XV

50 6 8
                                    

Llegué

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Llegué.

Y la que actualice.

Nuevo capítulo, mis niños. 

Disfruten... <3

****

—Oigan, no, esperen —murmuro cuando Klaus se mete por mis piernas y comienza a besar mi cuello—. Estamos en un...

—Restaurante, sí —habla en susurros—. A nadie le importa.

Lo tomo por el cabello cuando llega a un punto sensible de mi piel.

—Klauro —dice Karim haciendo que el hermano mayor se tense. Maldice y se aleja de mí.

—Dime, bebé —trata de bajar mi vestido para que vuelva a un estado decente y me regresa al suelo.

—Tengo hambre —se queja con un puchero en los labios.

—Vamos a la mesa.

Klaus me agarra de la mano y me indica que salga primero, a menos que quiera que medio restaurante se de cuenta que estábamos los tres en el mismo baño. Hago caso. Ni loca dejo que me vean en algo tan comprometedor.

A los minutos llegan los hermanos, toman asiento y comprendo el cambio repentino. Karim juega con los cubiertos al mirar su comida.

—No quiero esto —aleja el plato. Klaus frunce el ceño.

—Lo pediste, ahora te lo comes —lo reprende.

—Yo no pedí esto —mira mi plato—. Quiero lo que ella está comiendo.

—No. Guarda silencio y come.

Si no me meto, esto no va acabar.

—Se me quitó el apetito por esto —interrumpo su berrinche—. Puedes comértelo tú y yo me como el tuyo.

El extiende sus labios en una amplia sonrisa, le saca la lengua a su hermano. Acto que no le gusta y se gira hacia mí.

Ay, Diosito, ¿por qué me mandas gente tan gruñona?

—No lo malcríes, joder.

—Pero él no pidió eso...

Karim come gustoso su hamburguesa y sus papas. Que envidia... Observo su platillo. No es de mis platos favoritos, Klaus al notar eso, deja los cubiertos en la mesa y se levanta. Lo sigo con la mirada, pero desaparece al pasar por un cruce de paredes.

—¿Has probado vino? —inquiere Kik...

—Sí, precioso —no sé cómo llamarlo, Kik es el nombre del niño, debería hacerlo por ahí.

—¿Me das?

—Sí. —mi cuerpo se mueve inconscientemente. Le sirvo y se lo paso.

Observo cómo toma la copa con cuidado, se la lleva a los labios y es cuando mi cerebro vuelve a conectarse. De un manotazo tiro la copa haciendo un gran escándalo.

KALOPSIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora