El cabello era lo único a la vista sobre las cobijas, que subían y bajaban lentamente, por la respiración de cierto azabache que cumplía años. Aunque toda aquella tranquilidad se iría al tacho, cuando la puerta fue abierta lentamente, haciéndolo levantar la cabeza, para ver quien interrumpía su tranquilidad.
—Martín, como quiera que le preste algo, lo ma- —Se detuvo al ver a su novio, quien casualmente tenía una camiseta de él, con una cara de confusión y una bandeja en manos— Villa —Se sentó, avergonzado por la situación— Perdón, pensé que era Marto.
El contrario asintió, para dejar la comida a un lado y sentarse al frente de él, no dijeron o hicieron algo durante un rato, solo se quedaron viendo con una sonrisa.
—La comi- —Fue interrumpido, cuando los labios de su novio, se pegaron a los suyos—.
El beso fue lento, pero apasionado, se movían en un compás tranquilo y lindo. Al momento de separarse, ambos compartieron un par de miradas más, antes de reírse
—Usted no se puede ver más lindo, después de ser besado —Villamil colocó la bandeja sobre el regazo de su novio— ¿Usted cocinó esto?
—Claro que no —Le dio una vuelta a la cama, para sentarse al lado del robusto— Los chicos me ayudaron en varias cosas.
Isaza asintió, para darle un pico y comenzar a comer, mientras le daba un poco de lo que tenía a su pareja, quien lo aceptaba, entre risas.
—Estaba demasiado rico —Dejó la bandeja en la mesa de noche, para voltear a ver al ojiverde, quien aprovechó su regazo libre, para subirse encima de él. No había segundas intenciones en hacerlo, no en ese momento, solo quería hacerlo, era algo común entre ellos, era su manera de estar juntos—.
—Hoy está más viejito —Unió las frentes de los dos para reír— Mi novio está más viejo —Repito en un tono más burlón—.
—Solo soy un mes mayor idiota —Lo jalo con su brazo, apegando los cuerpos de ambos—.
—Pero aun así es may-
—Solo vine avisar que tienen que bajar —Martín, quien tenía los ojos cubiertos por sus manos, asomo su cabeza por la puerta— Llegaron tus padres Isa, así que pónganse rápido la ropa y bajen —Igual que como entró, salió, a ciegas, con la mano sobre sus ojos—.
La pareja se quedó en silencio, mirándose unos segundos, para comenzar a reír y darse un par de besos más.
—Bajemos, que mis suegros llegaron —Villamil le dio un último beso, antes de bajarse de la cama y caminar rumbo a la puerta— Y lo otro, puede que lo guarde eso para la noche —A pesar de tener veinticinco años, seguía avergonzándose de decir abiertamente que tenía relaciones sexuales, cosa que se le hacía divertido a su novio—.