Dos adolescentes se acomodaban en el colchón, cuál compartían. No era algo raro o incómodo para ellos, de hecho, lo hacían muy seguido, hasta el punto que sus padres no se sorprendían al encontrarse con alguno de los dos, a altas horas de la noche.
—Juan Pablo, ¿Sigue despierto? —Susurro un joven Isaza—.
—No, duérmase —Le dio la espalda, después de responderle—.
—Oiga —Pasó un dedo por la espalda del contrario, haciendo que este sé de vuelta rápidamente, ya que sintió un escalofrío por toda su espalda, ante aquella acción—.
—¿Qué ocurre? —Estaba enojado, puesto que se encontraba cansado de su día escolar y el que no le dejarán dormir, lo irritaba, aunque se contenía porque era su amigo—.
—Hoy en el colegio —El menor abrió los ojos, estaba un tanto preocupado de lo que vaya a contar su mejor amigo— No es nada malo, tranquilícese —El mayor le regaló una sonrisa, aunque esta se volvió una pequeña mueca— Dependiendo de cómo lo vea.
—¿Cómo así? —Alzó una ceja, confundido por aquella aclaración—.
—¿Se acuerda, que le había dicho que me gustaba alguien? —Villamil asintió, ante aquella pregunta— Ocurre, que le dije que me gustaba y él me dijo que sentía lo mismo, así que nos dimos un beso y-
—¿Él? —Isaza no había sentido tanto miedo y angustia como en ese momento, se sentía tan asustado al ver la cara de su amigo tras esa pequeña pregunta, había cometido un pequeño error cuál le hacía desear salir de la cama e irse corriendo a su casa— ¿Le gusta un chico?
El más alto se tensó al escuchar aquella pregunta, se había descuidado con solo unas palabras y su amigo lo había escuchado. A su mente regresaron un sin fin de recuerdos de cómo sus familiares y montones de gente, decir que eso no era normal, haciéndolo creer que Villamil, le diría cosas parecidas, para dejar de ser su amigo en ese instante.
—Que bien perro, ¿Quién es? —Pregunto feliz, aunque un sentimiento desconocido, comenzaba a inundar su ser—.
Isaza abrió la boca, sorprendido por aquella respuesta. Sus ojos comenzaron a brillar, el ojiverde se percató de esto, pero antes de poder preguntar, el contrario lo sorprendió con un abrazo.