Capítulo veintiuno

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—¿Qué tal ha sido librarte de nosotros?

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—¿Qué tal ha sido librarte de nosotros?

—Un poco aburrido —responde Elodie cuando nos detenemos para tomar limonada en la cocina y yo arqueo una de mis cejas.

—Ahora responde como si no te estuviera pagando un salario —Entrecierro los ojos y ella sonríe.

—Es aburrido, nadie está horneando cosas que Oliver y yo podamos robar o viendo partidos de béisbol que podamos husmear, es menos divertido que antes —Levanta un hombro y empuja un mechón de cabello detrás de su oreja—. Espero que al menos hoy podamos robar algo.

—De hecho, hay muchas cosas en el refrigerador. No puedo empalagar a Lindsay, y Abraham prefiere las cosas saladas; Heather está de viaje, mi hermano también, así que ahí están, tristes y abandonadas en el frío —Elodie suelta una risita ante mi dramatismo, pero su actitud risueña no me hace ciega ante el rasguño que hay en su clavícula y que apenas se asoma cuando su cárdigan se cae un poco por su brazo.

—¿Entonces esas fueron tus razones ocultas para invitarnos a tu nueva casa? ¿Necesitas deshacerte de ellos? —Entrecierra los ojos sospechosamente y yo sonrío culpable.

—Atrapada —Ella sacude la cabeza conteniendo una sonrisa divertida.

—¿Cómo le está yendo a Erick? —indaga pasando sus dedos por su nariz distraídamente—. No he sabido nada sobre eso.

—Pensé que ustedes hablaban —murmuro antes de darle un largo sorbo a mi bebida a través de la pajilla, sin embargo, luego recuerdo a mi hermano preguntando por ella y Oliver en cada llamada que hemos tenido—. Olvídalo, te enviaré su nuevo número para que puedas llamarlo.

—No, sé que no tiene mucho tiempo para esas cosas, solo...curiosidad.

—De hecho, todo el tiempo pregunta por ustedes desde que se fue, así que estoy segura de que encontrará algo de tiempo para responder si le envías un mensaje —Antes de poder olvidarlo envío un mensaje a su celular con el contacto de mi hermano—. Le va bien, aunque está odiando el frío y lo 'snob' que son los ingleses.

—No sería Erick si no se queja.

—Lo conoces bien —reviro sonriendo mientras me muevo hacia los estantes para agrupar en cajas el resto de mis tazas, solo están juntando polvo ahora por lo que prefiero guardarlas.

—¿Y qué tal te va con la hermana de Abraham?

—Ella es adorable, un poquito caprichosa y está obsesionada con las manzanas, pero no es un martirio convivir con ella —explico distraídamente—. De hecho, pasaremos por ella luego de ir por Oliver.

—Siempre has sido buena con los niños, de todas formas.

—Soy buena con niños que son buenos, la realidad es que odio lidiar con niños malcriados e insoportables. Afortunadamente ella no es una de esas —murmuro pasando una mano por mi cabello.

El favor más dulceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora