Llego a mi salón donde ya todos se encuentran atentos a la clase, entro en silencio mas no interrumpo a nadie, la atención se la lleva la maestra quien habla de quién sabe qué.
Gema me mira y ríe por lo bajo.
—Dios, Emy, estás toda roja.
—Chist.
Bajo la mirada de la maestra, me ubico en mi sitio y en mis próximos quince minutos no hago más que prestar atención a todo lo que nos informa, tomo apuntes y cuestiono una que otra cosa.
—Buenas tardes —saludan a mi espalda—Lamento la interrupción.
Klaus baja los puestos para poder llegar con la maestra Victoria. La maestra no es vieja ni nada por el estilo, es una mujer de unos veintiocho años. Al llegar a su puesto le susurra algo, ella asiente y le sonríe de forma coqueta.
El pelinegro regresa su visión al grupo de estudiantes que esperan expectantes de la interacción de ambos superiores. Sus ojos recaen en mí.
—Señorita Rodríguez, tiene una llamada de urgencia, le pido que tome sus cosas y me acompañe a la oficina.
Llamada de urgencia mis ovarios. Obvio que nadie me está llamando.
—Sí, director. —recojo todo en lo que él se pierde por la puerta de salida.
La clase continua cuando salgo y no encuentro a nadie. Me dirijo a la oficina con los nervios a flor de piel hasta que una gran mano me toma del brazo y e arrastra fuera de las instalaciones.
—Contesta —ordena entregándome su móvil.
Es el hermano menor.
—Hola, Karim.
—Emily —susurra—¿Me vendrás a visitar?
Miro a su hermano quien se halla aplastando su culo en el vehículo.
—Uhm, sí, Klaus me llevará.
—Te espero.
El hermano mayor espera paciente, intento devolverle el móvil, pero e pide que lo guarde, abre la puerta de copiloto y me invita a entrar. Se desliza a su asiento una vez llega su lado.
—¿Qué tiene? —tamboreo el celular en mi rodilla.
No contesta, no insisto. Pronto llegamos a la mansión James, al estacionarnos, el perro, que me recibió mi primer día en esta casa, me recibe moviendo su cola de un lado a otro. Klaus pasa de él un segundo en lo que saca unas cosas de la parte trasera, una vez todo afuera, se agacha y le acaricia el pelaje del animal.
Me adelanto en lo que él juega con su cachorro. Entro, la casa está en silencio, de pronto, un grito me hace girar hacia las escaleras.
—¡Emily! —un eufórico pelinegro se aproxima y abro los brazos para recibirlo con un fuerte abrazo—¿Me extrañaste?
—Ni un poco, egocéntrico.
Bufa, pasa por mi lado y le da un abrazo a su hermano mayor. Él se o corresponde y agita su cabello cuando se aleja.
—Te traje lo que querías.
Karim toma las bolsas y sale corriendo a la mesa. Lo seguimos y de estas saca un chocolate derretido, crema de maní, galletas oreo y unas gomitas. Sin palabra de nadie, él empieza a hacer una mezcla de todo eso.
Iuh.
—Dame un poco —pide su hermano mayor intentando agarrar una de las galletas. El menor, se la arrebata y, como niño de cinco años, grita.
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KALOPSIA
RomanceUna historia donde nada es lo que parece. Un recuerdo borroso. ¿Tener los recuerdos bloqueados es aterrador? ¿O es más aterrador enterarte de que todo lo que has vivido es una farsa? Un romance inquebrantable, donde se apoyan mutuamente. Uno donde n...