Podía ver su reflejo en el espejo, causando una mueca en él. Negó, para darse vuelta, no queriendo ver más de lo que podía. Inhaló y exhaló, mientras veía un punto fijo en su habitación. Su escritorio, que estaba lleno de post-it cuáles, tenía algunas estrofas para canciones, manchas de pintura en la madera, cortes en esta, algunas de tazas que se olvidaba llevar a lavar y demás cosas.
Se acercó a su cama, para ordenarla, mientras sentía incomodidad, por la brisa que pasaba por sus piernas descubiertas por su short, pero tenía calor y ya estaba seguro de dar ese paso.
—Para ya —Murmuró para sí mismo, una vez terminó de tender la cama—.
Observó su linterna de mesa, que también estaba llena de post-it, por cortesía de Martín, con varias anotaciones que, en su mayoría, eran de él y una que otro de sus amigos o hermanas, que lo habían ido a visitar.
—¿Perro está acá? —La puerta de la habitación se abrió de golpe, sacándole de sus pensamientos de golpe—.
Dirigió su mirada hacia la puerta, logrando observar a cierto chico con lentes, que cargaba una mochila en su hombro derecho y en su mano izquierda llevaba un ramo de flores.
Al observar las flores, tuvo una gran duda, para sí mismo. ¿Por qué las había traído? No le molestaban las flores como regalo a las personas, pensaba que era una manera de demostrar su afecto, pero habían pasado alrededor de un año, desde que alguien le había regalado unas.
—Hola Juanpa —Isaza sonaba amable y dócil, no tanto como hace unos momentos, así que suponía que las pastillas, estaban dejando de hacer efecto en él— Llegó temprano.
—Claro que si —Dejo la mochila en el piso, al lado del tacho de basura, mientras se acercaba a él con una juguetona sonrisa— Apropósito le traje esto —Alzó el ramo de flores, poniéndolas en medio de ambos, haciendo que algunos pétalos chocaran con la nariz del más alto, causando cierta diversión en este— Sé qué ha pasado mucho desde que te las regale, pero pensé que wow, son necesarias, un pequeño recordatorio de que mi novio ha llegado demasiado lejos en este corto tiempo.
—No lo es —dejó el ramo sobre la mesa, agradecía que las flores no ocuparan tanto espacio, ya que así podía colocarlas por mientras ahí— Solo es terapia —El ojiverde, lo empujo suavemente, cayendo los dos sobre la cama, quedando acostados frente a frente—.
—Es tu novena sección, el terapeuta dijo que estás avanzando —Por su mente pasaron varias imágenes, entre ellas, estaba lo ocurrido hace dos meses y casi toda su vida—.
La irritación de llevar shorts, en ese momento, se hizo más presente en la mente de Isaza, ya que, cualquier persona que entrara en el cuarto, podría ver las cicatrices en su piel.
—Si por avanzar, te refieres a estar drogado casi todo el tiempo, este avance me hace sentir muy relajado —Villamil colocó su mano en el cachete de su novio— Perdón por llenarlo de problemas.
—Prometimos, que ya no más perdones —Isaza cerró los ojos, para poner su mano sobre la del otro—.
—Perdón, pero el pensamiento puede más —El mayor estaba seguro de que la droga había abandonado su cuerpo, por completo, pero se negaba aceptarlo— Y perdón por joderte con esto, cuando claramente debería preocuparse solo por otras cosas, no en un idiota que no lo ayuda en nada y además que solo le causa problemas —Quería decir más cosas, pero no podía, sentía un dolor en el pecho, cuál crecía— Debería estar con- —Se calló al sentir el abrazo del contrario, intentando reconfortarlo—.
—Tranquilo, ¿Sí? —Movió su mano, por la espalda del contrario, sin detenerse o hacer algún movimiento brusco— Ya hablamos de eso, Isa, simplemente tranquilo.
[…]
Isaza se encontraba completamente dormido en su cama, había permanecido en silencio, hasta quedarse dormido, bajo los mimos de Villamil. Quien ahora limpiaba el desorden de la cocina, cuál no era mucho. Sabía que lidiar con su novio, significaba lidiar con pocos problemas en la cocina. Aunque aquello lo molestara, no había razón alguna para enojarse con él, sino consigo mismo y otras personas más.
Cuando terminó de ordenar un par de cosas en la planta baja de la casa, decidió observar las notificaciones de su celular, mientras apagaba las luces. Algunas eran de sus amigos, conocidos, también de sus familiares y de algunos fans, cuáles conocía. La mayoría de los mensajes tenían algo en común, la situación de Isaza después del último concierto, que había acabado de imprevisto.
Suspiró, para borrar las notificaciones y dejar su celular encima de la mesa de noche, pasó por el cuarto del robusto, viendo cómo este dormía tranquilo, con los edredones sobre él. Una sonrisa apareció en su cara, mientras iba rumbo al baño.
Comenzó a desvestirse, mientras meditaba sobre la controversia que había sucedido. Su manager intentaba controlar todo y cubrir aún algunas que no deseaban aún decir. Intentaba manejar todo con serenidad, para transmitirle la misma al mayor, no quería que este se preocupara por el momento de ese asunto.
Sabía que aquel problema llevaba años, pero había pasado desapercibido o no le habían tomado importancia, pero ya era muy tarde, ahora tenía que cuidar y proteger a su novio, porque sabía que después de que salieran de esta, ocurrirán varias cosas, entre ellas, la salida del closet de ambos públicamente, bueno, la confirmación, porque después de aquella regadera que hizo en el concierto junto a Martín, no había manera de negar nada.
Cerró la ducha, para colocar la toalla alrededor de la cintura, acercándose al espejo y limpiarlo con su brazo, el empañamiento de este. Observó pequeñas marcas en sus brazos, cuáles no le incomodaban o lo avergonzaban, simplemente recordaba la razón por la que existían.
Una vez terminó de colocarse su ropa, se estiró, para caminar de vuelta al cuarto, y ver a Isaza durmiendo plácidamente.
—A pesar de todo, duerme como un tronco —Rio, mientras se acercaba a las cobijas y movía levemente el hombro de su novio— Eh, hazme un espacio —El azabache murmuró balbuceos, antes de hacerle caso, dándole más que el espacio suficiente para que se pudiera acostar—.
Villamil, al estar cubierto por las frazadas, se acercó a Isaza para abrazarlo, aferrándose a su cuerpo, sintiendo los brazos del otro, enroscarse a él con afecto y necesidad. Sintiendo cómo poco a poco el sueño comenzaba a llamarlo.
De cierta manera, escribir sobre ellos relacionado con algún tema mental, me ayuda a explorar diferentes temas en un solo escrito, además de que me gusta escribir cómo actúan ante el problema.
Equis, espero que les sigan gustando los one shots aunque publique con poca frecuencia. Aunque si tienen sugerencias de que quieren leer, pueden dejarlo en los comentarios.