas, en verdad, déjalo para después ya tengo suficiente dolor de cabeza.

Fue lo que dijo para que se detuviera, mientras los espectadores del hotel no paraban de chismosear de  lo que estaba pasando o lo que había ocurrido.

Charlie no entendía nada de la situación, y tampoco era como si alguien que sabía se lo quisiera decir.

Obligándose a tener que gritar el nombre de su socio para que el mismo la escuchara desde las paredes de sus aposentos.

Husk déjala pasar y llama a Lucifer por mi quieres pronuncio el cervatillo adentro de su habitación. Ni le vallas a hacer nada advirtió. Solo escucho un gruñido por parte del contrario.

—Bien -fue lo que dijo  para abrir la puerta- pase princesa real, que en unos instantes vuelvo con su padre si es que no se me da por volverla huérfana.

Cerro la puerta a sus espaldas, ella no dijo nada. Pasaron cinco minutos y ambas lado se abrieron de golpe, era un enano que tenía la respiración agitada por correr para llegar a tiempo.

Si solamente hubiera corrido así para llegar a su boda no estaríamos en esto dijo el gatuno para irse donde su pareja, necesitaba mimos.

El locutor rodo los ojos para reír en sus adentros, hay que decir que un poco de humor era lo que faltaba.

Pero volvió a la realidad, necesitaban finalizar eso de una vez por todos, de verdad era necesario.

—Le dices tu o le digo yo -hablo sin rodeos, notando la sorpresa del mayor- No me hagas repetirlo dos veces Lucifer, que tu hija esta aquí por algo.

Tuvo que asentir.

—¿Qué quieres saber manzanita? -respondió viendo a su hija-

—¿Por qué parecía que ustedes dos se conocieron desde hace mucho tiempo atrás? -lo miro directo a los ojos-

El rey se quedó mudo.

—Tuvimos una relación en el mundo de los vivos querida -el locutor no titubeo al decirlo, mientras recibía la mirada de su ex pareja- qué tiene? tu no hablas y mi tiempo  es valioso.

Un escalofrío recorrió la espalda de los contrarios.

—Y no como amigos -Recalco. Los ojos de Charlie se abrieron, no creí que fuera real pero su padre no lo contradijo-.

Un silencio lleno la habitación.

—¿Por qué parece que lo odias? -volvió a preguntar-

—No lo odia Charlie, solo tengo un poco de rencor a su persona -Lucifer levantó su rostro para verlo- porque me prometió muchas cosas y las rompió el mismo día que hablo.

—¿Qué hiciste con el anillo que te di? -una de las orejas del ciervo se movió ligeramente-

—Ahora yo soy ¿el que responde? -una sonrisa se formó en su rostro- lo vendí, y no me arrepiento de eso.

Y menos sabiendo que posiblemente hiciste tu vida  Charlie bajo su rostro por unos instantes.

Nadie hablo de nuevo, solo quedaba el ruido de las afueras. Lucifer se quiso acercar se pero el contrario se paro y se alejo de el.

—Se bien que tu te fuiste por tu hija, pero eso no cambia que yo fui un amorío Lucifer -hablo poniendo una mano en frente suyo para detenerlo-

—¿Qué le prometiste? Papá -pronuncio la menor-

El más bajo trago saliva, se acercó a su hija y la agarro de las manos.

—Me comprometí con el -sus manos temblaron- le dije que me esperara, y cuando volviera nos casaríamos.

Yo lo dejé en el altar mi niña... la princesa sacó sus manos de las de su padre, mirando a su socio.

Alastor solo pudo mirar a la pared mientras su boca temblaba, en verdad quería llorar. Simplemente se esfumó y el aun sabiendo, hizo la vista gorda y les creyó.

—¿Es cierto? -miró a su socio-

—A si es querida -guardo silencio- lo espere en nuestro punto, pasaron unos minutos, se convirtió en una hora, luego dos y nunca llegó -pequeñas lágrimas pasaban por sus mejillas-

El contrario lo miro, tomo una bocanada de aire y le siguió.

—Hice todo lo que pude para llegar, te juro -fue detenido-

—No me jures nada, nunca debimos habernos conocido -sus ojos estaban cristalinos- yo nunca debía haberte amado.

Alastor yo... dio un paso al frente.

—Tenías una familia Lucifer, y aun la tienes -dijo mirando a su socia-

El todavía recordaba todo el llanto que derramó Lilith, el pidiéndole perdón porque una parte del sufrimiento de la reina fue por su culpa, ellos se amaban y Lucifer tuvo que tener un amorío.

Sabía en lo que se estaba metiendo y le juro lealtad a la misma. Tenía remordimientos y no iba a volver a  pasar por lo mismo.

Amores Prohibidos Pero No ImposiblesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora