Capítulo 14

2K 248 143
                                    

Renuncia de derechos. Todos los personajes usados en este fic, los respectivos créditos a sus respectivos creadores.

Empezaba un nuevo día en la ciudad Musatafu, los pájaros cantaban, las tiendas abrían, autos de aquí para allá. En fin, un día como todos los otros.

Pasando a un segundo plano, vayamos a unos apartamentos. Aquí vivían la familia Midoriya.

Centrándonos en el apartamento en el que estaban habitando, el hijo de Inko Midoriya, se encontraba desayunando lo que le había servido su madre, mientras la misma se encontraba pérdida en sus pensamientos.

Y ya tenía el presentimiento qué estaba pensando o de quién estaba pensando, mejor dicho. Si la mirada soñadora, su mano en la mejilla, en que la había besado Goku la otra vez y los suspiros que daba su madre eran una evidencia de su tren de pensamiento.

Terminó de desayunar y cómo sabía que su madre iba a estar unos cuantos momentos más así, fue a lavar el mismo los platos. Porque su madre ya había terminado de desayunar.

"Otou-san, todavía no se da cuenta que mi Okaa-san está enamorada de él" - negó Izuku con la cabeza por el despiste de su padre, aunque no podía culparlo, por lo que ha hablado con él, hasta ahora sólo se la pasaba entrenando para volverse más fuerte y enfrentarse a oponentes fuertes.

O eso le ha contado él, cuando le ha hecho preguntas sobre su vida.

¡DING DONG!

Izuku escuchó el timbre sonar.

Okaa-san, están tocando el timbre - informó el peli-verde a su madre, la cual no lo tomó mucho en cuenta al estar sumergida en sus pensamientos. Suspiró un poco por esto.

Supongo que tendré que ir yo - se resignó el pequeño al presenciar que por ahora su madre no iba a despertar de su sueño.

Se encaminó a la puerta del apartamento, y al abrirla se encontró con el Saiyajin parado ahí con una sonrisa de alivio.

¡Otou-san! - exclamó Izuku lanzándose a los brazos de Goku, el cual lo recibió gustoso y le acarició la espalda, y la cabeza.

Hey, pequeño. ¿Cómo has estado? - le preguntó el Saiyan al infante sonriendo, sin aflojar el abrazo.

Muy bien, Otou-san. ¿Y tú, Otou-san? Ayer no te vi por aquí, y tampoco viniste a saludar - comentó el infante algo triste de no ver a su padre, puede que sea exagerado que esté triste por no haberlo visto un día, pero a él le gustaba estar con su padre o su figura paterna.

Muy bien también, pequeño. Y lo siento, ayer conocí a un niño en la calle y lo cuide un poco, e incluso le compré una casa para que viviera a gusto - resumió el Saiyajin a Izuku lo que hizo ayer.

La expresión que colocó el infante le provocó risa al Saiyan, se notaba que no le agradó lo que hizo ayer.

Cuidaste a otro niño, pero no pudiste visitar a tu discípulo ni por 20 minutos, encima le regalas una casa. Hmph, Otou-san, baka - le reclamó el pequeño haciendo un puchero, cruzándose de brazos indignado.

Vamos, vamos, Izuku. Lo siento, ¿sí? El niño me recordaba a mí y como mi abuelito me encontró en el bosque, adoptándome como su nieto, y cuidándome como tal - se disculpó el Saiyajin con el infante, picándole las mejillas con una sonrisa por lo adorable que se veía.

Está bien, Otou-san, pero te perdonaré si de ahora en adelante me llamas hijo. Ah y también que nos regales una casa a mí y a mamá - aceptó el infante, para luego colocándole la condición de que también debía comprarle una casa para su madre y él.

El padre de MidoriyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora