Capítulo doce.

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—Necesito un favor

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—Necesito un favor.

—Hola, Heather, estoy bien, muchísimas gracias por preguntar, ¿Qué tal estás tú? Sí, dormí muy bien en una casa que no es la mía, gracias por preguntar también, por supuesto, puedo hacerte el favor, ¿Qué necesitas? —Levanto mis cejas juntando mis manos mientras observo el desastre que es mi cabello en mi imagen miniatura de la video llamada con mi amiga.

Lindsay no es una persona madrugadora, así que fue algo difícil despertarla luego de que Abraham se fuera, sin embargo, afortunadamente no es una gruñona en las mañanas. Todavía es temprano luego de desayunar, así que la envié a ducharse hace unos minutos, siento que debería supervisar eso, pero no quiero inmiscuirme tanto en su privacidad, solo que, si no lo hago yo, dudo que Abraham lo haga teniendo en cuenta que ella no tolera demasiado la presencia masculina.

Suelto un pequeño suspiro tamborileando mis dedos sobre la mesa mientras Heather me da una mala mirada antes de moverse a su closet.

—Como si tuvieras algún problema para dormir en casas ajenas, además, es tu casa de esposos —Un estremecimiento me recorre la espalda.

—No creo que mi esposo esté muy feliz de tenerme aquí, empezando por el hecho de que solo somos esposos en papel —A pesar de que solo nos vemos a través de la pantalla puede ver la forma en que sus ojos se dirigen al anillo en mi mano.

—¿Eso significa que...?

—¿Qué?

—¿No tuviste una noche de salvaje pasión de luna de miel? —Su labio inferior sobresale mientras hace su mejor expresión de pena.

—Eres tan ridícula —Me quejo, maldiciendo el hecho de que no está frente a mí para arrojarle algo, ella ríe—. Y antes de que te hagas historias, tengo mi propia habitación aquí.

—Qué aburrida es la vida de la gente tan correcta —suspira como si esto fuera una tragedia y yo ruedo los ojos viéndola doblar algunas prendas de ropa sobre la cama, entrecierro los ojos.

—¿Vas a viajar?

—Papá quiere que lo visite, estaré con él dos semanas y regreso antes de que mamá colapse —avisa y yo humedezco mis labios hundiendo los hombros.

—¿Lo estás haciendo a propósito? ¡Erick se va esta semana! ¿Y qué pasa con la academia?

—No creo que pueda recuperar dos semanas teniendo en cuenta que se acaba dentro de cinco, pero papá dice que es urgente, no estoy segura de qué quiere en realidad —Se lleva los dedos a la barbilla antes de encogerse de hombros para restarle importancia.

—¿Cuál es el favor?

—Ah, sí, ¿Puedes tener a Kiwi mientras regreso? Mamá no la soporta porque arruinó una de sus alfombras hace unos días, no sé dónde más podría dejarla.

El favor más dulceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora