Amores Prohibidos Pero No Imposibles

4. Casado

Y si que lo hizo, la mínima idea de saber que ese miserable bastardo de quinta estaba en el hotel le causaba nausea. Pero no lograba comprender del todo porque aun tenía mariposas en el estomago, ni el acido muriático podría con ellas.

En unas horas nos casaremos, créeme que no puedo esperar más para llamarte mi esposo.

Solo pudo reír ante tal recordatorio, que gran farsa y lo peor...  El se lo creyó, lo espero incluso en su lecho de muerte sabiendo que el no acudiría a su rescate. Era un miserable por haber aceptado aquellos sentimientos con los cuales nunca se llevaría bien. Por qué tenia que ser así, fue atento, no tan cariñoso que lo pudiera sofocar, dio todo de si y le entrego su alma entera inclusive aun temiendo que la pudiera romper.

Pero para qué, de todas formas solo lo terminaron dejando en el altar como si de una simple noche se tratara. Volver a recordar las miradas, los pesares de la gente y sus voces que causaban rumores le estresaba. Era un ser tan detestable como para merecer eso.

Tal vez si, de todas formas un error no debería y nunca se le va a permitir tener un final feliz.

Respiro profundo y exhalo, su sombra, su querida y estimada sombra había puesto una de sus preferencias musicales.

De alguna forma ya sea en vida o en muerte a estado a su lado siempre. Puede sonar extraño pero desde que prácticas vudú las cosas suelen cambiar muy rápido de rumbo inclusive para algunos que no quieres que salgan dañados por tus acciones.

Buena esa querido, como siempre me reconfortas en el momento exacto.

Hablo para luego tararear la melodía de aquella música.

Quiero comprarle a la vida, cinco centavitos de felicidad.

Que ironía si tan solo se pudiera de verdad lo haría. Era capaz si solo pudiera volverse real.

Aun que me mate la angustia, de saber que fuiste y ya no serás.

Sentía que en vez de animarse decaia pero no le resto importancia. Le encantaba su letra, tener en sus brazos al ser que entro su corazón y por un solo momento besarlo. Como si fueran los viejos tiempos.

Por qué a mi... si que merezco sufrir.

El padre de Charlie ya se habia retirado del hotel y el no fue a despedirse aunque quisiera. Mejor era mantener la distancia que formó desde hace siglos, de todas formas no se tomó ni la molestia de decirle el porqué en ese entonces.

Quiero comprarle a la vida cinco centavitos de felicidad.

Pero su querida y  estimada reina fue pareja de ese tipo, lo recordó y se quebró. Fue el confidente de Lilith por años y ahora estaba desaparecida, no podía evitar pensar que fue por su culpa que ellos terminaran.

De todas formas siempre supo gracias a ella que Lucifer fue capaz de todo con tal de hacerla feliz, pero se esfumó, el cariño, el amor, lo que los unía, desapareció...

Todo por el. Pero porque defendía a la reina, ni el se entendía. Su alma estaba encadenada.

Estaba en melancolía, y le parecía descortés rechazar esa tentadora copa de vino que le daba su compañero de los rincones oscuros de la torre. No era de beber mucho por su poca capacidad de soportar el alcohol, en algunas ocasiones si la bebida era fuerte pero en situaciones desesperadas, se requiere medidas desesperadas.

Y claramente esta era una situación desesperada.

La letra proseguía, se le hacia tan familiar y un impulso de querer cantarla aun sabiendo que estaba siendo observado, era un poco gracioso a du parecer.

Aunque me mate la angustia.

Primero fue una copa, luego dos, la tercera no estaba de más, la cuarta era para emparejar, y sin querer las manecillas de reloj cada vez cambiaban de posición más rápido de lo usual.

Quería llorar, Lucifer estaba en ese lugar y eso más lo enojaba.

Tan poca cosa era como para que no le tomaré sin quiera un segunda para estar cara a cara.

Seguía viendo la ciudad desde la ventana, Charlie tuvo razón, era un vista maravillosa. Si tan solo fuera su hija habría evitado toso lo que tuvo que sufrir por ambos gobernantes.

Aborrecía y amaba a la reina.

Y sin darse cuenta su cintura era rodeada por unos brazos que muy bien conocia.

Volteo para atrás, su vista ya era borroso y correspondió. El le sonrió y lo correspondió.

En que estaba pensando.

—Su majestad -hablo- a que se debe esta visita a mis aposentos.

No hubo respuesta.

Sus orejas se tensaron. Su sombra estaba enloqueciendo llendo de rincón a rincón buscando con que darle un golpe por atrás al enano ese que lastimo a su amo.

Lamentablemente Alastor lo detuvo cuando ya tenía el bate.

—Su alteza si no habla ahora mismo me deberé en la posición de informarle a la princesa de su presencia en este lugar.

—Necesito que me escuches y me permitas -se intento acercar- remediar lo hecho en el pasado.

—A que viene todo esto Lucifer -el mayor lo miro soprendido- nunca dices algo de ese tipo sin nada a cambio. Que deseas.

El ángel lo pensó por unos segundos, no pensaba en que quería si no en lo bien que ese cervatillo lo conocía.

—Una relación, quiero tener devuelta la relación que teníamos Al -el menor río- De que te ríes.

—De lo mucho que esos patos te han llenado la cabeza de amarillo -respondió- como es posible que en esa cabeza tuya quieras volver a "nuestra relación" después de lo que hiciste.

Agradecía al cielo por haber vendido ese anillo de promesa cuando pudo.

Como se atrevía a pedir eso. Claramente podía utilizarlo a su favor pero lo personal se había vuelto en sus pensamientos de poder y eso nunca daba como resultado algo bueno.

Lucifer por otro lado pensaba en como remediarlo. Ese día al ver como su prometido lloraba porque el nunca llegó le partía el corazón y escuchar el tono de indiferencia del mismo lo remataba de una vez por todas.

Hagamos algo.

Esa voz de radio lo disupo de todo.

Si logras encontrar en donde esta mi alma lo pensaré. Si no, no dudes en que si vuelvo a verte cerca mío no dudaré en atacarte y desparecerme otros mil años del pentagrama.

Verdaderamente no le favorecía pero la reina lo había dejado tan mal psicológicamente que lo dicho era una amenaza para el.