Renuncia de derechos. Todos los personajes usados en este fic, créditos a sus respectivos autores y creadores.
Se sentía perdido, después del rechazo a su confesión de parte de Inko. Ahora no sabía cómo sentirse, se había esmerado demasiado en poder crear un ambiente acogedor y perfecto para confesar sus sentimientos hacia la peli-verde. Le dolía el pecho, su corazón parecía que se estrujaba al recordar el rechazo, quería pasar página pero no podía.
Sin saberlo, esta batalla la había perdido, pensó que Inko sentía los mismos sentimientos que él, por cómo se comportaba cuando le habla o cuando la abraza, tal parece que se engañó a sí mismo con esa creencia.
'Soy un estúpido, supongo que yo tuve la culpa por ilusionarme tan rápido' - pensó con amargura el Saiyajin, riéndose de su propia estupidez.
Se entretuvo enmarañando sus manos por el pasto, el cual rodeó los dedos del azabache, extendiéndose para no dejar la mano del Sayajin. Acción que hacía para despejar su psique.
Esta habilidad la había obtenido desde que llegó aquí, pero es en la actualidad que puede controlarla a su antojo, antes no podía. Aunque estaba ligada a su Ki, cada vez que lo usaba o tocaba alguna planta con sus manos o pies, estas crecían más rápido de lo común. Es así como las semillas del ermitaño crecieron en sólo semanas, y podía tener un basto suministro de estas.
Sintió una presencia a sus espaldas, no hizo nada, pues no había malicia alguna en su energía. Siguió pasando sus manos por la hierba completamente abstraído por esta y como se enredaba en su mano como si no quisiera dejarlo ir.
Goku-kun, ¿qué estás haciendo aquí solo? - preguntó una voz masculina, por su voz se notaba la edad avanzada que tenía la persona.
Nada - contestó a secas, siguiendo con lo suyo, suspiro ya por vigésima vez en este rato que lleva sentado, mirando el cielo, el pasto o a la nada.
Pues tus suspiros, tu expresión sombría y tu desconexión con el mundo dicen lo contrario, quiero saber de que trata este "nada", si se me permite saber - pronunció la voz masculina con algo de burla en sus palabras, exponiendo las gesticulaciones que delataron a Goku.
¿Tan fácil soy de leer? - inquirió el Saiyajin de raza pura al hombre frunciendo el ceño.
Para alguien de mi edad, sí. Para otros, no. Eres cauto para esconder lo que te aqueja, Goku-kun - reveló el hombre con tranquilidad en su voz, elogiando esa habilidad del azabache.
Oh... - atinó a decir Goku, frunciendo el ceño, siguiendo con el suyo, se movió hacia un lado, dándole espacio para que se sentará.
El hombre, suspiro cansinamente ante la falta de dicción del Saiyan de raza pura. Aunque sonrió por la acción. Se sentó al lado de él, ambos se sumieron en un silencio cómodo para los dos. El anciano esperó que Goku hablará y confesará sus lamentos.
Lo único que se oía en el silencio que tenían ambos, eran las enredaderas en la mano de Goku, el viento con su fuerte ventisca, que movía los cabellos del Saiyajin y del anciano. El silencio duró otros 5 minutos más, dónde los dos disfrutaron de la bella armonía de la naturaleza, al fin Goku se rindió e inició la conversación.
Ya sabes el porqué estoy así, abuelo - indicó el azabache al anciano, mirando hacia el suelo para observar cómo las enredaderas seguían rodeándo su mano.
El hombre de edad avanzada, dejó salir un pesado suspiro de sus ancianos labios. Ya sabía a qué se refería el Saiyan, se lo había contado la primera vez que lo conoció, el rechazo de una mujer, suceso que a todos los hombres les ha pasado algún momento en su vida. Y cada lo enfrentó de una forma diferente.
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El padre de Midoriya
Ngẫu nhiênDicen que las leyendas no nacen sino que se crean, cada una de estas leyendas puede variar, pero la leyenda de que les contaré ahora trata de una que con sus actos puede cambiar el rumbo de la historia. Portada hecha por @DaniMorales820.