Villamil ama a su novio, aunque este no entienda los números
—A ver, si tienes estos a la potencia, lo pones en paréntesis y luego- —Antes de que el ojiverde pudiera terminar, Isaza detuvo su explicación—.
—Espera, ¿Por qué tiene que tener paréntesis? —Tenía los brazos recostados sobre la mesa, señalando con su mano derecha, lo causante de su duda—.
—Verás porque al- —Aunque Villamil quisiera terminar de explicarles a los Isaza, ellos siempre tenían una manía de interrumpirlo a media explicación—.
—Gracias Papo con mi tarea —El nombrado dejó de ver a su novio, para ver a la hermana de este, percatándose de que esta se estaba levantando de la mesa con su cuaderno cerrado— Estaré en mi cuarto —Fue lo último que se le escuchó, antes de cruzar el pasillo, caminó a su habitación—.
La pareja volvió a verse entre sí, preguntándose con la mirada que hacer. Aunque Isaza sonrió confundido, agarrando la hoja en la que su novio había resuelto la tarea de su hermana, pidiéndole a Villamil, que terminar de dar su explicación, cosa de lo que estaba complacido, así qué continuó.
Villamil ama cuando su novio comprende que se le complica decir las cosas que quiere.
La pareja comía tranquilamente un helado, cada uno con un sabor diferente, pero igual de rico. Isaza probaba el sabor café, mientras que Villamil degustaba el de menta. Se encontraban en un parque tranquilo, comiendo helado, mientras la gente paseaba por todos lados, de ellos y las demás parejas que había por la zona. Aunque, a diferencia de las demás parejas que estaban tomados de la mano, abrazándose o besándose, cosa que era común en aquel lugar, ellos estaban separados en la silla de madera y parecía que cada uno estaba en su cabeza.
Villamil veía de reojo al azabache, intentando llamar su atención, aunque notaba que este estaba entretenido viendo un partido de vóleibol que había por ahí, cosa que mantenía entretenido al azabache, sin prestarle atención a su novio.
Aunque tenía pensamientos que lo abrumaban por la situación, intentó alejarlos, para tratar de hacer de nuevo lo que llevaba haciendo ya un rato, tomar la mano de su novio. Llevaba ya cinco intentos intentando tomarlo de la mano, pero no lograba conseguirlo, además de que tenía más dificultad, ya que Isaza, no dejaba de mover su mano sin parar.
Al fallar en el nuevo intento, suspiro resignado, por lo que tiro la toalla para continuar comiendo su helado en silencio. Se encontraba algo enojado consigo mismo, por este miedo constante que había de decir las cosas que quería. Estaba harto de aquel miedo irracional que habitaba en él.
Villamil se encontraba tan abrumado en sus pensamientos, que no se percataba de que su helado se estaba derritiendo ya un buen rato, logrando que su mano se manchara. Cosa que no le dio importancia, hasta que todos aquellos pensamientos que lo consumían por dentro, fueron detenidos, abruptamente, por el tacto caliente en su mano. Era otra mano algo más grande y tibia. Cosa que hizo que volteara a ver a Isaza, observando cómo este lo veía con una sonrisa, contagiándole aquella sonrisa, mientras le daba un apretón.
Isaza adora que su novio sepa que necesita sin decirlo
Villamil se acomodaba en el asiento del conductor del carro, había pasado por un bache, causando que él junto a su acompañante dieran un salto, logrando despertar a Isaza, quien se despertó de su sueño.
Se tardó unos segundos en reaccionar, y darse cuenta dónde se encontraba, pero antes de poder decir algo, bostezó aún con cansancio.
—¿Cuánto falta? —Preguntó, mientras se sobaba la frente, ya que tenía un pequeño dolor de cabeza—.