Marry me (+18) {Tom Kaulitz}

capítulo siete

14 años.
Primer beso II.

—¿Te acuerdas de cuando me besaste para que Tom no lo hiciera primero?—Me preguntó Mike antes de lanzarme un trozo de chocolate—.

—Claro, mi primer beso—Me reí recordándolo, agarrando el trozo que había chocado contra mi pecho y llevándolo a mi boca para comérmelo—Tom estuvo quejándose diciéndome que no podía besar a alguien que comiera pegamento—Comencé a reírme frotando mi rostro, estallando en carcajadas de solo recordar a Tom persiguiéndome diciéndome que podría tener alguna enfermedad por culpa de Mike—.

¿Cómo decirle que prefería eso antes que sus labios?

—Y después... cuando las chicas se enteraron—Me miró con una amplia sonrisa, para luego echar su cabello hacia atrás, peinándose con la mano—Ahora me da más risa que vergüenza—.

Mike y yo nos habíamos hecho incluso más amigos que antes.

Era prácticamente el único amigo de verdad que me quedaba.

—A mí siempre me dio risa—Admití—La cara de Tom y la tuya fue épica—.

—Yo sigo pensando que Tom estaba celoso—Volvió a sacarme el tema, haciéndome rodar los ojos—.

—Para nada—Negué su idea—Le conozco muy bien, él siempre quiere ser el primero y el mejor en todo, Luz y Fátima le pidieron que lo hiciera, y estaba enfadado porque le ganaste—Argumenté, elevando mi hombro para mostrar mi indiferencia con el tema—.

Ciertamente, odiaba cuando hacía comentarios así.

—Me apuesto lo que sea a que si Tom se enterase de que tienes novio, reaccionaría exactamente igual que esa vez—Buscó mi mirada incorporándose—.

—Claro que lo haría, yo habría tenido pareja antes que él, ¿no me has escuchado?—Me incorporé yo también—.

Mike negó con su cabeza, sonriendo con seguridad, terminándose el chocolate.

Estábamos en mi habitación, como de costumbre, viendo una película romántica, aunque más bien se estaba reproduciendo de fondo mientras la ignorábamos.

Me parecían igual de estúpidas que con ocho años, al menos ya no me daban asco las escenas íntimas, ahora al menos las entendía.

Ciertamente habían cambiado muchas cosas respecto a esa época.

Ahora los chicos me llamaban algo más la atención; no había hecho nada más aún, ni siquiera había dado otro beso aparte del que le di a Mike en esa tonta apuesta.

Y yo sabía que de alguna manera también le había llamado la atención a alguno; por suerte ahora no tenía la misma fama que en el anterior instituto, y ya no me tenían como una pringada.

Me había dejado el pelo largo, no como de pequeña que lo tenía siempre muy corto, y había comenzado a maquillarme naturalmente para tener un poco mejor cara al salir de casa, aunque no pasaba de taparme las ojeras y un poco de colorete y vaselina.

Envidiaba a las chicas que sabían maquillarse perfectamente. Yo no tenía esa habilidad ni paciencia.

También me había comenzado a desarrollar un poco más; me volví un poco más delgada, creciendo unos cuantos centímetros más; de igual forma mis pechos comenzaron a desarrollarse. A pesar de que no sabía si era una virtud o un castigo, me gustaba cómo se veían con la ropa ajustada, pero, para hacer educación física, algo tan simple como correr, eran un enorme motivo de incomodidad.

Mike tampoco se quedó atrás; se cambió el pelo, dejándoselo un poco más largo y dejándose flequillo. Yo le recomendé dejárselo así y fue un completo éxito.