IX

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Mi departamento está vacío

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Mi departamento está vacío. Samantha dijo que iría a una fiesta, y Gema que se quedaría esa noche con una amiga que no conocemos. Entro y todo está en la penumbra, enciendo las luces rápido, no sé cómo ni porqué, pero la oscuridad es una de las cosas que más detesto, me causa cierto tipo de inseguridad, miedo o nerviosismo.

No sé como vi aquella película en la oscuridad.

Me sentía bien con ellos.

Mi estomago agradece el que no me haga nada, Klaus se encargó de que quedara lleno con su cena. La cocina se le da muy bien, debería decirle que me pase tips, aunque sé cocinar, no soy una experta como ese hombre.

Extrañamente me siento muy cómoda con ellos, no me siento fuera del plano cuando hablan o cuentan chistes, ni cuando pelean cómo niños o cuando Klaus regaña al menor, regaño donde no me metí, pero estuve presente para abrazar a Karim. Sé que no es su culpa no querer tomar esos medicamentos, los que son para esos trastornos suelen causar síntomas secundarios no tan agradables.

Me dejo caer en la cama debatiendo si salir o no con ellos.

Debería.

Tomo el móvil y marco al número a quien debo decirle esto.

—Hey, linda —saludo—Tengo que decirte algo.

—¿Es sobre los James? —indaga.

—Uhm, sí...

—Si es el que tienen novia, tranquila, ya me pusieron al día con el chisme —ríe—. Lamentablemente, mi amiga, Carol, dijo que el mayor es su hermano, y que el menor está ligándose a un de medicina.

¿Qué?

Frunzo el ceño y me siento cruzando los pies.

—¿Emily?

—Estoy aquí... Solo pensaba —fuerzo una risa.

—Bueno, te dejo, ya llegó nuestra comida —dice—Te quiero.

—Igual, provecho.

Tiro el celular en la mesita de noche.

¿Así que tienen pareja?

—Cuando no has estado con ninguna mujer...

Ya.

Así que les gusta tener a todas comiendo de su mano. No dudo en que luego traigan a Gema así. Ella es hermosa.

Cierro los ojos y espero que el sueño me abrace y me arrulle tal bebé recién nacido.

*****

Nuevo día, nuevo cantar de los pájaros. Sonrío cuando uno entra por mi ventana y se posa en mi rodilla.

—Hola, amiguito.

El pájaro canta.

Es un animalito que siempre entra a mi habitación por las mañanas. Le puse Duffy de cariño y es un amor. Le doy unas migajas de pan cuando salgo de la alcoba con él en manos, se pone en vuelo y regresa a mi aposento donde se pierde por la ventana.

KALOPSIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora