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Querido Lorenzo de la corte melgar:

Hoy día no hubo clases, bueno, no tendremos esta semana, al parecer hubo un pequeño incidente en la escuela haciendo que no tengamos escuela.

Lo que significa dos cosas.

1. que no hay clases y podre estar haciendo lo que me gusta, o sea haciendo nada de nada

y

2. NO PODRE PEGARLE A ESE NIÑO QUE ME ROBO MI PRIMER BESO!

Como sea, como mis padres tenían justamente días libres, mi tía libertad nos había invitado pasar unos días en su nueva casa de cabaña, y pues como mi papá Lima había aceptado, decidimos ir.

He de admitir, que hace tiempo que no viajo, y no estoy conectado con la naturaleza, en especial mi papá Arequipa, por lo cual fue el primero en negarse en ir a donde mi tía libertad.

Mi papá Lima obviamente dijo que no le interesaba sus quejas y que ya era hora que nos liberemos de la vida cotidiana y respiremos aire limpio.

Ya sonaba como alguien viejo y eso que tenía 27, y ¡mi papá Arequipa era el viejo!

Mientras escribo esto en el diario, los mareos están aumentando, mi papá Arequipa está ya poniéndose más blanco (y eso que es negro).

Mientras que mi papá Lima estaba mirando el paisaje de lo más normal, como si no le afectara nada de nada.

¡Maldita altura, maldito soroche!

Pasaron más de 4 horas, pero al fin hemos llegado, estamos en ¡MEDIO DE LA NADA!

Sé que mi tía Libertad quería una casa de campo, pero se pasó en serio.

_ ¡Papa, hay demasiados mosquitos! _ me quejaba mientras trataba de espantar a esos pequeños animalitos voladores que rondaban por ahí, mi papá Arequipa apenas y podía por con su vida, al parecer lo choco el viaje.

_ Tranquilo, hijo, ya llegamos y amor, déjame te ayudo con la mochila 

_ No, yo puedo, limoncito _ dijo débilmente mi papá Arequipa ya parecía que se iba a desmayar a medio camino, peor que el camino estaba algo enlodado por las lluvias, un mal paso en falso, se cae y se vuelve más feo y negro de lo que esta.

En la caminata no puede evitar escuchar un peculiar sonido, busque con la mirada y provenía de un pajarito de color amarillo con toques negros en su espalda y en sus alas.

Volaba de rama en rama, se notaba alegre mientras cantaba. Como si cantara buenas noticias.

No sabía que era una buena noticia que mi papá Arequipa estaba blanco, pero no de la manera en la que me hubiese gustado.

A lo lejos vimos una cabaña y grité: ¡Aleluya!

Llegamos y vimos a mi tía Oaxaca y a mi tía Libertad tendiendo la ropa, al parecer era día de lavandería.

Nos recibieron con los brazos abiertos y nos hicieron pasar a su humilde hogar.

Adentro estaba muy calientito, daban ganas de quedarte para siempre ahí. Mi tía Libertad le dio té de manzanilla a mi papá Arequipa para que le disminuyera un poco el mareo, mientras que a mi papá Lima y a mí nos dio de comer un poco de sus tallarines rojos que había cocinado recientemente.

Mi papá Arequipa se fue a descansar y no comió, ya que no tenía apetito por lo pesado que le había caído el viaje.

He de admitir que sí sentí pena por él y también preocupación.

Solo un poco.

_ ¡NO OTRA VEZ! _ gritó mi tía Oaxaca agarrando una escoba, estaba sentado afuera mirando el exterior, en sí miraba la cosecha de choclos de mis tías y vi como se acercaba y espantaba a un pájaro que justamente está picando la cosecha.

Diario de Cerro de Pasco -StatehumansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora