capítulo dieciseis

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Eres un completo idiota.

Mis ojos fueron de reojo de nuevo al chico de detrás del mostrador, examinándole como por tercera vez.

Desde que había tenido mi primera experiencia más cercana a algo sexual, ahora no podía dejar de pensar en ello.

Y por eso ahora no había manera de que mis ojos de fueran lejos del chico se la tienda.

Era guapo, alto, de cabello castaño y con una hermosa sonrisa.

Trataba de ponerle atención a lo que me decía Ana acerca de la falda que había encontrado, pero no podía apartar mi mirada de él.

—Creo que la compraré...—Le entendí a mi amiga a mi lado, moviendo las prendas para mirarlas—.

Miré al suelo cuando crucé la mirada con el chico, sentí que me sonrojaba de a poco, seguramente se había dado cuenta de que le estaba mirando.

Ana también notó ese detalle, y buscó con la vista el punto que había estado mirando, cuando encontró al chico hizo una mueca y me golpeó en la cabeza con la falda.

—¡Ey!—Me quejé tapándome para que no volviera a darme—.

—No puedes, Alazne—Me dijo negando con su cabeza—Estás comprometida ahora, ¿qué pensaría Tom si te viera?—.

Sus palabras resonaron en mi cabeza, ¿qué pensaría Tom?

—No lo sé... tampoco es para tanto, sólo lo estaba mirando—Le resté importancia, intentando fijarme en las faldas que veíamos—Estoy comprometida, no ciega—.

Ana negó con la cabeza y siguió sacando ropa de los colgadores de la tienda, aún viéndose algo enfadada.

Levanté la vista una milésima de segundo y sentí la mirada del chico. No podía hacer nada, él me gustaba, pero no de la misma forma que Tom.

Aunque seguía sin ser justo para Rastas, así que me reprimí e hice como que el chico no estaba en el mismo establecimiento que yo, fijándome a lo que habíamos venido, a las compras.

Sin embargo, no funcionó.

Ana me regañaba cada cinco minutos por mirar "descaradamente" a otro hombre que no fuera mi futuro esposo, pero al parecer ella no comprendía que yo aún tenía 17 años y que era una chica como todas las demás.

A esta edad era normal que me diera por mirar a otros chicos e interesarme por ellos de alguna manera.

—Voy a llamar a Tom—Me dijo luego de haber discutido por unos minutos mientras sacaba el móvil de su bolso—.

—No he hecho nada malo—Me defendí—No lo he engañado, ni le he hablado, no he hecho nada—Protesté ahora siendo yo la se estaba enfadando—.

Y era verdad, admitía que el chico me atraía y que no dejaba de lanzarle miradas, pero no había hablado con él.

Seguía siendo un desconocido, y así iba a quedarse.

Pero como siempre, las cosas iban en mi contra. Cuando Ana fue a pagar la ropa que había elegido, nos atendió nada menos que el chico en vez de la mujer que también estaba de dependienta.

—Hola chicas, ¿en qué os puedo ayudar?—Nos preguntó con una agradable sonrisa—.

Ana a mi lado bufó disimuladamente, y me fulminó con la mirada con la clara advertencia de "no hagas nada o le diré todo a Tom".

—Quiero pagar esto—Le dijo Ana poniendo la falda sobre el mostrador para que se la cobrara—.

Cuando él le entregó el recibo y las bolsas con la prenda de ropa, Ana se apresuró en salir tirándome del brazo fuera de la tienda, sin siquiera darle tiempo al chico a despedirse.

Marry me (+18)  {Tom Kaulitz}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora