Capítulo especial.

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Renuncia de derechos. Todos los personajes y series usados en este fic, créditos a sus respectivos autores y creadores.

Caminando sin rumbo fijo, siguió donde lo llevará el viento. Un camino predeterminado en su mente, repleta de dolor, había pasado por uno de los peores tormentos en esta vida. Y ya había pasado por otro.

Caminó y caminó, una ruta mecanizada en su cabeza, no se fijó en ningún momento la ruta que seguía, sólo se dejó guiar por su instinto. Hasta que chocó con algo duro, aunque no le dolió, lo hizo despertar de sus pensamientos.

Observó a su alrededor con su mirada ónix más oscura. Percatándose el sitio al que se dirigió preestablecido en su psique.

Siempre llegaré aquí parece - comentó irónicamente, aunque su voz sonó apagada, sin ese ánimo característico de él.

Se sentó en el pasto, apoyando su espalda en el tronco del árbol, cerró sus ojos para sentir la brisa, dejándose abrazar por la tranquilidad que sentía de parte de la naturaleza.

Él estaba vacío, su mundo a color, pasó a ser gris. Desde que ese suceso oscuro y truculento, su alegría se desvaneció cuál polvo con el viento, su mirada brillante y llena de vida, se apagó como un eclipse, todo su ser se sentía vacío, sus motivaciones y anhelos se esfumaron, fueron arrancados cruelmente y de una manera tan fría, que no pudo ni procesarlo, de hecho aún no es capaz de hacerlo.

De forma involuntaria, las lágrimas comenzaron a bajar por sus ojos, él aún seguía con los ojos cerrados, pero en su expresión se notaba la tristeza que padecía. Inko lo había dejado, Izuku no se acercaba a él, porque su madre se lo había prohibido, aunque observó la tristeza del niño, le sonrió comprensivo y sólo le dedicó las palabras de que le hiciera caso a su madre. Aunque eso les doliera a ambos.

Inko pasaba por lo mismo que él, pero cada persona enfrenta la tristeza y los oscuros eventos de la vida, de manera diferente

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Inko pasaba por lo mismo que él, pero cada persona enfrenta la tristeza y los oscuros eventos de la vida, de manera diferente. Por eso no culpó a nadie, y no se acercó a nadie, él necesitaba estar solo para pensar y serenar su caótica mente.

Ahora quedó como cuando se murió su abuelito, antes de que llegará su mejor amiga a su casa, como estuvo siendo abrazado por esa entidad tan abstracta, lúgubre y sombría, pero que nos acompaña cuando no tenemos a nadie, que nos abre sus brazos para consolarnos como una amorosa madre. Soledad, es lo único que lo acompañaba a Goku en estos momentos, y en sus momentos más difíciles, ella siempre estaba para él, y siempre lo ha acompañado, abrazándolo cálidamente.

Aun cuando, no había llegado a ninguna respuesta o solución a su problema. Quería seguir estando así, no quería que nadie viera su tristeza, el dolor y la soledad que reflejaba su apagada mirada ónix. Era un reto que le había presentado, el oponente más fuerte, duradero, persistente y cruel de todos; la vida.

No sabía cómo ni cuando superaría esto, pero era Son Goku, alguien que nunca se rendía, pero actualmente creyó que eso era una burda mentira, la persona que creía eso debió haber sido alguien que cree que la vida es color de rosas. Sin embargo, ahora no quedaba nada de ese Goku que todos creían que era, alguien que nunca se rendía, alguien que se superaba a sí mismo constantemente y enfrentaba a todo de frente, pero... él se había rendido, no tenía escapatoria ni salvación. Sólo estaba ahí, dejándose abrazar por lo que más lo ha acompañado a lo largo de su vida; la soledad.

El padre de MidoriyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora