Marry me (+18) {Tom Kaulitz}

capítulo veintiseis

¿¡Que vosotros qué!?

Suspiré en cuanto bajamos del avión, a pesar del cansancio, no solté en ningún momento la mano de Alazne.

Habíamos vuelto a casa, y desde este momento comenzaba nuestra vida juntos como matrimonio.

Salimos dónde nos reencontraríamos con nuestras familias y amigos que también habían venido, los que ya nos habían escrito varios mensajes de que nos estaban esperando, nerviosos y emocionados por volver a vernos.

Nada más torcer la esquina, un grupo de personas con carteles estaban en nuestra dirección.

No fue difícil encontrar a nuestros seres queridos, entre ellos Gustav, Georg, Matthew, Noah, Mike, las chicas, mi madre, mis suegros y Abril.

A pesar de que los chicos estaban sujetando el cartel con nuestros nombres del revés.

La emoción de todos fue palpable en cuanto se percataron de que los que estaban acercándose a ellos éramos nosotros.

Nos abrazamos con todos, y de forma casi inconsciente, terminé de nuevo con Alazne junto a mí, ambos con las manos unidas de nuevo.

—¡Os va a encantar la sorpresa!—Exclamó Abril mientras caminábamos al coche, siendo rápidamente mirada con incredulidad—.

—¡Abril!—Dijeron la mayoría a modo de reproche—.

Alazne y yo no pudimos contener la risa, mirándonos de reojo, siendo más que obvio que estábamos de vuelta en casa.

Tuvimos que repartirnos en dos coches, ya que éramos demasiadas personas como para ir en uno solo.

No pude evitar dar un pequeño sonido de satisfacción por lo bajo en cuanto mi cuerpo se posó sobre un asiento más cómodo que el del avión.

Aunque mi calma duró poco, exactamente lo mismo que el tiempo que tardó Abril en impacientarse, desesperada y nerviosa por la sorpresa que ya nos había desvelado.

Gustav, con un tono suave, la "regañó" y la echó en cara que no servía para guardar secretos.

Ciertamente, se me hacía muy raro el misterio y nerviosismo grupal, ya que la sorpresa a la que tanto protagonismo estaban dando, no parecía ser algo pequeño.

En ese mismo momento recordé cuando Georg nos mencionó en la luna de miel que nos tenían algo preparado.

—¿Te has equivocado de calle?—Escuché a Alazne en el asiento delantero, mirando a Georg, quien conducía—.

Miré por la ventana y le di la razón, habíamos tomado la otra calle en la intersección, que nos dirigía al centro de la ciudad.

Pareció no tomarle importancia en absoluto, continuando conduciendo y diciendo que en cuanto pudiera daría la vuelta.

Pero eso no pasó.

Nos detuvimos frente a un edificio, al frente había un parque y los edificios vecinos eran una tienda y una pizzería.

Aunque este parecía sin habitantes, pero con un jardín muy bien cuidado.

—¿Qué...?—Tan solo fui capaz de formular, siendo interrumpido—.

—¡Sorpresa!—Exclamaron casi al unísono—.

Los ojos de Alazne se abrieron considerablemente, dedicándome una mirada por encima del hombro, pensando lo mismo que yo.

—¿Nos regaláis una casa?—Pregunté aturdido por ambos—.

—Toda para vosotros—Respondió Georg—Para que hagáis todas vuestras perversiones con intimidad—.